Fuente: ABC MADRID Peoría: 09-10-1982 Página 20
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Tomas de posición
SÁBADO 9-10-82
Ante el 28 de octubre
El voto catalán y el voto vasco
En el País Vasco y en Cataluña ias elecciones van a tener una significación especialísima, sin páratelo
posible con el resto de la nación. Serán la mejor prueba para determinar la extensión de los niovimienlos
autonomistas, para distinguir nacionalismo de separatismo, para medir el respaldo real con que cuentan
ios grupos radicalizados del independentismo próximo a ETA. También para calcular el peso real de ios
partidos de centro-derecha unidos en coalición. Dos escritores comentan hoy, en estas páginas, algunos
aspectos de la actividad política vasca y Cataluña: Baltasar Porcel desde Barcelona y Ramón Sierra desde
Bilbao analizan el pnnorama del día 2fi.
Y ambos subrayan el papel del centro-derecha en el futuro de las dos autonomías
Un experimento: la coalición de las derechas vascas
Por Ramón SIERRA
En el País Vasco se ha iniciado un experimento excepcional en ios laboratorios electorales de este octubre
dej 82: la coalición de los ucedistas, los demócratas populares —hoy, hermanos separados, pero
hermanos, procedentes, ambos, de la gran familia sociopolítica que fundó Ángel Herrera—, tos liberales
de Garrigues y los alíanoslas de Fraga. Un experimento que calificamos de excepcional, porque en ias
demás tierras españolas no se consiguió que Landelino Lavilla, el líder de los ucedistas, fumase la pipa de
la paz con ios seguidores de Alzaga, o de Garrigues, O de Fraga, entre otras razones porque, salvo error u
omisi-ón, ntrKjuno de ellos fuma en pipa. Y la pregunta que impacienta ya la punta de mi bolígrafo es
obvia: ¿tendrá éxito esíe^ experimento? En el muy resbaladizo terreno de fas conjeturas electorales, cual-
quier predicción sobre el número aproximado de los votos que van a conseguir los partidos inscritos en
esta gran carrera nacional es muy arriesgada, pero lo es menos el análisis anticipado c!e las secuelas
accidentales que va a engendrar la gran pugna del 28 de octubre.
Esta coalición nos va a concretar cuál va a ser el lugar que ocupan en 19S2 los partidos no nacionalistas
ni marxistas ep el mapa político del País Vasco. Quienes voten a los candidatos de la coalición rechazan
las ofertas de tos nacionalistas vascos de iodos tos grados de acidez de su variadísimo surtido de remedios
políticos y repudian, también, a los ¡siete! partidos comunistas que se presentan en Vizcaya, y a los
civilizadísimos eurocomunístas» de Santiago Carrillo, y a los socialistas del «•cambio». «Pero, ¿es que
todavía nos queda algo que cambiar?», preguntaba Blanco Tobío, en un soberbio artículo que publicó
recientemente ABC, Las urnas nos van a descubrir, además, !o que van a hacer los «abstenidos», quienes
por un pelo no echaron a pique el Estatuto de Guernica. ¿Cuántos votarán a los candidatos de la coali-
ción? Si desciende el número de los abstenidos es razonable abonar esa cantidad en las cuentas de tos
coligados. Tampoco podemos calcular con exactitud las aportaciones del PDP y de tos liberales, en lo
esencial, los votos de sus correligionarios, pero será mucho más fací! comprobar ios signos positivos o
negativos de las votaciones ucedistas o alíanoslas, porque tienen antecedentes electorales en los comicios
del 77 y del 79,
Las urnas nos van a esclarecer también los éxitos o los fracasos habidos en la selección de tos candidatos
entre los poquísimos «notables" vascongados, que tradicionalmente rara vez de deciden a entrar en las
desagradables canchas de ´os deportes políticos. ¿Qué ha sucedido, por ejemplo, con Olarra, un «caris-
mático» discutido, io que suelen ser casi siempre tos indiscutibles; cuál ha sido la cantidad y la cualidad
de tos apoderados encargados de fiscalizar las votaciones; y la de aquellos que tienen a su cargo las
propagandas; y si han sido o no eficaces los mártires a quienes se confían las finanzas y ta contabilidad y
la tesorería dé las aventuras electorales? Pero, sobre tocio, nos dirán si ha funcionado o no, sin excesivos
roces, et mecanismo de ese artefacto electoral que se asienta sobre cuatro ruedas independíenles. Dicho de
otro modo, ¿podrá repetirse este experimento en las elecciones tócales de 1963? ¿Conseguirán gobernar,
o participar ampliamente en la administración del Pais Vasco, los coligados de 1982? Por otra parte,
¿hasta qué punto va a seguir aceptando don Landelino Lavilla que en las Vascongadas continúe reinando
—de hecho— don Marcelino? La verdad es que don Landelino no despierta grandes entusiasmos en las
Vascongadas... Quizá porque San Landelino se usa poce en fos bautizos de mi patria chica: (an poco, que
en el santoral de Sabino Arana no aparece San Landelino, pero sí San Markelen, San Marcelino.
Creo que, asimismo, va a ser muy interesante comprobar si van a arraigar o no en las Vascongadas los dos
nuevos partidos^) PDP y los liberales. Ambos tienen raíces seculares, los liberales, y menos seculares,
PDP. Los primeros discípulos descienden de los liberales vascongados´" isabelinos o alfonsinos: fieles a
Sagasta, Canalejas, Montero Ríos, Morel, Romanones..., y los segundos, repetirnos, de tos primeros
discípulos de Ángel Herrera, y, entre ellos, de Gil Robles, que no tuvo que padecer la división de sus
huestes. En nuestros días, en cambio, parecen irreconciliables los seguidores de Lavilla y de Alzaga. Y
los aliancistas son, en realidad, los sucesores legítimos de los liberales-conservadores de Cánovas, Maura,
José Calvo-Sotelo.
Por otra parte, el 28 de octubre y su campaña electoral influirán sobre el futuro de los actuales líderes de
los partidos coligados en las provincias vascongadas. Sin menospreciar, en absoluto, a tos actuales líderes
cte la AP, del PDP y de los .«liberales», creemos que el que más asentado está, dentro de su partido, te
UCD, es Marcelino Oreja. Está vinculado a nobles familias guipuzcoanas, vizcaínas y alavesas; forma
parte de los órganos rectores de muy importantes empresas vascongandas, y figura ya en el friso de tos
ministros de Asuntos Exteriores —aunque la denominación de «ste Ministerio ha sido muy variada—
vascongados: cinco vizcaínos. Urquijo, Allende Salazar, Lequerica, Castiella, Areilza, y un guipuzcoano,
Oreja. Y cuando ocupó la Delegación del Gobierno español en Vitoria tuvo un gesto simpático y
acertado, el de izar en el jardín de la Delegación una gran bandera española que flamea «escan-
dalosamente» sobre el caserío vitoriano. Este gesto le servirá para aliviar las penas del purgatorio que
deben pasar quienes cometieren al gran error da no «rebelarse» contra Suárez cuando se pudo comprobar
—muy pronto— que la casaca de los estadistas le sentaba mal. Y esperamos que ahora no confíe
demasiado Marcelino Oreja en la posibilidad de «resucitar» a nuestras entrañables provincias
vascongadas si no se reforma seriamente el Estatuto vasco..., cuando los españoles tengamos tiempo y
humor para este tipo de reformas.