La democracia formal insuficiente
José Luis Espejo Saavedra
(Ex miembro del Comité Ejecutivo del PSA)
La situación en Andalucía no ha mejorado nada con el arriba-miento de la democracia formal. El paro ha
crecido, la inversión productiva prácticamente no existe, los andaluces siguen abandonando su país en
busca del trabajo en otros lares, y el arrasamiento y la alineación cultural del pueblo andaluz continúan su
marcha implacable.
Los problemas coyunturales refuerzan la situación estructural de dependencia exterior y las perspectivas
son sombrías.
¿Cómo luchar contra la situación anterior? ¿cómo torcer el curso de la historia, que parece querer dar la
razón a la filosofía de nuestros antepasados árabes cuando decían que "todo está escrito"? Sólo hay un
camino y no es nuevo: construir el mecanismo de autodefensa natural de cualquier colectividad histórica.
Este mecanismo no es otro que la conciencia de ser precisamente esa comunidad histórica, la conciencia
de ser pueblo andaluz.
¿Quién se encarga, a quién corresponde en Andalucía dotar al pueblo de un conciencia necesaria, quién
debe impulsar su constante desarrallo? En nuestra opinión son las instituciones representativas de la parte
del pueblo que sufre las consecuencias de su alienación como tal: los partidos políticos populares, los
partidos de los trabajadores.
Lógicamente, cuanto más poderosos sean estos partidos, mayor su arrastre de masas y mas nutrida su
presencia en los órganos de representación y debate del Estado, mayores serán también las posibilidades
de que el pueblo andaluz adquiera rápidamente el grado de concienciacion indispensable para poder
organizar la defensa de sus intereses colectivos específicos.
En el caso de Andalucía y en el de otras regiones cuya conciencia de la propia identidad tiene un bajo
nivel es necesaria la presencia de partidos políticos autóctonos, en tanto los estatales de estructura
centralizada no dispongan de esquemas organizativos adaptados a las necesidades históricas de sus
respectivos pueblos.
Afortunadamente, los partidos obreros históricos parecen decididos a "regionalizarse" seriamente y a
dotar de instrumentos mas poderosos a los países del Estado español en los que operan. Exigir de la clase
obrera, con sus urgentes necesidades, que espere a que los partidos autónomos consigan invertir a su
favor la correlación de fuerzas con los partidos estatales, que se ha puesto de manifiesto el 15 de junio, no
parece lo más racional y quizá seria de mayor utilidad el acuerdo entre ambas clases de estrategias.
La autonomía requerida debe ser similar para todos, permitiendo que en el futuro puedan los pueblos de
España no sólo mantener su cultura y su idiosincrasia, sino también evitar la explotación e incluso el
simple saqueo a que algunos de ellos han sido sistemáticamente sometidos en las últimas décadas.
La autonomía debe de ser tal que evite el separatismo, sobre todo teniendo en cuenta que las zonas del
Estado en las que puede haber brotes de este tipo son aquellas que históricamente, y gracias al
intercambio desigual en que se apoya el modo de producción capitalista, más se han aprovechado del
esquilamiento de los pueblos españoles que debido a ello permanecen en el subdesarrollo.
Una vez todos iguales jurídica y económicamente, cada cual será libre de autodeterminarse, antes y si
previamente no tiene tugar la restitución de la riqueza extraída a los pueblos subdesariollados que han
sufrido el expoho de los ricos, pensamos que nadie tiene derecho a autosepararse.