OPINIÓN
5-octubre-82/D¡ario 16
REFLEXIONES SOCIALISTAS
(Manuel Turnón, Manuel Abejón y José Manuel Moran)
Ante una victoria del PSOE
Los autores, tras comentar algunos rasgos del programa electoral del PSOE, señalan que los militantes no
abandonarán el deber militante de la crítica tras una previsible victoria en las urnas.
El clima que se respira en la calle, y que la opinión de los expertos y los sondeos no hacen sino confirmar,
permite pensar en un triunfo, quizá holgado, del Partido Socialista en las próximas elecciones. Antes de
que ese «triunfo anunciado» se materialice no está de más comentar con qué programa se va a conseguir y
qué actitud cabe esperar de los socialistas ante un Gobierno del PSOE.
Un programa
Si ese triunfo llega, et PSOE intentará realizar su oferta de cambio, que se concreta en la democratización
del Estado, la reforma de su Administración, la puesta al día social y cultural de España y la superación
de los aspectos más duros y graves que la crisis económica tiene para las clases sociales dominadas.
Todo un programa, pues, progresista y regeneractonista, con una componente social que puede ser suscri-
to por la mayoría de los ciudadanos. No un programa socialista, sino un programa del PSOE. aquí y
ahora, para resolver los problemas más inmediatos que tiene el país. Un programa de cambio, tal vez más
moderado de lo que fuese necesario como prueba la sorprendente aceptación del mismo por los que
tendrían que considerarse directamente afectados, (por ejemplo, la Banca o las multinacionales), sobre
todo si se piensa en que el fraccionamiento de la derecha y el centro hace más probable la victoria vatici-
nada y tras la cual será ineludible cambiar los modos de Gobierno y realizar las medidas que la inmensa
mayoría del electorado espera.
Es evidente que a algunos militantes nos gustaría otra cosa, y ello aunque seamos conscientes de lo difícil
que lo ponen las circunstancias. Porque aunque el partido, como organización abierta y viva, haya sido
siempre posibilis-ta y haya adecuado sus programas a las necesidades de cada tiempo, no tiene por qué
abandonar sus principios para contentar a los que siempre serán una intransigente oposición a cualquier
propuesta de los socialistas, por razonable que fuese.
Las anteriores consideraciones, unidas al hecho de que la «mayoría para el cambio» incluye a personas
pertenecientes a otras organizaciones políticas, nos aconseja a Jos militantes del PSOE a estar alertados
para que la acción de gobierno sea coherente con el proyecto socialista. Esta vigilancia debe ejercerse
críticamente por los que nos redamamos del socialismo, aunque ello disguste a quienes quieren estar en el
PSOE por otras razones.
No son, sin embargo, las vísperas de la campaña el momento para comenzar en esa crítica, pero sí es
oportuno, no obstante, recordar el papel del movimiento socialista ante una previsible victoria y recalcar
que la crítica es para los socialistas no sólo un derecho, sino también un deber militante.
El Partido
El PSOE, y con él la UGT y las Juventudes Socialistas, son el soporte orgánico —político y sindica!— y
el elemento ideológico-cultural deí movimiento socialista. Ganar elecciones, ocupar posiciones en los
órganos legislativos y ejecutivos del Estado es una de las funciones del partido, pero éste, y mucho menos
el resto del movimiento, no se agota en esa labor. La concíencía-ción de los trabajadores, la defensa de
sus intereses materiales y culturales, la constante propuesta de metas hacia las que avanzar son tareas a
desarrollar en el seno de la sociedad civil, tan importantes o más que las meramente político-
institucionales. Incuso, las medidas inmediatas del Gobierno socialista sólo serán posibles si se cuenta
con el apoyo, desde la base, de una gran militancia, tanto en el PSOE como en la UGT.
El PSOE, si el pueblo español así lo decide, gobernará, y lo hará respetando su compromiso con el elec-
torado. Pero, igualmente, los socialistas estarán en la sociedad defendiendo !a ideología y los intereses
que ¡e son propios, y siendo los primeros, si hubiere lugar a ello, de exigir a! Gobierno el cumplimiento
de sus obligaciones.
Un Gobierno
De ahí que, al igual que el secretario general de UGT ha anticipado que ésta no extenderá un «cheque en
blanco» a un previsible «Gobierno PSOE», los militantes socialistas no asentiremos calladamente a las
medidas que se propongan desde él, ya que nada nos obliga a ser acríticos con las acciones que desarro-
llen nuestros compañeros en las instituciones. Igualmente habrá que estar dispuestos a extremar la vigi-
lancia para que no se propicien, bajo pretexto de evitar la acumulación de responsabilidades de algunos,
concentraciones de poder en otros que pudieran ser peligrosas para la sociedad y para el partido.
No será, pues, el momento del silencio, sino la hora de potenciar esa democracia interna que, según
nuestros últimos congresos, «sirve para seleccionar a los mejores para cada tarea; para ayudar a criticar a
los compañeros que asuman una responsabilidad (...); para controlar los posibles excesos de poder que
puedan producirse ahondando cada vez más en el compromiso ético que supone la lucha por el so-
cialismo».
El 29 de octubre, si el triunfo se alcanza, habrá que responsabilizarse colectiva y solidariamente en hacer
realidad el camino hacia el cambio, pero a sabiendas de que entre las responsabilidades sigue estando
legitimada la crítica fraternal y socialista. Y es que, como dijera el compañero De los Ríos, «no se de-
muestra el amor a un ideal asintiendo a cuanto en su nombre se realiza».