La Coordinadora de Cristianos de Madrid, en favor de la ley de Divorcio
La Coordinadora de Cristianos de Madrid hizo público ayer un comunicado en el que, tras declarar que
«no todos los católicos pensamos como obispos», se muestran partidarios de una ley de divorcio que
contemple además el mutuo acuerdo de los cónyuges como causa de disolución del matrimonio, y que se
reduzcan los plazos y los procedimientos judiciales establecidos en el actual proyecto de UCD.
Esta coordinadora, que agrupa a quince grupos de cristianos de Madrid, añade que «siempre sería mejor
una buena ley civil del divorcio que los simulacros de anulación en los actuales tribunales eclesiásticos.
Lo que era un tribunal para la paz de las conciencias de los creyentes», prosigue, «se ha convertido en el
escándalo de un divorcio para pocos, más pudientes que creyentes».
El documento es una fuerte crítica a la postura que ha adoptado la Iglesia española en los últimos días en
relación con el divorcio, postura caracterizada por constantes ataques y argumentos de que no se puede
regular civilmente, un «derecho natural cuyo autor es el mismo Dios». La Coordinadora de Cristianos
contrapone, sin embargo, que, «como diceSan Cipriano, el matrimonio sin amor es un concubinato».
«Nosotros pensamos», señalan, «que la raíz del matrimonio y su fidelidad no es el contrato, sino el amor.
Y aun pensando, como creyentes en Jesús, que podemos seguir asumiendo en principio un ideal de
fidelidad en el matrimonio, será esta una actitud personal, que no debe traducirse en intransigencias
dogmáticas para con nosotros mismos y mucho menos aún para con los no creyentes».
Asimismo explican que la Iglesia no está empleando argumentos racionales para oponerse al divorcio,
sino que «parece que es más cómodo usar la fuerza legal». E imponer la indisolubilidad del matrimonio
para toda la sociedad española —opinan— «no es admisible ni aun siendo una mayoría cristiana».
«¿Dónde quedaría el derecho de las minorías», se preguntan a continuación, «que reivindicaban los
mártires cristianos en Roma y la Iglesia en tantos otros países?».
Por tanto, llegan a la conclusión de que «él matrimonio indisoluble no es una obligación cristiana sin
excepciones, ya que nosotros creemos que los cristianos podemos aceptar y promover una ley civil del
divorcio. Parece mentira», concluyen, «que, haya que repetir lo obvio».
Las razones que alega la coordinadora para sostener tal postura son de índole diversa. Entre ellas, citan el
Evangelio para señalar que sus preceptos son ideales, pero que no pueden seguirse al pie de la letra. «De
la misma manera que no aplicamos con rigidez el precepto evangélico de "sed perfectos como él Padre
celestial", no comprendemos por qué hay que hacerlo cuando dice "todo el que repudia a su mujer le hace
ser adúltera, y el que se casa con una repudiada adultera"».
. «La tradición cristiana occidental es antidivorcista con excepciones», afirman. «En esa tradición se ve
una actitud de profunda desconfianza hacia la sexualidad; pero los cristianos orientales, por ejemplo, son
más flexibles». «Si. queremos buscar esa inflexibilidad en el Evangelio», continúan, «encontramos que
tanto san Mateo como san Pablo aceptan excepciones: el primero, para deshacer matrimonios entre
parientes (legales entre los griegos, pero incestuosos para los judíos), mientras sari Pablo valora más la
paz personal que el matrimonio legal cuando la convivencia es imposible» (primera Corintos, 1,15).
«Pensamos que las rupturas familiares revelan más víctimas que culpas y culpable». «Y es poco
cristiano», finalizan, «alejarles entonces de la Iglesia».