EL PAÍS
DIARIO INDEPENDIENTE DE LA MAÑANA
El poder municipal
EL PACTO de la izquierda y de algunos partidos nacionalistas para proveer de alcaldes de oposición a
numerosas capitales de provincia y ciudades importantes constituye una noticia política de primera
magnitud. La llegada de la izquierda al poder municipal supone un cambio cualitativo sustancial del mapa
político español respecto alo que la gran mayoría de ciudadanos ha conocido en toda su vida. Por otro
lado, supone también el primer ensayo global de ia Oposición en la aceptación de las responsabilidades de
la gestión pública y administrativa en una de las áreas en las que ha existido mayor caos y corrupción
durante él antiguo régimen. Del resultado de los pactos de la izquierda, explicitados en el acuerdp-marco
PSOE-PCE, hay varios aspectos que merecen un comentario pormenorizado. No es el menor de ellos la
actitud del PSA, que se ha comportado en está ocasión con racionalidad y coherencia políticas. Al PSA le
va a costar trabajo desprenderse de ios tintes de amari-Uismo al servicio del Gobierno con que ha nacido,
pero si es posible arrumbar de los dos lados los prejuicios, muchos de ellos personales, existentes entre
ellos y el PSOE, quizá el panorama de la izquierda moderada en Andalucía no sea en el futuro tan
confuso como lo parecía después de las elecciones del 1 de marzo. El segundo de los aspectos a comentar
es el pánico del partido del Gobierno ante la unidad de la izquierda en el poder municipal. Los temores, si
respetables, nos parecen un tanto injustificados. De la lectura del acuerdo-marco no se desprende nada
que se parezca a un frente popular, y la unidad de socialistas y comunistas es, por lo demás, una actitud
lógica que comporta, a un tiempo, no pocos riesgos para la propia izquierda. La distancia que media entre
PSOE y PCE sigue siendo profunda en muchos temas y noiha de solventarse por el mero hecho de com-
partir unas delegaciones de servicios en las alcaldías. También es preciso ver cómo rueda en la práctica
este qué, en definitiva, no es sino un pacto de intenciones, pues no viene avalado por uri programa previo
de acción común y ha sido fruto de los resultados electorales y no de las,propuestas de cada partido ante
los electores. La presencia de dos alcaldes-socialistas en las principales urbes de la Península (Madrid y
Barcelona), con graves problemas de equipamiento, especulación del suelo, seguridad ciudadana, tráfico
y contaminación, y la de varios comunistas al frente de estas responsabilidades, va a pojier a prueba,
además su capacidad de dar una respuesta técnica diferente a las hasta ahora elaboradas. Por lo demás, el
miedo de UCD, además de injustificado, resulta también culpable después del establecimiento de las
normas de estas elecciones, que son responsabilidad prioritaria del partido del Gobierno y del PSOE. Es
más que discutible la oportunidad de haber concurrido a unas elecciones municipales con listas cerradas y
bloqueadas, que han contribuido a politizar e ideologizar unos comicios en los que por naturaleza es la
persona de los candidatos y las propuestas concretas de solución a los problemas urbanos los que más
deben mover al elector. Y la decisión de elegir al alcalde en segundo grado por los concejales es la que ha
favorecido los acuerdos ahora-firmados. La unidad de la izquierda ha venido así propiciada por la
voracidad de; las dos grandes formaciones políticas del país, ansiosas de proyectar su imagen bipartidista
hasta en la sopa. Ahora resulta que a ÚCD le sale el tiro por la culata. Y todavía se preocupa porque el
pacto con los comunistas puede debilitar al PSOE. La politización de las elecciones municipales y los
ulteriores acuerdos amenazan por todo ello con convertir a los ayuntamientos importantes ea una especie
de UHF del Parlamento, aherrojado -por la imperturbable rigidez de una UCD en excesó prepotente,
Nadie va a salir ganando con eso, y menos que nadie, si es que sucede, los vecinos. También merece la
pena una reflexión el nuevo papel que las diputaciones provinciales han de jugar en el futuro. Salvo
excepciones muy localizadas, éstas eran organismos muertos y casi de relumbrón, con una provisión de
fondos de destino variopinto y un alejamiento absoluto de los intereses y los problemas del pueblo. La
provincia, que fue en su día una creación administrativa sin duda artificiosa y en ocasiones hasta
arbitraria, posee, no obstante, hoy un arraigo muy superior al que algunos sectores políticos progresistas
le quieren reconocer. Las atribuciones de unas diputaciones descentralizadas pueden resultar beneficiosas
para el rodaje de las autonomías políticas y dar cauce inicial a las tensiones que se vienen produciendo en
este terreno. Por último, no es posible,cerrar este comentario sin referirse al pacto que ha originado la
presencia ya casi segura de un alcalde de Herri Batasuna en Pamplona, gracias al apoyo de los votos del
PSOE. Lo menos que se puede decir es que esta es tina medida arriesgada que parece tratar de volcar la
balanza de la polémica sobre el vasquismo navarro en favqr de los que pretenden la integración en
Euskadi. Es más que probable que. con Herri Batasuna al frente del Ayuntamiento la cuestión se resuelva
antes o después, y más bien antes, con un referéndum provincial, que puede además ser esgrimido como
precedente para otros referéndumes solicitados por los nacionalistas vascos. A la postre, es preciso
aceptar que un alcalde de Herri Batasuna, se le mire por donde se le mire, es un alcalde proclive a ETA
militar, y eso ha de provocar tensiones y conflictos de desarrollo,difícil de prever. Pero también, y
paradójicamente, puede suponer el inicio de un intento de normalización política de las posiciones
abertzales más radicales en el seno de nuestro propio y actual marco constitucional. ¿Qué sentido tiene
aceplar la alcaldía pamplónica y no venir a sentarse a las Cortes? Cualquier nacionalista coherente no
debería confundir sus posiciones de independentismo con el localismo de los problemas urbanos. Si el
pacto de-Pamplona sirve para entablar un diálogo más global y profundo sobre lo que en el País Vasco
sucede, para tratar de buscar una solución negociada y pacífica a las aspiraciones vascas en el seno del
Estado español, bien venido sea con toda su peligrosidad. Pero el PSOE tiene la obligación de explicar
públicamente cuáles han sido los mecanismos que le han llevado a signar una cosa así después dé su
enfreritamiénto visceral con las posiciones de Herri Batasuna. Y debe hacerlo cuanto antes si quiere
mantener la coherencia ante los. electores que le depositaron su confianza.