Martes 14-junio 77/DIARIO16
Negando la evidencia
Campomanes
Con aumentas de precios que se acercan a tasas anuales del treinta por ciento y llevan camino de
superarlas, con un déficit de la balanza corriente que rondará este ano los cinco mil millones de dólares,
con un paro en aumento continuo y con una producción estancada, nadie pone en duda que la economía
española está pasando por momentos difíciles. Pero, en cambio, las conclusiones que de ahí se sacan
varían mucho. Para unos la amenaza que el estado de la economía representa para nuestro Muro político y
económico es muy grave y son, por tanto, partidarios de que se lleve a cabo un cambio profundo de la
política económica que permita un saneamiento financiero en el plazo de un par de años, periodo mínimo
que hace falta para absorber la inflación, dada la intensidad que ha tomado. Para otros, en cambio, la
situación no es tan grave como pretenden ciertos alarmistas, demasiado propensos a jugar al
catastrofismo, con miras no del todo desinteresadas. Los datos más recientes muestran una cierta mejora
de la producción y sí no fuera por la balanza de pagos la economía española podría recuperarse, con la
consiguiente reducción del paro. La preocupación fundamental debe ser, por tanto, el obtener una
financiación exterior suficiente para tapar uno o dos años el déficit de la balanza de pagos. Ello daría un
respiro al próximo Gobierno para concentrarse en la elaboración de la Constitución, sin incurrir en el
desgaste político de urna operación de saneamiento. Esta política es inviable en la práctica y sólo puede
ser defendida por gentes muy ignorantes en economía. Es inviable, porque ía situación de nuestra balanza
de pagos ao hace sino empeorar, si es que (se consolida la recuperación, por pequeña que ésta sea-
Pretender que la Banca americana nos resuelva el problema es desconocer el mundo en que vivimos.
Quizá EOS siga dando algún dinero por cierto tiempo, pero en cuanto pretendamos pedir lo que
necesitamos nos encontraremos negociando con el Fondo Monetario, que ya sabemos lo que nos va a
decir: cambien ustedes su política monetaria porque, mientras no lo bagan, su balanza de pagos seguirá
empeorando.- Esto as exactamente lo que le ha ocurrido a Italia y lo que sin duda eos ocurrirá a nosotros
también. En realidad, las alternativas reales que tendrá el próximo Gobierno son emprender un programa
de saneamiento o tomar medidas es-tabilizadoras parciales, que no sólo no solucionarían nada a la larga,
sino que aumentarían el coste social del reajuste por el que tarde o temprano tendrá que pasar la economía
española. Una de las consecuencias más graves de esta opción sería el aumento del paro, que
inevitablemente seguirá creciendo mientras las expectativas mflacionistas y la crisis de la inversión
continúen. Si las cosas están claras, ¿por qué hay gentes que siguen hablando de los préstamos exteriores
como del agua milagrosa? Per una razón muy sencilla. Porque en 1977, para llevar a cabo un programa de
saneamiento económico como el que exigen las circunstancias es imprescindible contar con la
colaboración de la izquierda, que evidentemente exigirá para ello que el programa no sea un artilugio para
hacer pagar a la clase obrera el precio de recuperar el equilibrio. Una parte esencial del paquete de
medidas tendría que ser una reforma fiscal que hiciera que, por primera vez en la historia española, las
clases adineradas pagaren los impuestos que legalmente les corresponde, según la propia legislación del
franquismo. Pero la cosa no terminaría ahí, sino que las fuerzas de izquierda pedirían, sin duda, que su
opinión se tuviera en cuenta a la hora de fijar las grandes opciones de la política económica. Algunos
quizá se escandalicen de esta pretensión desmedida de los paludos de izquierda, olvidando que vivimos
en un país donde no hay medida importante que se tome sin hablar con la gran banca o sin tener al menos
muy presente su opinión. ¿Es que don José María Aguare es más importante políticamente en el país que
Felipe González? El cambio que todo esto significaría en la forma de dirigir los asuntos económicos y las
consecuencias que tendría para grupos de intereses muy poderosos explican los esfuerzos de ciertas
gentes para negar la evidencia y el intento de hacer aparecer de catastro-fístas a aquéllos que se limitan a
señalar lo que salta a las ojos.