LA CONSTITUCION Y LAS REMES ORDENANZAS DE LAS FUERZAS ARMADAS
Fernando DE SALAS LOPEZ
LA anterior normativa ética de comportamiento del Ejército y de la Armada española ha tenido una
extraordinaria permanencia en el tiempo, ya que las Ordenanzas Militaras fueron promulgadas por Su
Majestad el Rey Carlos III en 1768, para el Ejército, y en 1793, para la Armada. Ambas han sido
sustraídas por las vigentes Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, que constituyen la ley número
85/1978. Es indudable que una vigencia de más de dos siglos habían convertido a las Ordenanzas del
Carlos III en unas normas aprovechables prácticamente en muy reducidos capítulos: los referentes a los
artículos del Soldado, del Cabo y las Ordenes Generales para Oficiales. Todo lo demás había quedado
inoperante y superado en el tiempo. Estas Ordenanzas han sido capaces de permanecer como gruía moral
de nuestros soldados y marineros, por dos causas: haber sido creadas en el fecundo período histórico de la
Ilustración, que el cuarto Borbón, ayudado por hábiles ministros reorganizadores del Ejército y la Marina,
impusieron a los españoles, desterrando viejas costumbres, como los embozados «oan capas y
chambergos, pasando a la historia con el nombra de despotismo ilustrado. Y por ser absolutamente
revolucionarias y adelantadas a los conceptos del siglo XVIII, al proclamar que los privilegios de la
sangre (la nobleza como casi única fuente de los mandos militares) ceden ante los privilegios del fiel y
exacto cumplimiento del deber (anticipándose muchos años al criterio napoleónico de que «cada soldado
llevaba en su mochila el bastón de mariscal»}. Cumplir exactamente con las obligaciones de su grado,
acreditar mucho amor al servicio, honrada ambición y constante deseo de ser empleado en las ocasiones
de mayor riesgo y fatiga, han sido desde 1768 las normas de conducta de los militares españoles.
Si consideramos al Fuero Viejo de Castilla (995-1035) y al Fuero Real (1188-1230) como primeras
Ordenanzas Militares, hasta los Reyes Católicos se publican un total de ocho. Durante el reinado de los
Austrias la aparición de Ordenanzas es abundante, al responder a la necesidad de adaptación a las nuevas
armas y criterios tácticos que en sus páginas se encerraban y cuya rapidez de evolución se iba
incrementando. Y así, el emperador Carlos I publicó tres, y dos, sus virreyes Francisco Pizarro y el duque
de Alba. Felipe II, cuatro; Alejandro Farnesio, una; Felipe m, tres, y Felipe ÍV, otras tres. Los Borbones
trajeron un espíritu innovador y Felipe V llegó a sancionar un total de trece Ordenanzas; Fernando VI,
tres, y Carlos III, siete para el Ejército y las Ordenanzas Generales de la Armada Naval de 1793. El
acierto y éxito de sus Ordenanzas, por las causas antes referidas, dio lugar a un período de doscientos diez
años sin renovación y actualización legislativa. Y ha sido el Borbón reinante el que, desde su ascensión al
Trono, comprendió la necesidad de que se promulgasen unas muevas Ordenanzas que recogieran la
esencia del espíritu militar, tan bien expresado en las de 1768; que fueran adecuadas a la mentalidad y
criterios imperantes en la sociedad de nuestros días (el proyecto de ley para la abolición de la esclavitud
en Puerto Rico y en Cuba fue presentado a las Cortes el 25 de diciembre de 1872) y que se refiriesen
conjuntamente a los tres Ejércitos, a las Fuerzas Armadas, respondiendo, en el aspecto moral, a la
necesidad imperiosa de la cooperación estratégica y táctica que las actuales. acciones bélicas precisan. La
comisión que las redactó comenzó sus trabajos como consecuencia de la decisión adoptada por la Junta de
Defensa Nacional, presidida por Su Majestad el Rey, en el verano de 1977, y el 28 de diciembre de 1978
las sancionaba con su firma y se publicaban, con rango de ley, en el «B. O. E.» número 11 de enero de
1979. El acierto de este importante trabajo ha sido indudable y goza del general reconocimiento. La
comisión realizó su trabajo bajo la inspiración de la primera de nuestras leyes, la Constitución de 1978,
que contiene 32 artículos relacionados con la Defensa, Nacional y las Fuerzas Armadas. En el articulo 26
de las Ordenanzas se dice: «Todo militar deberá conocer y cumplir exactamente las obligaciones
contenidas en la Constitución. De igual forma deberá conocer y cumplir exactamente las obligaciones
contenidas en las Ordenanzas...». Y más adelante remacha este criterio en el articulo 168, al señalar: «El
militar está obligado a respetar la Constitución y a cumplir ejemplarmente los deberes generales de todo
ciudadano.» En ocasiones, las Reales Ordenanzas amplían el texto de la Constitución, como en el
artículo30: «1. Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España», que se recoge asi en el
artículo 23 de las Reales Ordenanzas: «Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España y
prestarán el Servicio Militar en Jas condiciones que señalara las leyes. El servir a la Patria con las armas
es un alto honor y constituye un mérito por los sacrificios que implica.» El artículo octavo de la
Constitución, de gran importancia por fijar la misión de las FF. AA: «Garantizar la soberanía e
independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional», es recogido
íntegramente en el artículo tercero de las Reales Ordenanzas. Un año más se conmemora el Día de las
Fuerzas Armadas, y esta vez en tierras aragonesas. Las Fuerzas Armadas tendrán presencia física en
diversos actos culturales, militares y patrióticos en Zaragoza, Huesca, Teruel, Barbastro, Monzón,
Calatayud, Jaca, Ejea de los Caballeros y la castellana Soria, incluida en la V Región Militar. Esa escuela
de convivencia que son las FF. AA. se mostrarán al pueblo y se fundirán con él cuando, como broche
final, tras el Homenaje a la Bandera, desfilen ante Sus Majestades los Reyes el 30 de mayo en Zaragoza.
Marchas militares y jotas aragonesas resonarán en los oídos de nuevos soldados y marineros —savia
siempre nueva del viejo solar patrio—, que ofrecerán la estampa de la España de nuestros días con unas
Fuerzas Armadas renovadas en uniformes, armas y organización pero impulsadas por el mismo espíritu
militar ´le los españoles que les precedieron en generaciones.