Publicamos aquí, en su día, un anteproyecto de posible ley de Divorcio para nuestro país, que nos redactó
el prestigioso abogado madrileño don luis Zorroluqui, y además incluimos un cuestionario con el fin de
que nuestros lectores participaran democráticamente, de alguna manera, en el tema, enviándonos sus
contestaciones. Podemos asegurar que, en términos generales, las cartas son positivas a la implantación
del divorcio en España, aunque no faltan quienes lo impugnan, y algunos hasta muy fervientemente.
Hoy pretendemos resaltar, entre otras, las circunstancias siguientes:
La Asociación de Mujeres Divorciadas de Barcelona te suyo nuestro anteproyecto
LAS cartas de asentimiento a ¡a ley cié Divorcio, aunque proceden de todas las regiones españolas, son
más numerosas las que nos remiten desde Cataluña y desde Valencia.
• Las cartas con sí al divorcio suelen estar redactadas con mayor naturalidad y como sin ira. En
las que se vota no al divorcio se aprecian la ira, la incomprensión, la inmisericordia y los dogmatismos.
• Comprobamos con admiración y reconocimiento que la Asociación de Mujeres Divorciadas de
Barcelona, en trámites de legalización en la actualidad, ha hecho suyo, de alguna manera, nuestro
proyecto de ley de Divorcio y su correspondiente encuesta. Su secretaría nos ha hecho llegar la
siguiente nota: «En nombre de nuestra asociación, le adjunto relación de firmas, con su respectiva
identificación, en apoyo de la ley de Divorcio.» Nos adjunta., por ei momento, 22 pliegos con firmas
corres pondientes a hombres y mujeres, aunque ni unas ni otros estén inscritos en la asociación.
INSTITUCIÓN NATURAL
«No soy partidario del divorcio: ni para los cristianos ni para los no cristianos. Sencillamente, porque el
matrimonio es una institución natural: la forma más justa de relación sexual entre la pareja humana y, por
tanto, ha de ser única e indivisible. Esta es la respuesta de uno de tantos cientos de miles de españoles que
opinan así.» (N. G. V.)
LA MUERTE SOLA
«Estoy totalmente en contra del divorcio y si hubiera un referéndum sobre la ley civil de divorcio, votaría
NO por las siguientes razones:
1. E} vínculo matrimonial es intrínsecamente indisoluble, aun en el caso de adulterio.
2. El matrimonio válido, rato y consumado, no puede ser disuelto por ninguna autoridad civil ni
eclesiástica, fuera de la muerte de uno de los cónyuges.
3. La autoridad civil y eclesiástica debe legislar, si quiere ser justa, de acuerdo con la verdad y nunca
en contra de ella, a pesar de las situaciones dolorosas, que lamento sinceramente, en las que puedan
encontrarse algunos de sus subditos.
4. La verdad es verdad por sí misma y no como resultado de una. mayoría que la acepte.
Permítaseme un sencillo ejemplo: si dos y dos son cuatro, seguirán siendo cuatro, aunque en un
grupo de cinco amigos, tres de ellos votaran que eran seis. Apliqúese el ejemplo al tema del
divorcio.
5. Es una falacia, no una razón, el «argumento» tan usado en favor del divorcio, según el cual los
divorciados que contrajeran nuevo «matrimonio» podrían ser felices y rehacer sus vidas Basta
mirar a las naciones en las que la ley civil de divorcio está admitida.
6.
Quisiera terminar esta carta pidiendo, por favor, que no se engañe a la gente s e n ci 11 a, haciéndoles
creer,, de una manera o de otra, que lo de admitirse o no el divorcio depende de que la Iglesia ceda en esta
cuestión. La Iglesia no tiene poder para ceder, como todo cristiano bien formado sabe perfectamente> (A.
M. S.)
DESTRUCCIÓN DE LA FAMILIA
«Dice Jesucristo en el Evangelio de San Marcos (10,9): "Lo que Dios unió no lo separe el hombre." Dice
Pío XI, en su Encíclica "Casíi Connubii"... "que el matrimonio no fue instituido, ni restaurado por obra de
¡os hombres, sino por obra divina, que no fue protegido, confirmado ni elevado con leyes humanas, sino
con leyes del mismo Dios, autor de la naturaleza, y de Cristo Señor, redentor de la misma, y ´ que, por
tanto, sus leyes no pueden estar sujetas al arbitrio de ningún hombre, ni siquiera al acuerdo contrario de
los mismos cónyuges. Esta es la doctrina de la Sagrada Escritura..." Es absurdo que el hombre, en su
egoísmo, trate de someter a plebiscito las leyes de Dios dictadas en su infinita sabiduría para proteger la
sociedad humana . en su célula básica: la familia. La experiencia demuestra que la solución aparente de
algunos de los tristes casos que contempla el proyecto, no compensan el enorme daño que se causa a los
hijos, verdadero fin primordial del matrimonio, y que es olvidado completamente en el proyecto4 de ley
que proponen. En resumen, e] proyecto, de llevarse a efecto, llevaría consigo la destrucción de la
familia.» (A. A., padre de doce hijos.)
MADUREZ Y SERENIDAD
«No soy partidario del divorcio. Teniendo en cuenta la doctrina d-e la Iglesia en toda su doctrina,
confirmada sin lugar a dudas por el Papa actual (mostrando su profundo disgusto al ser aprobado en Italia
el proyecto correspondiente, por cierto con poca limpieza democrática), el derecho natural, el derecho
divino y hasta la razón humana en cuanto nos dice si reflexionamos con seriedad, madurez y autenticidad
los enormes males de todo orden que ocasionaría el poder casarse y descasarse- por un simple acto
torcido de voluntad, reflejo de un egoísmo y falta de generosidad sin límites, así como la nefasta
experiencia de los países que lo tienen instituido, mi respuesta es rotundamente negativa. ¿Qué haríamos
con los hijos? Cualquier persona medianamente inteligente puede darse cuenta de que serían huérfanos de
amor y estarían abocados a las mayores degradaciones por culpa de la falta de comprensión y verdadero
amor de sus padres y de los «adelantados», los «lógicos», los -«europeos», etcétera..., --máxime cuando
por razón de su ministerio están obligados a dar ejemplo de obediencia al Papa y a su jerarquía, de
fidelidad a la doctrina y de otras muchas cosas. Dios pedirá cuenta a todos... ¡Las únicas soluciones
válidas son las que la iglesia ha dado siempre: en casos extremos, separación, pero no anulación del
vínculo matrimonial con la consiguiente imposibilidad de volver a contraer nuevo matrimonio, en
evitación de convertirlo en un vulgar mercado de ganado, con todos mis respetos... Cualquier proyecto de
ley de divorcio me parece en todo caso incorrecto y altamente pernicioso para la convivencia en una
sociedad democrática y pluralista a la que se aspira, pues ataca las raíces mismas de la sociedad, tratando
de destruir la familia y condenar ,a la frustración a muchos ciudadanos jóvenes y niños. Rompería en mil
pedazos el anteproyecto propuesto, considerándolos como un mal momento de su autor.» (A. G. M.).
PUEBLO 18 de febrero de 1977