EL PAÍS, domingo 11 de febrero de 1979
El líder del PCE dirigió sus criticas a los obispos y a la UCD
Carrillo suaviza sus ataques a los socialistas
Santiago Carrillo, secretario general del PCE, en un mitin que pronunció ayer en un cine de Aranjuez
inclinó sus críticas a la derecha y suavizó sus pasados ataques a los socialistas. En concreto, el líder
comunista lanzó un duro ataque contra la Conferencia Episcopal y su declaración sobre las elecciones,
mientras acusaba al Gobierno de UCD de gestionar los comicios con menoscabo de la democracia.
Comenzó por atacar a la ultraderecha, «esos que escriben Carrillo, asesino, y que son los que han estado
asesinando a manos libres durante cuarenta años», y pasó después a criticar a UCD, «que no tiene ningún
derecho a presentarse como autora del cambio ni la adalid de la democracia, cuando no está respetando
las reglas democráticas en estas elecciones, sino que el Gobierno las está preparando á base de que no
aparezcan en televisión más que los ministros y hombres de UCD; o los obispos, mientras se silencia a los
partidos».
Sobre la declaración de la Conferencia Episcopal dijo que de hecho es una aprobación UCD y a la
derecha y una censura a la izquierda, y lamentó que cuando en España están planteados numerosos y
graves problemas los obispos presenten como cuestiones decisivas el divorcio, el aborto y la enseñanza,
lo cual, para el líder comunista, revela que la Conferencia Episcopal está muy lejos de lo que se llamó «la
Iglesia de los pobres».
Puesto que parece que la Iglesia aceptaría el divorcio y que la enseñanza privada está garantizada
por la Constitución, consideró que el único problema sería el aborto,. «que los comunistas no queremos,
como no lo quieren las 300.000 mujeres que abortan al año en España, pero ante el que hay que tomar
medidas para que no sea objeto de una especulación indigna y se pueda hacer a tiempo y con seguridad».
Reconoció más adelante que los electores pueden estar decepcionados por los escasos resultados de la
democracia, v haciendo la salvedad de que los diputados comunistas han cumplido su tarea, culpó de esa
falta de frutos a la existencia de Un Gobierno monocolor «de banqueros, industriales y representantes de
las multinacionales» y a la negativa del PSOE a entrar en el, llevando la representación de los
trabajadores, así como a la formación de un Gobierno de concentración democrática, que hubiera llevado
mucho más adelante las medidas de reforma.
Ante la afirmación de Adolfo Suárez en el sentido de que UCD puede volver a gobernar en solitario,
replicó que «no se lo cree ni él».