ANÁLISIS
Antxon Sarasqueta
Los riesgos de «complotar»
£L ministro de Defensa, Alberto Oliart, y su colega de Interior, Juan José Rosón, han manifestado en
público y privado que la «Operación Marte» había podido ser la operación gol-pista más cruenta y
minuciosamente preparada desde que se produjo el cambio de régimen El interés por cortar las espe-
culaciones y rumores en relación con ei complot, que se advierte en altas instancias gubernamentales,
revela lo delicado del tema y las repercusiones negativas que pueden producirse en el conjunto de la
institución militar. En definitiva, la ceremonia de la confusión .sobre esta intentona y sus ramificaciones
favorecería los intereses de los golpistas, desde el desconcierto, los temores y el enfrentamiento. De con-
firmarse las informaciones facilitadas por fuentes solventes del Gobierno, que apuntan al
aprovechamiento de los conspiradores de las acciones terroristas que se pudieran producir para crear un
clima de incertidumbre, no supone sino que terrorismo golpismo se complementan de cara a un objetivo
común: derrocar el sistema democrático. Los atentados de hoy en el País Vasco tienen ese efecto desesta-
bilizador.
LA convocatoria de la sesión de la Diputación de las Cortes para el próximo lunes.
decidida hoy por la Mesa del Congreso de los Diputados, para que el ministro Oliart informe sobre los
planes golpistas descubiertos por los servicios de seguridad, significa que todas las fuerzas políticas
quieren contribuir a clarificar la situación. En plena campaña electoral, esta reunión puede ser la oportuni-
dad de oro para clarificar la situación totalmente a la opinión pública. Naturalmente, el Gobierno tiene
que contribuir sin temores y con eficacia. Si resulta absurdo desde toda lógica política que en una
situación como la que vive actualmente España, en nada comparable al caos que produzca tentaciones
extrañas en los poderes fácticos, podría concluirse que estas acciones proceden de grupos muy reducidos
de civiles y militares, decididos a pasar a la acción violenta para subvertir el orden constitucional.
ES evidente que cualquier acción de este tipo provocaría un enfrentamiento armado y con toda seguridad
una nueva guerra civil. ¿Quién en su sano juicio puede pensar a estas alturas del siglo y en plena Europa
occidental se produzca tan sangriento acontecimiento o que esto fuera a favorecer a alguien? ¿Dónde está
la modernidad y e! desarrollo hacia las sociedades más avanzadas?
El Gobierno y los partidos políticos tienen que estar a la altura de las circunstancias que demanda la
inmensa mayoría de la sociedad española. El Estado tiene que utilizar toda su capacidad de reacción para
evitar su propia destrucción. Reducir a los golpistas, alejar el fantasma del miedo, aislar a los terroristas,
provocar ilusión, la participación y el compromiso social. Los responsables políticos tienen ahora,
precisamente ahora, la gran oportunidad de demostrar que sus planteamientos electorales no son palabras
demagógicas pronunciadas en el vacío de una plaza, un teatro o un redondel taurino.