ELECCIONES
El PSOE pierde poder
LAS dos de la madrugada, y sin atisbo de resultados oficiales. Perezosa, estuporosa, o miedosa, la
maquinita del escrutinio electrónico del Gobierno no emite, no arroja los definitivos datos. Como ya me
conozco el percal, puedo decir lo que en estos momentos piensan los españoles que se han quedado en
vigilia ante el televisor: ¿no informan? luego... pierden. El triple marcador del PSOE indica descenso en
todos los frentes: en el municipal, en el autonómico y en el europeo. En los comicios del Parlamento
Europeo, que es donde, con la apariencia del bulto sin perfiles, han cantado victoria, es subrayable el
retroceso socialista, ya se tomen como referencia los eurodiputados que tenían, en virtud de los escácanos
nacionales del 82, ya se estimen como punto referente sus resultados del 86. Incluso este último punto de
vista les es más adverso. Los 28 asientos obtenidos, sobre un total de 60, se pueden traducir o como adiós
a la mayoría absoluta, o como haber perdido el 13,33 por 100 de los votos populares, o aún más
gráficamente: como si de los actuales 185 escaños que disfrutan en el Congreso de los Diputados
hubiesen pasado a tener sólo 126. Abreviado: fuerte bajón en el electorado de circunscripción nacional. Y
aún más acentuadas las pérdidas en el orden municipal. El socialismo deja de ser fuerza mayor en las
grandes ciudades: Madrid, Sevilla, Valencia, Valladolid, Zaragoza... Esta pérdida de poder-político por
cuanto acarrea serios deprimentes en el poder-clientelar de los munícipes, sitúa al PSOE en la posición
que Adolfo Suárez definió como de «irreversible declive», cara a las elecciones generales del 90.
Aunque sobre el éter de la ignorancia de datos oficiales concluyeníes, sigo rastreando la orografía del
nuevo mapa (puzzle, diña yo) de fuerzas políticas. Alianza Popular también experimenta importantes
bajas de aceptación. Aquí es de justicia distinguir los dos «tirones» que debiendo estar en concierto
resultaron desajustados, inarmónicos y, al fin, se quiera o no, confrontados: AP bajo el liderazgo de
Mancha, en trece autonomías y ocho mil y pico municipios, ha consecha-do peores resultados que AP en
esos mismos lares cuando la capitaneaba Fraga. Y es evidente que la eurolista encabezada por don
Manuel ha remontado de 13 a 17 (quizá 18) escaños. En este pulso librado «sotto-uoce» entre el
carismático fundador y el joven aspirante-a-líder, es claro que «Fraga arrastra más». Pero, con todo, una
vez más AP sigue sin conseguir beneficiarse de «lo que pierde el adversario». Las noticias electorales, a
más del declinar socialista, en síntesis son éstas: La fulgurante ascensión del CDS de Suárez, que se nutre
de votos del PSOE, del PDP (los absorbe en su casi totalidad) y de AP. La afirmación, al alza, de
Izquierda Unida, que podrá arbitrar nuevas composiciones de Gobierno... o negar su apoyo al PSOE,
dejándole al pairo y en minoría solitaria en no pocos ayuntamientos. La expansión de Herri Batasuna,
dentro y fuera del País Vasco, con presencia asegurada en Estrasburgo. Y el despegue, con pujante
musculatura, de los partidos regionales en Aragón, Andalucía, Navarra, Valencia, Canarias...
Todo ello lleva a varias conclusiones. Una, el pueblo cuando quiere castiga a sus gobernantes. Esta vez ha
querido. Dos, se ha votado en cantidad, con nuevos porcentajes de participación más altos hasta la fecha,
y se ha conseguido romper la inercia de un falso bipartidismo. Tres, el nuevo diseño político nos retrotrae
al año 79 con cuatro o más fuerzas protagonistas de precarios equilibrios en cada punto del mapa; mapa
que se torna tan ágil como frágil y necesitado de pactos y consensos. Y cuatro, la sociedad ha querido
retratarse tal como es: plural. Es decir, los españoles «se han movido»; se han movido... pero han salido
en la foto.