«Queridos adversarios...», dijo en La Palma a los reventadores de su mitin
Landelino Lavilla, transfigurado en contundencia y seguridad
LÉRIDA (Carlos Dávila, enviado especial). El síndrome del debate callenta los cerebros de
todos los líderes políticos. Se ha repetido tantas veces que las elecciones se ganan en
televisión y se ha recordado con tanta insistencia la «aparición del miedo», protagonizada por
Suárez en el 79, que no hay candidato importante que se precie que no quiera discutir con sus
contrincantes, en la seguridad —creen ellos— de que su enorme ingenio pulverizará la escasa
—creen ellos— preparación de los demás.
Pero los debates van a ser difíciles, a pesar de que el criticado Nasarre, ya en la cuerda floja,
consulta y consulta para ver si el superpolitizado Consejo de administración tiene a bien dar su
venia para celebrar los tales debates. Nasarre sufre la primera moción de censura venida
cruelmente del pudoroso pero incoherente Escudero, un subdito de Suárez que antes fue de
UCD y que ha decidido criticar a quien hasta hace muy poco tiempo fue su compañero de par-
tido, todo por un «quítame o ponme ahí unas imágenes».
Landelino Lavilla, que ha salido fortalecido en su moral política de Canarias, no está dispuesto
a someterse al «tercer grado». Con evidente razón descubre el juego inteligente de Felipe
González y dice algo así como esto: «El candidato socialista no es todavía nadie para sentarse
en un sitial preferente y observar cómo los demás pasamos a consulta.» La observación deí
presidente de UCD es gráfica y acertada. Yo me imagino al «cerebro» Guerra aconsejando a
su protegido González: «Que te los vayan echando uno a uno.» Como táctica para que nunca
se celebren los susodichos debates hay que reconocer que es impecable. Lavilla asegura por
eso, una y otra vez, que él no caerá en la trampa y que no se someterá a la presión socialista,
que impone condiciones de escenario, fondo, forma e incluso día y hora. Los candidatos del
PSOE salieron en esta campaña como triunfadores y no aceptan la confrontación de igual a
igual. «Es que no lo somos», pensarán ellos; y son muy dueños de creerlo.
Tanta es fa debilidad con que ha partido UCD el día 6 que cualquier acto de esperanza parece
óptimo para los centristas que aún permanecen en el partido. Desde luego, lo de Canarias ni ha
sido un espejismo ni ha dado la imagen de un partido minoritario que celebra mítines elitistas.
Como, además, Landelino Lavilla se ha desmelenado y se faja como un principiante en los
actos políticos, existe una nueva confianza en este partido que en esta ocasión no aspira a
ganar. Quizá en la campaña Lavilla es el que mayor número de mensajes transmite a los que le
quieren escuchar. Y to hace en todos los lugares, no sólo en los grandes recintos con luz,
Prensa y televisión.
«QUERIDOS ADVERSARIOS...» Por ejemplo, en un teatro circular y de semejanza colonial en
la preciosa isla canaria de La Palma. Allí, el presidente de UCD se extendió más de tres
cuartos de hora en explicar a un auditorio nada fácil que el cambio que representan y por el que
dicen apostar los socialistas no es tal. «Nosotros hicimos la modificación del modelo de Estado;
y sí los socialistas no quieren hacer la de sociedad, entonces, ¿de qué hablan?»
Como el PSOE no está dispuesto a responder, porque nada peor para sus aspiraciones de
victoria que entrar en polémicas de las que puedan resultar escaldados, Landelino Lavilla se
contenta a sí mismo en un ejercicio dialéctico perfectamente inútil, porque no tiene la debida
acogida en los rivales, pero aprovechable para reflexión de los oyentes.
