TRIO DE ASES
YA están las cartas repartidas. ¿Con cuántas nos quedamos? ¿De cuáles nos dcsc.it-tamos? Mientras
escuchaba por radio este serial político, anticipo del desfile televisivo de la noche, he revivido lo visto y
oído durante eetas dos semanas. Para todos ci eo haber tenido, como se dice, "un respeto". Incluso a los
que no lo merecían, lo que les he quitado de respeto se lo he pagado en humor. A otros creo haberles
mostrado, no sólo respeto y humor, sino afecto, aunque el duro principio del "voto útil" me obligue a
quedarme en el afecto. En loe primeros metros radiofónicos de esta recta tlnal, alguno, como Tierno, ha
cedido el relevo a otros candidatos de su partido, con lo que ha conseguido demostrar que hay qu´enes
pueden ser tan aburridos como 61; lo mismo ha hecho Carrillo, para que añoremos al regocijante
ilusionista que tan bien sabe sacar de su vieja gorra moscovita con qué llenar el aire de palomas. Y,
hablando de sorpresas, ha habido la de Suárez. que al íin habló, pero sólo lo justo para convencernos de
que estaba allí y dejar después que hablasen por él los violines, buscando nuestro descanso y solaz nos
dijeron; lo que entendimos todos fue que el presidente (como Tierno, como Carrillo) se reseivaba para la
intervención posterior, que de un salto le ponga delante cíe los demás corredores.
O de sus má.s cercanos competidoies en el "sprint" final: Fraga y Felipe González.
ME acuso de haber censurado el personalismo del último, olvidando a los otros dos, pero tengo
atenuantes. Por de pronto, ¿quién puede dudar de que el personalismo de Fraga es de Otra naturaleza? De
Fraga se ha dicho que es incombustible, insumergible e inconsumible. Durante la campaña electoral ha
estado en todas partes, ha argumentado, ha vociferado, ha dirigido la circulación, ha expulsado a brazo
limpio a los perturbadores de sus mítines; yo creo que hasta ha engordado. ¿Quién puede pedir cuentas de
personalismo a una montaña, una marea, un terremoto o una inundación?
Con Suárez es diferente; está ya en el plano del líder socialista, como el gitano y el dandi, el señorito de
pueblo y el de capital, pero los dos con la misma táctica de seductores; no apabullan, sonríen; no
fulminan, se insinúan. Pero admítase que Felipe González empezó; que Adolfo Suárez aceptase el desafío
y compareciese con las manos en los bolsillos y el aire displicente del que se encara con su rival era
inevitable y, en cierto modo, legítima defensa.
En todo caso, personalismo hemos tenido, pero ¿qué otra cosa podía esperarse? No había experiencia de
partidos ni ha habido tiempo de que elaborasen auténticos programas y menos de que el pueblo se
enterase de ellos Naturalmente, el pueblo se ha ido tras las personas en las que ha visto reflejadas las tres
grandes opciones del país; que estas opciones sí las percibe claramente
¿QUE pueden estas opciones y qué puede el país esperar de esas personas? Tengo a Fraga por todo un
hombre de gobierno y un mal político; mejor, por eso, para hacer cosa.s que para concordar voluntades.
Veo a Suárez cerno un político nato, maniobrero irresistible, probablemente insustituible por eso cuando,
como ahora, se trata de conciliar y de avanzar por la cuerda floja sin perder pie; aunque esté por ver si,
llegado el caso, sabría ser gobernante de resistencias. En cuanto a Felipe Gonzalez. elaro es que tiene que
ser rigurosamente inédito como hombre de gobierno, pero como político no ha ido sino de torpeza en
torpeza, de rectificación en rectificación, aunque se haya beneficiado de] movimiento de resaca que a
tanto- ha llevado hasta el socialismo y n él le ha puesto delante; con lo cual no le niego capacidad de
apiender si le dan tiempo, poro explica que. así como las opciones de derecha y de centro aparecen
fie´mente reflejadas en sus líderes éVl socialismo da Felipe González todavía no sabemos (ni siquiera
después de sus palabras por radio, porque aún sólo son eso: palabras) qué es lo que en definitiva
prevalecerá: si el puño o la rosa.
Que .se*» la rosa; que estos tres ases par;i el futuro acaben en tríptico complementario y no en banderas
enfrentadas no sólo depende de ellos, sino tlel puesto en que los sitúe v de la fneiza que les dé el cuerpo
electoral: principalmente, de que el núcleo de votos moderados sea suficiente para que, contrariamente a
lo que ha pasado en nuestra historia, la at> acción moderada pueda vencer a la terrible pasión disocladora
cíe ¡os extremos.
Tres bustos políticos que hoy. a veinticuatro horas de las elecciones, están en primer plano; pero acabar
de modelarlos está en tus manos, pueblo español. Para ti será, por eso, mi comentario final.
NEMO