Hilo directo
Una campaña de insultos
No sólo Quintillano, también Catón, esbozando la imagen del político, le exigía la hombría de bien
acuñada en el «vir bonus». Un cronista parlamentarlo de las Cortes republicanas españolas, cuando sus
señorías abandonaban la etiqueta de la dialéctica de las palabras para llegar al enfrentamiento de las
bofetadas físicas escribió una gráfica aleluya: «Del vir bonus de Catón, al discurso de morrón». Se crispó
entonces el Parlamento, Y se crispó el pueblo. Ahora, en plena campaña electoral, asistimos con inquietud
a un «calentamiento» no grato, de agresiones verbales, de navajeos, impropios de hombres públicos que
andan recaudando el voto para instrumentar la gobernación del país.
Sin elegancia y sin estilo ético estamos viendo brillar las navajas aceradas, hirientes, que además utilizan
el vehículo transmisor del Periodismo en un juego deplorable de andanadas orales. Sería comprensible la
estrategia, legitima, de denunciar y criticar los unos las ofertas programáticas de los otros; pero resulta
lamentable y desedificante que tanta agresividad, más que contra las ofertas rivales, se descargue contra
los oferentes adversarios.
¿Imaginan los candidatos que estas «calenturas» de campaña por endurecimiento en la agresión pueden
relanzar su imagen hacia el electorado? El pueblo espectador es muchísimo más cuerdo, y lo será a la
hora de administrar su único capital democrático: su «tesoro» del voto.
Estos últimos días... Arzallus increpa a Mú-gica: «Tenemos que hablar de la LOAPA y del general
Armada... porque ahí estuvieron los socialistas metidos hasta el cuezo.» Y Múgica replica: «¡Arzallus es
un chorizo!» Fraga llama «frivolo y oportunista» a Suárez. Y Suárez, en recurso al pasado, contesta: ¿No
me ha perdonado que yo fuese presidente del Gobierno.» El ministro de Hacienda, García Añoveros,
arremete contra Fraga: «Si gana, empezarán a prepararse las condiciones del golpe.» Inmediatamente,
Fraga: «Quien dice eso es un cretino... o habla de mala fe.» Carrillo afila su daga contra Felipe González:
«Felipe pasará, yo pasaré... pero los trabajadores comunistas y socialistas tendrán que entenderse...», todo
ello salpicado de arañazos y epítetos contra el líder socialista «que pretende aislarme y dejarme sin grupo
parlamentario». Felipe se harta y suelta: «Carrillo es un pequeño saco lleno de maldades... Está
traicionando al socialismo, como hace más de cuarenta años traicionó a su padre. Así que con su crítica
me honra, ¿está claro?»
Fraga parece el acerico de todos los alfilerazos. «Psiquiatra de golpistas» le llama Alfonso Guerra,
después de haber comentado con soma »el debate de los líderes con Felipe tendría que ser televisado...,
¡no hay qua privar a) pueblo del placer de ver la cara de Leopoldo!». Felipe, a su vez, se congratula de
que «Fraga intente meter en la Constitución a todos los "ultras" franquistas..., pero lo que hace falta es
que se meta él también, porque siempre está en el filo de la navaja diciendo que hay que reformar la
Constitución». Fraga responde con un displicente, pero dolido: «Felipe es infantil... y vive en el terreno de
la utopía, sin perspectiva histórica.»
Más moderado en sus dardos, Adolfo Suárez encajó en silencio las críticas públicas de otros candidatos a
sus «chapucerías y debilidades de Gobierno». Pero anteayer, en Zaragoza, abrió la espita del desahogo:
«Fraga tiene tantas cosas en la cabeza que no le cabe el sentido común.» Y, o me falla la memoria, o ese
insulto no es siquiera original de Suárez: Alfonso Guerra lo inventó ya hace algún tiempo. Le preguntan
al duque si le preocupa que Calvo-Sotelo entre en la campaña para reforzar a UCD: «A mí no... al que
tendría que preocuparle es a Landelino.» En simultáneo, Fraga ataca a UCD: «Está destrozada. Ya no es
un partido: son seis... Dos de sus presidentes (Suárez y Sahagún) se han marchado a otro partido... Ahora
han tenido que retirar a Calvo-Sotelo y sustituirlo por Lavilla...
Felipe González, en Orense, aludiendo a Pío Cabanillas, como «político incombustible» y «ministro
permanente», llega a decir: «No sé yo si, cuando gobernemos los socialistas, podremos librarnos de tener
a Pío Cabanillas en el Gobierno...» Blas Pinar tampoco queda a la zaga en el juego de las puyas. En
Madrid, y refiriéndose a Fraga, decía: «Cuando era embajador en Londres comía con Tierno Galván.
Luego le dio el pasaporte español a Carrillo. Así que... ¡no venga ahora diciendo que el socialismo es
malo!» Fraga califica a Herri Batasuna, en su conjunto, como «mala gente... mala tropa», y Arzallus iba
aún más allá: «HB es un hijo rebelde, un hijo torcido... el radicalismo nunca traerá soluciones.» Y de
Euskadiko Ezkerra: «cada vez es más Ezke-rra y menos Euskadi...». En réplica a las constantes invectivas
de Fraga sobre su «inmadurez política», Felipe González llegó a decir: «Si nosotros no estamos maduros,
ellos están podridos.»
Y rompo aquí el memorial de agravios mutuos, que oxida, entenebrece, crispa y empequeñece esta
contienda electoral. Landelino Lavilla, hasta hoy al menos, ha permanecido al margen de esa fangosa
dialéctica. También Fraga quiso «no caer en esa trampa de contestar a quienes me provocan y tratan de
violentarme»..., pero le pudo el temperamento y se arremangó para repartir leña caliente. —Pilar
URBANO.