JUEVES 11-6-87
ABC, pág. 35
DURO CASTIGO AL PARTIDO SOCIALISTA
LA pérdida de la mayoría absoluta del PSOE en varias demarcaciones importantes es en sí misma una
buena noticia, pues prorrogar los ocho años de prepotencia no parece lo más conveniente para la
estabilidad y consolidación de la democracia. Sin embarga, no podemos considerar completamente
satisfactorio ese resultado, pues en algunas de esas demarcaciones el voto ha virado a babor, y del
retroceso del PSOE se han beneficiado los comunistas. Ello abre lina grave incógnita a la política
española. Si el partido del señor González pacta con los comunistas -en contra de la posición más habitual
de los socialismos democráticos europeos— la radicalización que ese pacto supondría alteraría de forma
profunda la moderación general que ha presidido la vida política de nuestra nación desde las primeras
elecciones democráticas. El retroceso socialista con relación a las elecciones de 1986, y no digamos con
relación a 1982, supone un castigo considerable del electorado a la gestión del PSOE. Aún así, habrá que
reconocer que la formación del señor González se mantiene como indiscutible primer partido de la nación
y que constituye una soberbia máquina de atraer votos.
TUNTO al retroceso socia-lista y el crecimiento de Izquierda Unida es. necesario resaltar, en un primer
análisis de urgencia, el avance del CDS, que, aunque menor del esperado por Adolfo "Suarez, ha situado a
este partido en el tercer lugar del país. Alianza Popular ha mantenido con parciales retrocesos su
situación si tenemos en cuenta que este partido se presentó en coalición en anteriores elecciones y que
algunos de los partidos re-gionalistas, antes coaligados, han obtenido una votación considerable. Aún así
no se puede considerar el estancamiento un buen resultado para un partido de oposición. En todo caso
queda una vez más nítidamente clara la realidad que hemos subrayado en numerosas ocasiones: la
necesidad dé que la derecha coordine sus fuerzas con el centro y los partidos regionales de ideología
centrista, liberal o conservadora, si se quiere constituir una auténtica alterna^ tiva al PSOE. Son muchas
las ciudades en las que esa coordinación de fuerzas arrebataría ya el poder a los socialistas.
DENTRO de la normalidad democrática que ha presidido la jornada, es lástima tener que subrayar las no
pocas irregularidades del censo que han motivado un número considerablemente alto de protestas:
ciudadanos excluidos de las listas, anomalías en algunas demarcaciones y la sospecha inevitable de
duplicados y triplicados, es decir, de gentes censadas en dos o más distritos. Parece imprescindible para
las próximas elecciones garantizar la pureza y perfección del censo. Prueba de esta inquietud extendida es
el hecho de que AP, primer partido de la oposición, haya estudiado en la noche de ayer una impugnación
generalizada de los resultados. Desde el exterior, esta triple campaña (en la que, todos lo sabemos, no se
juega el destino de la nación) ha sorprendido a no pocos observadores extranjeros. Parece, en efecto, que
el partido en él Gobierno ha consumido él solo más espacios impresos, vallas, carteles y demás
parafernalia electoral que todos los demás partidos. Este alarde de recursos materiales, considerado por
los demás partidos como un abuso, no puede dejar de acogerse con sorpresa por los cronistas europeos,
que carecen de equivalentes comparables al caso español de los últimos cinco años. Esto, por supuesto, no
enturbia la limpieza de la elección, pero es preciso reconocer que no contribuye a crear un clima de pugna
electoral equitativo y abierto. El partido del Gobierno se ha concedido a sí mismo espacios demasiado
favorables. Hay, sin embargo, que volver sobre el fondo de lo que significa el día de ayer: se-ha celebrado
en España una nueva jornada electoral y .el hábito de acudir a las urnas —único sistema conocido hasta la
fecha para expresar cada voluntad individual— se ha reafirmado una vez más. Un régimen democrático
es como una complicada máquina de relojería, en la que interviene no sólo el sufragio popular, sino otros
muchos engranajes que se controlan y equilibran entre sí. Ese sistema necesita tiempo: largas décadas o
algunos siglos, como en los casos ejemplares de Gran Bretaña o Suiza. Lo importante es que en España se
ha ejercido ayer el de-, recho al voto con serenidad, con tranquila normalidad democrática. Estamos en él
principio de un largo proceso al que todos los sectores de la nación están llamados a contribuir con
tenacidad.
SERIA preocupante que al cabo de una campaña electoral no recusable, pero tampoco ejemplar, optara el
PSOE, como decimos más arriba, por llegar a un acuerdo con. los representantes comunistas, tanto en
Ayuntamientos como en algunos Gobiernos autonómicos. Privado de su mayoría absoluta en algunos
Municipios y autonomías, el Partí1 do Socialista Español debe despejar con toda claridad la única duda
verdaderamente grave. Y debe aclarar si optará por seguir el modelo de los socialistas italianos —por
poner un ejemplo de socialismo enfrentado a los comunistas— o si optará en este difícil momento
europeo por pactar con los partidos comunistas. A la hora de escribir estas conclusiones los datos son
todavía incompletos, pero hay información suficiente para conocer las grandes tendencias del voto de
ayer. Y es importante subrayar que la radiografía electoral de España se aleja preocupantemente del
denominador común que caracteriza al conjunto democrático integrado en la Comunidad Europea.
España, sus tendencias de voto, se muestra hoy sorprendentemente alejada de sus vecino^ mediterráneos,
franceses e italianos, por ejemplo; por no áe-cir radicalmente distante de las democracias más estables y
dignas de emulación. Estamos todavía en plena transición: no hay partidos lo bastante consolidados ni
equidad suficiente en el juego democrático, especialmente en el terreno de la televisión, la propaganda y
las asignaciones de dinero público adjudicadas a los partidos. Nuestra democracia es todavía incipiente,
frágil y contradictoria. Es una larga etapa que España debe atravesar sin dejarse tentar por la aventura.
Hoy sería excesivamente aventurado apoyar tan sólo la base del poder en las pequeñas fracciones de la
izquierda radical y en el Partido Socialista.