Veirite mil personas llenaron el estadio Insular de Las Palmas
Lavilla adopta un tono más agresivo en su campaña electoral
Pero las cosas no suceden por casualidad. En esta primera fase se endurecen las posturas y
cada uno aprovecha para golpear los flancos que deja libre el contrario. El lunes, en la jornada
de reflexión contragolpísta, no hubo noticia sobre la involución, pero los partidos afilaron su
agudeza para rentabilizar las debilidades de los demás. El «no, no, pero...» que esgrimió Fraga
contra el golpismo ha parecido corto para las concepciones de Lande-lino Lavilla, que ha
asegurado con extrema entereza, en tres mítines sucesivos en Canarias, que el golpismo no
tiene justificación ni explicación alguna. Una postura coherente, oportuna y valiente. Al tiempo,
el presidente de UCD, que ha sufrido en el País Vasco la amarga experiencia de tener que
defender una coalición que no es ni te resulta nada agradable, se ha separado muy
gráficamente de su derecha y de su izquierda en el larguísimo y agotador periplo canario. En
un día electoral hemos pasado cinco horas en el aire: cuatro mítines y cuatro islas. Como
récord, no está nada maJ.
Tampoco lo está que a estas alturas de campaña los partidos distancien sus posiciones; de ello
sale ganando el confuso elector de otras convocatorias. Quien no haya visto a Landelino Lavilla
hablar bajo el sopor de 37 caliginosos y húmedos grados, en mangas de camisa, con el sudor y
la congestión estallándole en la cara y entre fervores constantes, no puede entender la nueva
imagen de este líder de UCD, que ya admite que lo es y que pretende arañar, a base de
dejarse las cuerdas vocales en comparecencias abiertas, votos por la derecha y la izquierda,
los votos, en definitiva, que en el 77 y en el 79 fueron de UCD, y que este partido ha perdido en
el camino por el desfavor que le han hecho personajes tan atrabiliarios como ese Fernández
Ordóñez, que se ha quejado en Vitoria de la «penosa herencia económica conservadora». Si
es que, como todos ustedes recordarán, el señor Ordóñez se ha pasado los cuatro últi-ríios
años en algún país oriental, en una ausencia reflexiva que le permite ahora el beneficio de la
crítica.
A pesar de estas intervenciones esperpén-ticas, la campaña del 82 está siendo bastante más
seria que las anteriores. Aun así, menudean los festivales folclóricos de cantantes, artistas y
actores, que prestan su apoyo al partido de sus amores... o de sus dineros. Nuria Espert, con
un clavel en las manos, ha dicho en Tenerife que ella apuesta por el cambio. No hace falta
decir qué partido. le paga el viaje. Para los cursilísimos Sergio y Estíbaliz y la cubana Elsa
Baeza {que sustituye con evidente ventaja a Lauren «Castigo» Postigo), la excursión festivalera
corre a cuenta de UCD, que ayer Heno el estadio Insular de Las Palmas. Veinte mil personas
en total. Todos, pues, a cantar antes de emitir e> voto.
> Otros folclóricos como Sagaseta apenas aparecen por ningún lado, pero sí lo ha techo en
estas islas el terrorista Antonio Cubillo, líder del extinto MPAIAC, que pertenece a la coalición
Pueblo Canario Unido.
UCD en Canarias Race cantar a sus artistas contratados mientras rifa videos y auto
Lanzó severas críticas a los intentos golpistas móviles. Para dentro de unos días anuncian una
sorpresa. ¿Será Julio Iglesias? Señoras de corta, media y ancha edad: permanezcan atentas a
la pantalla.
En los entreactos, nuestras ciudades se llenan de los sones pegadizos de las canciones
electorales, canciones que, como los partidos, buscan desesperadamente mover el voto del
centro. A estas fechas continúa estable la abstención, ese fatal 35 por 100 de ciudadanos que
no tienen por ahora (a menor intención de llegarse hasta las urnas el día 28. Espero que
algunos de los muchos debates que se pretenden celebrar les saque de su postración. El
presidente de UCD, según declaración propia, «no entra en la subasta». Pujol y Felipe
González —ya lo saben—, sí. Es de esperar que si, por fin, el presidente de la Generalidad y el
líder socialista comparecen ante las cámaras, tengan a bien hacerlo ante los ojos de todos los
españoles, que confían en encontrar luz sobre punto tan delicado como las concepciones
autonómicas de uno y otro personaje. Felipe González, al final, está dispuesto a ir a televisión
contra todos.
Los próximos días comenzará una nueva etapa de estas elecciones: la fase de las
descalificaciones de la denuncia de la contradicción. Hasta ahora, la situación, a mi juicio, es
aproximadamente ésta, de izquierda a derecha: los comunistas luchan por conseguir
representación parlamentaria propia (15 diputados) en el próximo Congreso de los Diputados.
El empeño ahora mismo —al menos eso dicen los sondeos— parece imposible. Los socialistas
están haciendo la campaña del «quietismo», para no caer en flagrantes errores, y se limitan a
exponer un programa que es, según ellos —yo lo dudo—, el único que puede sacar a este país
de la crisis galopante. UCD ha sido conducida hasta ayer mismo por la mano impecable, pero
timorata, de Landelino Lavilla, pero el rumbo ha cambiado y ahora quiere recoger algunos de
los votos que le hurtaron sus escandalosas querellas domésticas. El CDS de Adolfo Suárez
aprovecha cualquier viaje para alumbrar pactos e intentar un objetivo hace días casi imposible:
recuperar credibilidad. Y Fraga, por tierra, mar y aire, se repite: «La mayoría natural soy yo» y
«yo soy el único que puede ganar a los socialistas». No hay más cera que la que arde. Esto, a
quince días de las elecciones. Una hora más en Canarias.