Una campaña cada uez mas abierta
La segunda entrega de la encuesta electoral que viene publicando en exclusiva Diario 16 resulta un
documento extraordinariamente revelador de los movimientos de opinión que sacuden a la sociedad
española ante los próximos comicios.
El primer dato significativo es el del descenso del voto seguro del PSOE en relación con el último sondeo.
Aunque la intención de voto siga siendo considerabilísima, una caída del 6 por 100 revela que el triunfo
arrollador de los socialistas, previsto en las primeras encuestas, está empezando a afectarles, según el
conocido proceso que lleva a favorecer al perdedor seguro en perjuicio del ganador.
Ello es más espectacular en cuanto que opera sobre un partido que sobrepasa el 30 por 100 del electorado,
mayoría más que cumplida en cualquier democracia. El PSOE pierde tanto por su izquierda —acaso
desilusionada por el escaso cambio anunciado por Felipe— como por la derecha, seguramente convencida
de que el reformismo moderado ya tiene votos suficientes.
Uno de los elementos claves que promueven la confusión en el cuerpo electoral es la irrupción del partido
de Adolfo Suárez. El antiguo presidente aparece como un contrafuerte del cambio, con más carisma que
Landelino Lavilla y sin provocar las reticencias que los no-socialistas sienten hacia Fraga. En lo que a
UCD se refiere, parece claro que su baja no es similar a la del PCE, sino que apunta un progresivo
hundimiento en beneficio del suarismo dentro de la lucha de CDS y UCD por el centro.
La tercera fuerza que saca votos del desconcierto centrista y la excesiva prepotencia socialista es Alianza
Popular, que se beneficia de un voto de válida oposición al PSOE y de la ausencia de perspectivas sólidas
de otros grupos claramente diferenciados del centrismo progresista «invadido» por Felipe González.
Este aumento aliancista, que queda reflejado en la encuesta en un mas 3,3 en la tendencia del voto, hace
aparecer de nuevo el peligro fraguista, es decir el peligro de un líder que parece empeñado en una
reflexión más testicular que cerebral en muchas de sus formas de comportamiento.
Precisamente por esa su tendencia at exabrupto y a !a dominación absoluta, es el momento de acordarse
de todos los liberales-conservadores que creyeron poder moderar las arrancadas del líder derechista, un
jefe al que no se le pueden discutir ni siquiera los impulsos suicidas para su coalición electoral.
Pero el dato sustancial y que mueve a la reflexión es el espectacular aumento de los indecisos.
Está claro que esa mayoría electoral por omisión está constituida por el voto centrista, que con la
creciente presencia de Suárez en la escena política ha llegado al paroxismo de la duda. Entre su antiguo
partido, su antiguo líder, la oposición al socialismo y el reformismo moderado, deben escoger una sola
opción, cuando hace tres años las tenían juntas. Para esa parte sustancia! de España, pertinazmente
centrista, y para todos ios partidos, la campaña electoral i-^otA móc* ^Kír*r+´3 ni id ni )nr*P