LOS HIJOS DÉ MATRIMONIOS SEPARADOS
Señor director:
La delincuencia juvenil no se produce exclusivamente entre los hijos de padres que no pudieron seguir
conviviendo. El tónico de colgar sistemáticamente el sambenito de esa delincuencia a los hijos de los
matrimonios separados no pasa de ser una inexactitud que, en el mejor de los casos, no está matizada.
Nadie ignora que, con las estadísticas, se pueden manipular todas las ideas que tengamos interés en
probar, y, por encima de ellas, todos conocemos lo que ocurre ante nuestros ojos», ennuestras ciudades o
pueblos.
Con harta frecuencia, los niños que empiezan escapándose de su familia y que pueden más tarde
desembocar en delincuentes, suelen huir del ambiente tenso que encuentran en sus casas, en las que el
padre y la madre han creado un infierno de convivencia. Acaso, a la larga, ese matrimonio, terminará
separándosa, pero, el hijo estaba ya «marcado», y en las estadísticas figurará como hijo de padres
separados.
Se insiste en la cifra del 82 por 100, que en los Estados´ Unidos representa el. dato de un año en la
delincuencia juvenil entre hijos de divorciados, pero Norteamérica no es España y sus estadísticas no nos
sirven aquí. Hay muchos tipos de padres en Estados Unidos, pero es curioso que en nuestro país, con gran
frecuencia, los hijos de una madre separada son más queridos y atendidos por la madre o el propio padre
que estén a su cargo que los de otras familias más convencionales.
Nadie ignora que dentro de las llamadas familias unidas pueden salir tres chicos socialmente normales y
el cuarto—el «garbanzo negro»—desviarse hacia la delincuencia. Los cuatro se educaron en
circunstancias similares, pero la educación no produce siempre idénticos resultados, si no que es un factor
más entre los que fijan la personalidad de los niños.
Es posible que de los 9.000 niños españoles internados en centros oficiales—en condiciones negativas y
sórdidas— muchos sean hijos de padres separados, pero luego, si resultan asociales, que no se eche la
culpa a los padres, porque la responsabilidad será de esos hospicios a lo Oliverio Twist.
Así, pues, esa costumbre española de descargar siempre la culpa de la delincuencia juvenil sobre los
padres separados o divorciados, es una fórmula demasiado cómoda y demasiado simplista, pues el
problema tiene raíces mucho más complejas y hondas.
Lesaludamos atentamente.
Asociación Guipuzcoana de Mujeres Separadas.
San Sebastián.