Cuaderno de notas
MILITARES Y TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
LA filtración del sumario del 27-O conduce la atención hacia el siempre vivo tema militar Y más concreta
mente hacía, los sospechosos de haber participado en esa trama, algunos de ios cuales. destinados fuera de
Madrid (nos consta de dos tenientes coroneles), llevan un año pidiendo volver y no lo consiguen.
Esto hace pensar en un poder menos tolerante de (o que sé cree con el arriscado mundo de los militares
presuntamente peligrosos, pe todos modos, no hay que dejarse, desamorar por las apariencias. Por
ejemplo, dos coroneles, que en su día se pronunciaron a favor del célebre "´«rrianifieslo de "los cien»
{diciembre J981) disfruían hoy de. destinos importantes: uno, en el Regimierto de Reseca de
Automóviles, y otro, en el Palacio de Buenavista. y más concretamente en la Sección de infantería de la
División be Personal. Apilamos esto porque la política de nombramientos tiene ert las Fuerzas .Armadas
uñar delicada traducción. Un error en los enfoques que deberi presidir las altas designaciones para ios
cargos que van a quedar pronto vacantes en él organigrama superior sería -de evidente trascendencia. Las
Capitanías Generales de Madrid y Sevilla demandan inteligentes cuidados. Lo mismo cabe decir de la
Dirección General de la Guardia Civil. La Región Militar queda vacante después tieí verano. En eiJaí- eí
teniente general Allendesalazar, prototipo del militar;: profesionalizado, ha cumplido una tarea discreta y,
por tanto, eficaz. En Sevilla (II Región Militar) pasará muy pronto a la reserva activa eí teniente general
Saavedra Paí-meiro.: Del sucesor de Allendesalazar se sabe muy poco o nada. Para Sevilla, en cambio,
hay, al menos, rumores solventes por, las fuentes militares de las que emanan. Aquí la teoría apunta hacia
el teniente genera!. Rivas Nadal, Nombre sin definición ideológica y altamente profesionalizado. Queda
en puertas de renovación otro cargo trascendente. Se trata cíe la Dirección General de la Guardia Civil,
donde el -teniente general Aramburu deja un hueco difícil de llenar. Mucho se ha reiterado la especie oe
que el teniente -gerteraf Sáenz de Santamaría cuenta en los cálculos oficiales. Sin embargo, hay que mirar
con escepticismo hacia esa perspectiva, para la que suena el teniente jerte^af Sáenz de Tejada,
actúaImerite vocal del Consejo Superior de Justicia Miü-íar. Es, por tanto, un alto jefe sin mando. Se le
considera .muy vinculado, desde siempre, : con los Servicios de Inteli-genda de fas Fuerzas Armadas.
En. el terreno puramente político de la actualidad. destaca el espetado suceso de la reelección de García
Pelayo y Jerónimo Arozameña cómo presidente y vicepresidente, respectivamente, del Tribunal
Constitucional. Una larga y so-íerrada batalla ha terfninado felizmente para (os intereses de quienes
preconizaban, frente a los ánimos iconoclastas dei Gobierno, una continuidad en el vértice del alto
organismo. Paralelamente-, el Consejo de Ministros reunido en la Moncloa nombraba ai ex presidente dei
Congreso de los Diputados, Landelino Laviilla, consejero permanente y presidente de la Sección .VIII del
Consejo de Estado. Como ¡se sabe, la «operación» política inicíalmente diseñada consistía en sustituir a
García Pelayo por Landelino Lavilla, el cual, una vez que fuese nombrado magistrado del Tribunal
Constitucional. prepararía sus armas para sí asalto a la presidencia. No ha podido ser porque García
Pelayo ha recibido inesperados apoyos y porque el Congreso de los Diputados no - se na puesto de
acue´do sobre los candidatos que deberían entrar en el turno renovador del Tribuna/. Es decir, que tos dos
candidatos del PSÓE: Lavilla y Enrique Gimberrat, se han encontrado, de alguna rnanera, con el «no» de
Fraga Iribarne. Dada la rnayor/a cualificada que se exige en el Congreso para elección de magistrados
constitucionales, !a falta de consenso resulta tan decisiva como eí consenso mismo. Tres quintos de tos
votos nunca son fáciles de lograr. Es una cau-íeía normativa que tiende, precisamente, a preservar al
Tribunal Constilucioral de posibles manipulaciones políticas.
Lorenzo CONTRERAS