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Hilo directo
¿Situación controlada?
«Estratégicamente, este golpe era no sólo viable, sino indesmontable.» Dijo el «muy alto cargo» que se
había leído, con pausa, los casi seiscientos folios de la «Operación Cervantes». Luego, otro «muy alto
cargo» declaró con publicidad: «Un golpe de Estado, como éste que habían concebido, no pueden llevarlo
a cabo sólo tres hombres.» Se refería, claro está, a los tres jefes militares detenidos. Pero él sabía que
estaba diciendo una verdad banal, porque a veintisiete días del Día-D operativo, los contactos de apoyo a
la sublevación estaban suficientemente hechos, confirmados y seguros: un golpe de Estado, como éste
que habían concebido, no deja de llevarse a cabo... porque falten sólo tres hombres.
El mismo sábado, 2 de octubre, en que, de madrugada, se procedió a las detenciones, y antes de difundirse
la noticia, un comandante en la reserva, con nómina en cierta «agencia de reportajes», comentó a media
mañana ante unos periodistas: «El 27-O, en vez de Jornada de Reflexión podemos tener Jornada de
Involución.» Ese era el objetivo. Y adelanto ya: ése, hoy, puede seguir siendo el objetivo: impedir unas
elecciones que, a la vista de lo preanunciado, llevarían al socialismo al Poder. Entremos en el corazón de
la almendra: las palabras del ministro de la Defensa «ta situación está suficientemente conocida, como
para poder afirmar que está controlada», sólo tranquilizaron a los ingenuos. ¿Está plenamente conocida,
plenamente controlada, plenamente cortocircuitada? Pienso que no, y desearía equivocarme, o que mis
buenas fuentes, por una vez, me hubieran engañado.
Los expertos del CESID estudian ahora las famosas listas; que en realidad no son tales listas, sino
nombres, empleos y destinos de determinados militares —más de un centenar— desperdigados por
diversas Regiones (no sólo la I, la II, la III, y la V). Militares que, en los famosos folios, van apareciendo
unas veces en correlato con actividades a desplegar, de apoyo logístico para la operación golpista; otras,
como una simple mención aislada; otras, cori una marca o un trazo de subrayado en la escalilla militar... e
incluso, en ocasiones, componiendo una relación de apellidos de extraña conexión. ¿Se trata de militares
contactables para el complot? ¿Se trata, por el contrario, de «objetivos a neutralizar» llegado el Día-D?
¿Se trata, en fin, de una simple promoción del «equis» curso de adiestramiento en «Inteligencia»? ¡Pues
de todo hay! Y*ef CESID coteja esos nombres, con sus historiales, «hojas de servicios», destinos,
vicisitudes castrenses, ideología...; con sus actuaciones «controladas a distancia» desde hace cuatro
meses, y... con las listas de «visitantes asiduos» a algunos de los mandarines golpistas procesados, y en
prisión, por tos hechos del 23-F. Al parecer, esta última relación arroja alguna luz. Pero ¿se acaba ahí el
núcleo dispuesto a la acción involutiva 27-O?
No precisamente en la calle, ni en los periódicos, ni en las sedes de partidos, sino en las estancias
militares bien informadas circulan diversas teorías. Desde la optimista: «el complot está acotado en esas
relaciones que emergen del plan escrito que se le ocupó al coronel Muñoz; afortunadamente, estaban aún
en la fase de contactos y la intentona se ha abortado»; hasta la pesimista: «se trata de adhesiones con las
que se contaba ya para el 23-F; aquel día no dieron el paso al frente, porque cierto coronel de Estado
Mayor desde Madrid les dio el "alto" bien entrada la noche y casi la madrugada, a la vista de que ni el
Rey ni la JUJEM apoyaban lo de Miláns y lo de Tejero...». En este último caso, y siempre en la mera
exposición de «teorías» circulantes, importa fijarse en dos hechos. Uno: el 23-F hubo un conflicto de
«fajas azules» (e! «plan» del coronel Ibáñez Inglés, en Capitanía General de Valencia, y el del coronel
San Martín, en la División Acorazada Brúñete, de El Pardo). «Este no era mi golpe... El mío hubiese
triunfado», dijo el coronel San Martín, en círculo íntimo de allegados, uno de los días de la vista de la
causa 2/81, en Campamento. San Martín pudo haber hecho una serie de llamadas telefónicas aquella
noche-madrugada, 23-24-F, antes y después de intentar disuadir a Pardo Zancada para que depusiera su
actitud rebelde; llamadas a coroneles y tenientes coroneles de determinadas unidades periféricas (en mi
relación se incluyen desde Plasencia, Cáceres, Ceuta y Cartagena, hasta... Sevilla, Coruña, alrededores de
Madrid, etcétera). Jefes de Regimientos y de Agrupaciones que estaban «a punto». Trama militar que se
inexploró, se ignoró y se dejó intacta. Y que ahora podía ver llegado su momento de entrar en escena.
Y dos: las visitas recibidas en prisión no sólo por Miláns del Bosch y Torres Rojas, ¡que también... y
mucho!, sino por el propio coronel San Martín, el comandante Pardo Zancada y el capitán Acera. Y e!
recentísimo traslado de San Martín al castillo de la Palma, verdadero bunker granítico en el finisterre de
España.—Pilar URBANO.