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OPINIÓN
EL PAÍS, lunes 1 de diciembre de 1986
Un panorama preocúpame
Los RESULTADOS -aún provisionales- de las elecciones celebradas ayer en el País Vasco ponen
os relieve la imposibilidad de que ya nadie gobierne en solitario en la comunidad autónoma. Ojalá
no indiquen ia imposibilidad de que nadie gobierne a secas. Los dos partidos mayoritarios, el PSE-PSOE
y el PNV (que no sale precisamente airoso de la prueba}, lian de buscar, no obstante, acuerdos y
pactos razonables que permitan esa gobernabilidad de Euskadi después tic íí/íos comicios que han
puesto íL relieve las profundas fisuras y quiebras en la sociedad vasca
La simple lectura de los resultados electorales no anima precisamente a] optimismo. El hecho de que
el PSOE obtenga Ja mayoría de los escaños, pese a que el PNV sea el partido más votado, no facilitará
tampoco las cosas, sobre todo porque apenas ha habido un crecimiento electoral de los socialistas.
Sólo la escisión del PNV ha hecho posible esa victoria relativa dei PSOE, por lo que cualquier lectura
triunfalista deí hecho es, además de ingenua, petigrosa.A la hora de cerrar esta edición es imposible
establecer ninguna previsión fiable sobre qué tipo de coalición se hará cargo del poder en el País Vasco
y quién ha de ser e! nuevo lendakari, aunque parece que Txiki Benegas intentará formar Gobierno. Pero
está bien claro que só!o si los líderes son capaces de renunciar a sus posicionamientos de principio y
de buscar soluciones pragmáticas, el País Vasco podrá resolver la severa crisis política, económica y
social por la que atraviesa.
Dos hechos saltan a la vista después de una primera lectura de lo sucedido ayer: el hundimiento de
Coalición Popular y de lo que podríamos llamar [a derecha españolista, y el crecimiento de Euskadiko
Ezkerra (EE) y Herri Batasuna. La mejora de posiciones de EE parece deberse a un trasvase de votos
socialistas a este partido, mientras que el PSOE -en tanto que representante de los intereses no
nacionalistas- se habría beneficiado de los votos fugados de la derecha que no hayan ido al CDS de
Suárez. Por lo demás, es claro que la escisión del PNV ha repartido casi con exactitud entre este
partido y EA (de Garaikoetxea) a su electorado clásico.
El crecimiento de Herri Batasuna puede deberse en parte a la incorporación de 75.000 votos al censo,
pero en cualquier caso representa el fracaso de la política del PNV en el Gobierno de Vitoria y de la
del PSOE en el de Madrid. Por desagradable que sea que el partido para quien ETA recomienda el voto
suba de forma semejante, éste es un dato que ha que ser inexcusablemente tenido en cuenta, al
margen de cuál sea la actitud de asistencia o no a las instituciones parlamentarias por parte de los
diputados de HB.
Una lección obvia de los comicios es la de que no hay solución para Euskadi fuera de un impulso
racional y definitivo a las instituciones de autogobierno. Los desplantes ante la judicatura por parte
de las fuerzas de orden público, la permanencia de casos de malos tratos o torturas, las dubitaciones
a la hora de poner en práctica el Estatuto de Gernika, la insistencia en la aplicación de la ley
antiterrorista y el planteamiento desde el Estado de las relaciones políticas en el País Vasco como
si se tratara de una película entre buenos y malos no conducen, según se ve, sino a un apoyo
fortalecido del radicalismo abertzale. Al mismo tiempo, el fracaso del modelo impulsado por el PNV y
las reyertas personales que han contribuido al cisma de ese partido son igualmente responsables de
la fragmentación social y política, que configuran un panorama casi caótico.
Por eso se puede y se debe pedir hoy un esfuerzo de cordura que lleve, en plazo urgente, a
instrumentar una política autonómica exenta de victimismos y dobles lenguajes, que deposite sin
ambigüedades el poder en manos de las instituciones de autogobierno. El País Vasco no podrá
recuperarse fácilmente mientras continúe la dialéctica, a veces real y a veces oportunista, de los
agravios con Madrid. El Estado debe permanecer en la comunidad autónoma de la forma y manera
que el Estatuto de Gernika prevé, pero debe ayudar a consolidar de manera también urgente las
instituciones vascas para que éstas puedan hace: frente a la situación interna de Euskadi. Una
rectificación severa en la política llevada a cabo por el Ministerio del Interior es, en este punto,
indispensable.
Todo ello no significa que !a salida de ia crisis sea sencilla ni que no haya motivos para la
preocupación.
Cuando sectores amplios cié la población vasca se pronuncian abiertamente por posturas
independentistas, cuando no por posiciones que avalan el uso de la violencia política, no conduciría
a nada tratar de minimizar la importancia del hecho. Tampoco sería admisible, no obstante, que esa
minoría, por abultada que sea, pretenda erigirse como portavoz de los deseos de todo e! pueblo
vasco.