PROGRAMA SUAREZ:
CENTROIZOUIERDA DE COMPUTADORA
Por Ismael Medina
El propio Suárez lo ha reconocido: la política es la única profesión que le gusta y en la que disfruta.
Lo ha dicho con otras palabras, pero la cuestión no varía. De no haber tenido éxito con la política,
tampoco se hubiera dedicado al Derecho. Sólo dos cosas le interesan sobremanera, y por este orden: la
política y la televisión. Ambas proclividades profesionales se le notan enseguida. Y mucho más en esta
noche de desfile general de candidatos. Esta noche estaba más tenso que nunca, bajo su apariencia de
locutor con recursos. Se le notaba el esfuerzo por vender bien su imagen. Y se hacía evidente, asimismo,
el excelente trabajo realizado en su favor por los técnicos de TVE.
El contenido de su mensaje ha sido vacuo y vulgar. Ha cometido, además, un error imperdonable en un
político fino: el exagerado esfuerzo por convencer que no ha sacado provecho, económico de la política.
Nadie públicamente se lo había echado en cara. Si acaso hubiera algún rumor malicioso rodando por la
calle, no es inteligente que un presidente de Gobierno lo recoja. Los políticos de talla y con talento, sólo
responden a las acusaciones que se les hacen con responsabilidad y seriedad. Pero, además de ser en
apariencia ociosa, la respuesta ha sido tosca. El recurso a la declaración de bienes es una formalidad que
pusieron de moda los más golfos entre los políticos norteamericanos, que por lo general lo son bastante.
Ellos han enseñado profusamente, incluso mediante la paradójica pedagogía cinematográfica de que gusta
el yanqui, sobre las muchas maneras que existen de disimular los beneficios hechos a la sombra del poder,
sin que mancillen la declaración de bienes previa a la toma de posesión.
A Suárez se le ha notado mucho menos la "S" de seguridad, sobre la que pone el acento su propaganda,
que la "S" de supervivir. Pese a que "El País" acogiera su rostro en encarte dominguero e hiciera
desaparecer de sus páginas a mitad de tirada el sondeo de opinión de una agencia, contradictorio en
perjuicio del Centro con el de Sofemasa, el nerviosismo era perceptible ayer en los medios centristas y en
los suburbios presidenciales. A los buenos conocedores de Suárez tampoco les habrá escapado que el
mismo lo estaba cuando gravó su brindis al sol.
Esta mañana circuló el rumor de que en la Moncloa había sido tomada una decisión muy importante.
"Una gran decisión que se aguardaba con ansiedad desde hace días, ha dejado escapar algún conspicuo
del Centro. La ocupación por las Fuerzas Armadas de los punto claves en toda España, estaba prevista.
Aunque en circunstancias normales la movilización de las Fuerzas Armadas es innecesaria, su utilización
ahora ha parecido obvia a la mayoría de los españoles.
Señal evidente de que casi todos estamos convencidos de vivir en una situación anormal. Y ello es así
gracias sobre todo al presidente del Gobierno. En once meses, don Adolfo Suárez ha destruido gran parte
de la autoridad del Estado, ha desmantelado la estructura del Estado de Derecho, ha dejado la calle a
merced de la izquierda marxista, ha entregado sorprendentemente el mundo laboral a unos sindicatos
marxistas escasamente representativos e inequívocamente minoritarios, ha hecho ricos a los
especuladores de la pornografía y el sexo, ha llevado la crisis económica a una situación de paroxismo y,
en fin, ha roto los supuestos de la convivencia social.
La España de las vísperas electorales no es una España normal, sino acusadamente anormal. Por eso el
presidente del Gobierno, débil para defender la Monarquía y el Estado con,los recursos normales del
poder, ha tenido que solicitar de las Fuerzas Armadas una colaboración precautoria que en un proceso
natural de democratización, como el mentido esta noche en su intervención televisiva, habría resultado
innecesario.
Para tranquilizar los ánimos del centrismo se dice que la Moncloa ha recurrido en último extremo a un
oráculo. En vista de las noticias ingratas que llegaban envueltas en las tabulaciones de los sondeos de
opinión técnicamente fiables, se habría recurrido a la más moderna y sofisticada de las pitonisas: la
computadora.
La adivina-computerizada habría garantizado al señor Suárez la ineluctabilidad de una mayoría
centroizquierda montado sobre su emparejamiento con Tierno Galván, a partir del cual habría de
constituirse un Gobierno en el que se diera función de refuerzo a algún partido de ideología marxista más
o menos edulcorada. Pero el más grato pronóstico para Suárez habría sido el del bloqueo de los votos de
Alianza Popular en una tasa acorde con las deseos de la UCD.
En la amanecida del 15 conoceremos si se cumplen las previsiones de la computadora. Aún siendo
posibilidad entre muchas, podría suceder que la computadora adivina acertase. Cosas más extrañas hemos
presenciado en este último año. Para tranquilidad de todos, y del propio presidente, seria aconsejable
prevenir lo excepcional y hacer análoga reserva que cuando accedió al poder: en este caso la intervención
del programa de la computadora electoral por una comisión de técnicos en informática de los partidos en
liza. Desde que existen computadoras que realizan el análisis grafológico, leen la mano y adivinan el
porvenir, nada puede extrañar que las haya también capaces de anticipar los resultados electorales.