ELPAlS,4omingo 11 de febrero de 1979
POLÍTICA
Elecciones 1979
TRIBUNA ELECTORAL
¿Quépretende el PNV?
CARLOS GARAICOECHEA
Presidente del Partido Nacionalista Vasco
A los nacionalistas vascos se nos suele reprochar que hacemos demasiada historia. Que miramos con
frecuencia hacia atrás. Que reclamamos derechos históricos y antiguallas por el estilo, en vez de arrancar
de la realidad política que nos circunda...
En definitiva, se nos recomienda que demos por consolidados esos ciento y pico de años de historia, de
proceso constitucional, que para nosotros han discurrido por mal camino, olvidando definitivamente
aquella encrucijada crítica, en la que, al salir del viejo régimen, los pueblos que formábamos aquella
especie de confederación monárquica, nos vimos encerrados en un nuevo Estado de corte jacobino.
Quienes critican nuestra tenacidad al tratar de rehacer la historia no se detienen a pensar que nuestros
planteamientos pueden significar, en el fondo, una manera de consolidar el Estado. Eso sí, un estado
diametralmente opuesto al que hasta ahora venimos conociendo, y que, en lo que a Euskadi se refiere,
quizá sea la única manera de consolidarlo.
Pero, curiosamente, los mismos que dicen que nos dejemos de zarandajas historias porque tratamos de
enmendar el rumbo del Estado a partir del poder político originario de sus pueblos, nos recomiendan el
rigor histórico, la mirada al pasado, cuando denuncian nuestro sentimiento nacionalista como una
creación artificiosa dé Sabino Arana, á finales del siglo XIX, al enunciar el principio de la nacionalidad
vasca sobre la realidad «bio-cultural» de la vieja Euskal-Herria.
El nacionalismo vasco, como formulación política, surge en un momento lógico de la historia, en el
momento en que tantos pueblos sienten parecido alumbramiento. Y es precisamente el período en que
Francia exporta a diestro y siniestro el modelo de Estado jacobino, y como decía Michel Collinet
«...frente al nacionalismo de los opresores, surge el nacionalismo de los oprimidos...» El nacionalismo
adquiere forma ante la crisis de identidad que sufre nuestro pueblo al perder sus propias instituciones
políticas en una época de profundas mutaciones, y ha buscado siempre soluciones en el restablecimiento,
en forma actualizada, del poder político foral, originario, que nuestro pueblo mantuvo hasta que cayó el
viejo régimen.
Espero que el lector sabrá perdonarme esta breve digresión inicial que trata de explicar en dos rasgos el
nacionalismo vasco, saliendo al paso de los tópicos más frecuentes con que suelen combatirse nuestras
posturas. Cuando algunos consideran que las fórmulas federales significan desandar la historia,
desgarrando el Estado unitario ya consolidado, olvidan que los nacionalismos se debaten entre tales
fórmulas y la independencia. Y el sentimiento nacional vasco, guste o no guste, es un hecho mayoritario y
progresivo, que, cuanto más se ha querido combatir, más fortalecido ha resurgido.
Creo, por ello, que la alternativa moderada del PNV, alternativa que une al profundo sentido nacional
vasco un sincero deseo de solidaridad e interdependencia con los restantes pueblos, constituye hoy la
única solución al llamado problema vasco; y no hablo pensando sólo en Euskadi. Me refiero al gravísimo
problema de Estado que, poco a poco, todos van reconociendo como fundamental: el problema de la
estructura del Estado, que tiene su principal manifestación en Euskadi, con secuelas que se agravan día a
día.
Este problema no se va a resolver con soluciones rebajadas; a base de fórmulas descentralizadoras y to-
picudamente regionalizadoras.
Tampoco conduce a nada esa peligrosa dirección que parece enfilar el actual Gobierno, cuando se lanza a
tumba abierta con medidas puramente policiales, cediendo a la tentación de abandonar Euskadi a la
«suerte infernal que los propios vascos se están forjando», en vez de armarse de imaginación y coraje
para entrar a fondo con medidas políticas.
No resulta menos arriesgado el juego de otros partidos, como el PSOE, que denuncian arteramente; el
peligro de enfrentar dos comunidades, la autóctona y la inmigrante en un velado intento de catalizar la
conciencia del sector inmigrante –en su propio provecho. ¡ Como si la fórmula integradora por excelencia
no fuera, precisamente, la de integrar a fondo a tal sector en una auténtica solución nacional vasca!
Y aún hay otra postura, que está alentando hábilmente el Gobierno a través de su partido, y que puede
resultar tan peligrosa o más que la anterior, y si no, el tiempo lo dirá: aprovechar las zonas más desvas-
quificadas idiomática y cultural-mente, como las áreas meridionales de Navarra y Álava, para crear un
falso antagonismo entre los sentimientos específicos navarros c alaveses y el sentimiento genérico vasco
de sus moradores, con el propósito de disminuir territorial-mente la Comunidad Vasca.. Frente a estos
errores y asechanzas que pueden conducir a Euskadi a un callejón sin salida, el PNV ofrece, en estos
momentos cruciales sus planteamientos moderados.
Frente a la violencia exasperada de los radicalismos, o la tradicional intransigencia centrista del Poder las
vías políticas, pacíficas e institucionales.
Frente al dilema maniqueísta de un Estado unitario, aunque sea «regionalizable», o la ruptura de Estado,
soluciones autonómica: profundas, que; desde luego, no se prevén cuando el Gobierno anuncia policías
autónomos sólo para custodiar edificios públicos, >o cuando se resiste a promulgar un moderadísimo
decreto de bilingüismo.
Frente a las tentaciones de dividir Euskadi en dos comunidades jara mantener la clientela segura leí sector
inmigrante, el corazón abierto a todos los hombres que han forjado su hogar en nuestro pueblo,
identificándose con él y contribuyendo a su desarrollo.
Y frente al callejón sin salida que significaría enfrentar visceralmente en Navarra a los sectores con
conciencia nacional vasca con los que hoy sienten simplemente su identidad navarra, soluciones con-
ciliadoras, que pueden pasar por un profundo respeto a la personalidad e instituciones de Navarra y su
vinculación de tipo confederativo con el resto del País Vasco.
Estas son algunas de nuestras preocupaciones y enfoques fundamentales. Nuestros futuros parlamentarios
trabajarán, además, con todas sus energías para superar el otro gran problema, que muchos olvidan, en
medio de tanta sugestión política: el problema económico, que el PNV considera trascendental y
prioritario. Es preciso restablecer la confianza inversora y la moral empresarial, que hoy es la mejor
manera de combatir el paro. Y pese a los graves problemas que debe resolver nuestro pueblo, no nos
desentenderemos de aquellas tareas de Estado que requieran nuestra participación responsable. Pueden
estar seguros de ello todos los pueblos de España, a los que, una vez más, brindamos nuestra sincera
solidaridad.