EL PAÍS, martes 13 de febrero de 1979
POLÍTICA Elecciones 1979
Suárez recorrió Galicia el domingo
Un estilo giscardiano en la campana electoral del presidente
PABLO SEBASTIAN, ENVIADO ESPECIAL,
Santiago de Compostela
£1 presidente del Gobierno y presidente de UCD, Adolfo Suárez, concluyó ayer, en Santiago de
Compostela, su campaña electoral en Galicia. Visiblemente cansado, afónico y empeñado en evitar todo
choque dialéctico con los partidos que, a izquierda y derecha, lindan con UCD, el presidente parece
confirmar con su actitud la monotonía que impera en la campaña electoral y de la que son máximos
exponentes los programas poco diferenciados de los partidos y las declaraciones políticas de sus
principales protagonistas. Un estilo giscardiano envuelve la campaña del presidente.
Con Suárez arreciaron las lluvias. No ha parado de caer agua en Galicia, de manera casi torrencial, desde
que el presidente del Gobierno llegó a Vigo, procedente de León y Madrid, en la noche del sábado
pasado. La comitiva tuvo que utilizar el automóvil en sus desplazamientos del fin de semana, que han
concluido en la noche del lunes. «Ha sido una paliza», afirmaba Suárez a sus seguidores, cómplices
convencidos de la aseveración del presidente y, de manera muy especial, su esposa, doña Amparo,
incorporada a las tareas electorales de su marido. Su presencia en Galicia constituyó una innovación en la
contienda electoral que UCD quiere realizar ai estilo de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Ello quiere decir que el partido del Gobierno, al menos en la gira del presidente, rehuirá de manera
generalizada los mítines o las grandes concentraciones de masas, y ello entra en buena lógica, porque
sabido es que la capacidad de convocatoria de UCD es inferior en la calle que en el voto. Si están
programados toda una serie de contactos estratégicos: almuerzos y cenas con militantes, candidatos y
simpatizantes, al estilo de los comités de apoyo de EEUU. En Galicia, la táctica fue la siguiente: el
presidente llega a una ciudad, se reúne con los comités locales, celebra una conferencia de prensa, visita
el centro turístico-cdmercial del lugar —lo que provoca aplausos, saludos, muestras de simpatía y, en
algún caso, de protesta— y, finalmente, participa en un almuerzo o cena donde cierra el acto con un breve
discurso.
La estrategia política tuvo relación con la discreción organizada de su presencia en las calles de Galicia.
Adolfo Suárez habló despacio, sonriente, conciliador y, sobre todo, nada agresivo. «Es mi estilo», dice
mientras insiste en que UCD quiere gobernar «desde la reflexión, la serenidad y la experiencia», que son
las tres morías que Suárez utiliza como cantilena para responder a la alternativa de «firmeza» que Felipe
González pasea en su campaña electoral. Un enemigo mayor al que Suárez se niega a atacar de frente,
mientras precisa (sin citar a José María de Areilza) que «nada está pactado entre UCD y PSOE». Tan sólo
alguna alusión .indirecta y comedida a su competencia: «En UCD —dijo— tenemos obreros, empresarios
y funcionarios, al igual que ocurre con el PSOE, aunque éstos a los últimos los llaman compañeros.» El
presidente guarda bien las distancias con su oposición. Demasiado bien cuando se le pregunta, sobre todo,
el porqué no acepta un cara a cara en la televisión con Felipe González en busca de una clarificación
frontal de una y otra alternativa de gobierno. Suárez elude el choque, dice que, por el momento, no le
conviene.
Galicia, un paseo
El paso de la comitiva presidencial por tierras gallegas —una cara-, vana de unos quince coches que abre
la policía local y en laque se integran tres personas de su Gabinete y secretaría, candidatos de la
provincia, servicio de seguridad e informadores— fue un paseo político sin mayores problemas para
Suárez. Un terreno fácil para el partido del centro, que Felipe González calificó de manipulado por los
caciques de la zona —«no creo que los gallegos se dejen manipular por nadie», respondía Suárez en La
Coruña— y que ha sido terreno de importantes problemas interpartidarios de UCD en el momento de la
confección de las listas. Ahora la situación parece calmada.
Es cierto que UCD está fuerte en Galicia, aunque los caciques pierden terreno y mientras los nacionalistas
de dentro y fuera de este partido afilan argumentos convencidos de que el Gobierno que salga de «stas
elecciones no podrá implantar ei despegue final del desarrollo económico y social de éstas tierras. Y no
hablemos sobre el futuro autonómico de la región, para el que no faltan promesas y hoy día bien
controlado por los señores Rosón y Franqueira desde una Xurita a punto de renovarse y que, por
casualidad, recibió ayer nuevas competencias administrativas.
• También el clero está por el voto útil centrista en esta zona. Suárez ha considerado correctas las decla-
raciones de los obispos sobre las elecciones, que tanto le benefician en esta zona conservadora y
ultracristiana, en un territorio de peregrinos donde la influencia de la Iglesia es importante para las
candidaturas centristas-conservadores, si es que no se repite la seria abstención del pasado referéndum,
pedida en muchos casos desde los pulpitos para luchar contra «una Constitución atea».
En su paso por Vigo, Pontevedra, Orense, Lugo, El Ferrol, La Coruña y Santiago hubo de todo menos
mítinesy muchedumbre. La lluvia no facilitó las aglomeraciones, y la seguridad del presidente tampoco el
recorrido para que Suárez fuese esperado con tiempo suficiente. En Orense, pazo electoral de Pío
Cabaniílas, la organización funcionó a tope. Suárez estrenó un sistema giscardiano de campaña electoral:
una comida con 1.500 personas, en la que el presidente se prestó a un diálogo abierto con los comensales,
que luego resultó de menor interés al saberse que los que interrogaban eran en su gran mayoría candidatos
de UCD. Suárez gastó bromas para-todos: «Me dirijo a los que me saludan y también a los que me hacen
cortes de manga», dijo el presidente, quien aprovechó este coloquio para puntualizar su política sindical:
«Pronto crearemos un sindicato de cuadros.»
En Lugo, la tierra del chaquetazo de Fraga en los anteriores comicios, las Juventudes de CD y PSOE se
unieron para estar al paso del presidente: «No cumplió, no cumplió.» Ello ocurrió a la puerta de la
catedral lucense, donde también estaban convocados los ultras de don Blas. Allí, «1 presidente se quedó
con el personal joven: se acercó a los que gritaban y les preguntó: ¿«Qué no he cumplido?» Los jóvenes,
chicos y chicas de unos quince años, respondieron: «No dejaste entrar en la Comisión Constitucional a
Fraga», y Suárez replicó: «Nunca prometí eso & Fraga.»
En El Ferrol, el coro disidente fue distinto. A su paso por una calle central le corearon: «Suárez, escolta,
la banca está en la hita.» De nuevo el presidente avanza hacia los manifestantes, empieza a estrechar
manos, se entabla el diálogo y alguno murmura: «Le estamos haciendo la campaña electoral.» Las
cámaras de cine de Martín Maqueda ya estaban en las ventanas limítrofes, prestas a filmar con luz y
sonido el encontronazo. También las aní dieron su número: «Es más guapo que en la tele», decían una y
otra vez a su paso y en su cara, hubo algún beso que otro y algún grito quinceañero de «Espéramo,
Adolfo», mientras la comitiva avanzaba y doña Amparo sonreía con el gesto cansado por el agotador
viaje.