ANTE UN NUEVO HORIZONTE
lo largo de más de hora y media los dirigentes de los grandes grupos políticos se han dirigido al
pueblo español, poniéndose en contacto con él a través de ese abrumador medio de comunicación de
masas que es la televisión, aquí todavía experiencia nueva en las campañas electorales. Fue el primero, el
presidente. Adolfo Suárez, que se presenta tras haber sido el hombre que ha conseguido en menos de un
año que en España sea posible la democracia, y que se ofrece para el futuro mostrando la tarea ya hecha y
el camino realizado. Nada se puede hacer en este país de la noche a la mañana —y en esto han coincidido
Suárez y el profesor Tierno Galván—, pero entre todos se hace preciso llegar a una síntesis de las dos
Españas, aquellas que un día, que deseamos sea pasado, se alzaron en lucha cainita iniciada hace más de
ciento cincuenta años. El tiempo aquel en que una España «vieja y tahúr, zaragatera y triste» hacía decir a
Antonio Machado: «—Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de
helarte el corazón.» Hoy se trata de crear una España que, partiendo de cuanto se ha logrado en años de
sacrificio, no parta el corazón ni cueste la vida a nadie y que promueva ese «nuevo horizonte», de
consonancias juveniles y kennedianas, al cual se ha referido ayer el candidato Adolfo Suárez, que habló
igualmente de «una síntesis de las dos Españas». Preciso es que al fin sea posible que se unan los
arandinos y los calderonianos, aunque quede el amargo poso de los liberticidas y los libertarios. España
de la pasión y de la ira» en la cual, «no se puede hacer todo de la noche a la mañana».
SÚAREZ, Tierno, Carri-llo, González, Fraga, Ruiz-Giménez, Conde, Cantarero y otros más han
entrado ayer en los "hogares españoles a través de la pequeña pantalla. Todos y cada uno lleva su
canción, expone su programa, defiende a su partido, desarrolla su especial visión de esta España que nace
con buenos auspicios democráticos. Fraga, desde el ardor de la polémica, pero partiendo de
años de impulso claramente reformista; González, expóniendo cuanto todos deseamos que sea un joven
socialismo a la europea, con más fragancia en la rosa que se abre que dureza en el puño que se cierra;
Carrillo, haciendo brillar la retórica del «eurocomunis-mo» en la luz y-malicia de sus gafas; Ruiz-
Giménez, ofreciendo los modelos continentales de la democracia cristiana... Allí estaba casi todo el
muestrario político haciendo afirmaciones, en veces, su. geridoras, otras, demasiado ensimismadas y
partidarias. Pidió Tierno que «se devuelva el sentido de responsabilidad al país», porque la democracia es
responsabilidad en común y no una tómbola, y Fraga recuerda que «sólo se marcha adelante a partir de lo
que ya se tiene», acaso para hacernos pensar en aquella vieja y misérrima, desangrada y colérica, que
salió desde la nada. Hoy contamos con 23 millones de electores, que es de esperar maduros y que sepan
que para los problemas «no hay varita mágica». Los pueblos forjan su grandeza, desde la libertad, con el
esfuerzo, la disciplina, la abnegación y el trabajó. En la historia y en la política no hay regalos.
ACASO no falten los que en estas últimas horas antes de las elecciones deseen romper la estabilidad y
frustrar el nuevo horizonte a la,democracia. En «esta hora de la verdad» —puede ser o no la frase de
Besteiro, que tanto vale—. detrás de un Estado que acepta la democracia como forma política de vida
están unas Fuerzas Armadas que con su Operación Ariete son la garantía de que la democracia va a llegar
a expresarse en las urnas de acuerdo con unas leyes que, desde el referéndum, han hecho de la reforma
una voluntad nacional proclamada. Todo el abanico de promesas hecho por los candidatos tiene como
suprema garantía esa voluntad de las Fuerzas Armadas de que se acceda a la democracia. La política ha
de actuar dentro de unos marcos, no fuera de ellos, y desde el orden que ha creado la reforma política, el
Ejército, como garantía del orden institucional, es quien en definitiva hará posible la realidad de la
democracia. Cuando salimos de un innegable vacío o transición en las instituciones políticas se requiere
que una fuerza superior garantice que la voluntad nacional no va a ser secuestrada. Hoy, a través de la
Corona y leal al Gobierno que encarna la legalidad, el Ejército está al servicio de la Nación, en la forma
más moderna y atractiva de defender un orden institucional que nace al tiempo de la Corona y del pueblo
de la tradición histórica y de la voluntad democrática. Detrás de las urnas, en invisible presencia, están
unas Fuerzas Armadas sin las cuales hubiera sido imposible el logro de las libertades. Bueno es que esto
se sepa por quienes, ante el Ejército, alimentan quimeras y sueñan con fantasmas.
A suerte está echada,
La campaña electoral ha concluido, y el próximo día 15 llevará a los españoles a su nuevo camino, que es
el mismo que las naciones del Occidente europeo tienen trazado, y en el cual siguen y perseveran con las
naturales .dificultades. Llegamos a una importante etapa en el programa de la Corona y a un primer
desenlace en la reforma política que culmina con el gobierno de Adolfo Suárez. La libertad no es un
regalo, sino el fruto final de un largo episodio históri--co, en cuyo origen los españoles se enfrentaron por
sus opuestos y a veces contradictorios ideales. Ahora se trata de que la confrontación electoral .suceda a
la lucha, la razón a la pasión y la serenidad de todos a las querellas exasperadas. Vamos a hacer otra
España «todos a una», como en el viejo y tormentoso tiempo de nuestras libertades comunales,
renunciando para siempre al garrote incivil, a la ofensa personal y partidaria, al USQ colérico de los
puños y de las armas. Acaso el triunfo absoluto no sea de nadie, pero en el equilibrio de las fuerzas
políticas encontraremos acaso la escuela de moderación que precisa un país que sale de un tormentoso y
polémico pasado Si la moderación sé impone, habremos encontrado un futuro lleno de esperanzas. Si la
moderación fracasa, podríamos haber desperdiciado la más alta ocasión de este siglo para consolidarnos
como nación próspera, libre y democrática. Todo se juega en esas urnas el día de San Modesto. Un buen
santo para la democracia, que no debe subirse a la cabeza, como un vino malo.