ELECCIONES MUNICIPALES
Repetidamente, desde las páginas de ARRIBA, hemos expresado nuestra opinión de que el
«prius» político deja hora presente es exactamente la construcción del Estado, la reconstitución
de su credibilidad erosionada y la profunda remodelación operativa y cualitativa que el nuevo
régimen político debe imprimir en todas las instancias territoriales y sociales. Hemos pensado y
manifestado siempre que la democracia será tanto más vigorosa, transparente y
sociológicamente vivencia!, cuanto más se aproxime e incardine en los ámbitos más
directamente ligados a la persona individual, a la familia y a sus intereses directos. La
democracia está en el individuo o no está en ninguna parte. De otra forma puede quedar
relegada al limbo de olímpicas declaraciones o circulante en organismos distantes, lo que
podría gene-nerar en folklore y apariencias de la superestructura política, pero bien alejada,
cuando no contrapuesta a la base social y económica real. La pieza básica en la que se aloja el
mayor potencial dé dinamismo democrático está precisamente en la vida municipal. Y ello en
razón a que los intereses, las preocupaciones, los daños y venturas d e I desenvolvimiento de
la vnda cotidiana están directamente relacionados con decisiones, planteamientos y servicios
de carácter municipal. Es imperativo y urgente ¡untar los cabos; El régimen democrático está
edificando su diseño jurídico-político al nivel de la representación parlamentaria y en algunas
altas instituciones del Estado, pero su aliento y autenticación, su dinámica vital está en aquellas
instituciones en las qué el hombre y sus intereses asociativos (barrio, ordenación y cuidado del
ambiente, seguridad, servicios públicos sanitarios, educativos, de comunicaciones públicas,
etc.), están ineludiblemente implicados, casi siempre pasivos e impotentes. Por eso pedimos la
ptpnta celebración de elecciones municipales, alarmados por los rumores de su posible
demora, que respondería a una primera y lógica tentación derivada de la perplejidad de los
políticos que precisan tomar posiciones después de cálculos e informaciones inquietantes o
insuficientes. Para nosotros, el que obtuviera una victoria significativa —si esta hipótesis
pudiera cristalizar en forma concluyente— la izquierda o la derecha tendría la ventaja —
valorada desde una posición que pretende una mayor precisión del rostro interior de la
democracia nacional— de clarificar aún más la situación e imprimir un ritmo y una dirección
más firme y definida a nuestro proceso político. En nuestro criterio, las elecciones municipales
debieran celebrarse cuanto antes, incluso previamente a la promulgación de la Constitución. Es
la gran calicata reveladora del sentir del pueblo español más allá de la arquitectura general de
sistema ya convenida. Una nación so-, lo evoluciona a la moderación eficaz cuando miles,
cientos de miles de sus miembros tocan, deciden, sugieren y soportan directamente
responsabilidades y las críticas de sus conciudadanos. Necesitamos urgentemente practicar
una extensión e intensificación de la democracia. Una connivencia del Gobierno y de la
oposición para posponer las elecciones municipales hará padecer su crédito conjunto ante !a
gran opinión pública y sólo operará en beneficio de la oposición extrapartamentaria en ios
extremos del espectro político No estamos proponiendo un gesto de audacia, sino la prudencia
del coraje necesario y en e I tiempo oportuno.
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