El PSOE, o mejor dicho alguno de sus fieles menos disciplinados, quiso en La Palma reventar
literalmente el festival centrista. Landelino Lavilla se subió al estrado, les llamó «queridos
adversarios», les amonestó con mayor violencia que la que suele utilizar Tierno Galván en sus
admoniciones casi frailunas y los espectadores renuentes que intentaban aguar la fiesta al
candidato centrista permanecieron a partir de entonces solemnemente callados hasta que
Lavilla terminó su segura perorata. Luego continuaron escuchando el «revival» de Los
Pekenikes, las blanquísimas canciones de Sergio y Estíbaliz y los ritmos dulzones de Elsa
Baeza. El presidente de UCD en Canarias ha provocado, que yo sepa, dos caos circulatorios y
las perturbaciones han sido perfectamente difundidas por sus militantes de base, que ayer se
hacían eco del éxito de su líder. Desde luego, el todavía presidente del Congreso se ha
desprendido de su halo institucional que le impedía mojarse: ahora arremete contra todos, bien
que en tono mesurado, y para todos tiene diatribas perfectamente estructuradas. Y es que
Landelino Lavilla es el amo del verbo, la retórica y la dialéctica; eso, sí, un tanto remilgada.
En el avión, Lavilla se ha enterado del inicio de campaña del presidente Calvo-Sotelo. Las
relaciones entre los dos primeros candidatos centristas de la lista por Madrid no deben ser
excelentes, pero Lavilla no hace demasiados comentarios. ¡Para qué! El se esfuerza en
explicar por qué no aceptó la «mayoría natural», y la verdad es que ya ha conseguido que
algunos de sus socios inclinados a firmar al lado de Fraga Iribarne renuncien a su propósito,
por lo menos hasta después de las elecciones.
MAREJADA EN CANTABRIA. Sin embargo, ya se han ido otros más, como el cántabro Justo
de ¡as Cuevas que pasaba por ser un hombre de Suárez (¡fíjense qué cosas!) y ahora hace
campaña a favor de Alianza Popular y en menor grado def Partido Demócrata Popular. Todo en
contra del alcalde Hormaechea, que era, en principio, partidario del entendimiento con la dere-
cha. Que no falte de nada en esta feria de la confusión.
En cualquier caso y a lo que parece si los resultados de UCD, el día 28, son por lo menos
presentables, Lavilla se quedará callado en espera de que alguien se dirija a él. No sé cómo
andarán las encuestas o las «intoxicaciones técnicas» hechas con más o menos lujo de
medios, pero todo indica que ni el triunfo socialista está cantado, como algunos exégetas del
último «felipismo» pretenden, ni el propio triunfo del PSOE se producirá por mayoría absoluta.
Si esto sucede así, Felipe González tendrá que buscar escaños allí donde pueda hallarlos y
entonces se encontrará con algunas puertas cerradas, por .ejemplo la del Centro, cuyo líder,
Lavilla, tiene, según adivino, la secreta pretensión de quedarse una temporada en la oposición.
El predice se esperanza de responsabilidad histórica, pero yo creo que, además, existe otra
razón menos trascendental: a Landelino Lavilla la oposición le hace, políticamente hablando,
mucha gracia.
A VOTAR EN MASA. Claro está que, para salirse con la suya, tienen que darse todos los
supuestos que antes mencionábamos, lo cual no es nada fácil a quince días de las elecciones.
Lo que ya. según parece, tiene mejor color es el tono y nivel de la posible abstención. Mis
último datos indican que las gentes de este país se están dando cuenta de la trascendencia de
estas elecciones y van a votar casi en masa el día 28. Para rabia de los golpistas y allegados.
Al empeño ayudamos todos, por ejemplo, el empresariado madrileño que ha hecho un bello
folleto llamado «Defiende tus libertades». Así debe hacerse. E( eco de la portentosa
intervención del Rey en Cádiz se hace sentir en todos los rincones de España. Yo me he
quedado con una frase que, por humildad pero enorme contento, suscribo plenamente: «Sin
libertad, la democracia es despotismo; sin democracia, la libertad es una quimera.»