5-I-77
RECETAS PARA LA CRISIS ECONÓMICA
Interrumpir el endeudamiento exterior lo más urgente
Para ello es absolutamente necesario una devaluación de la peseta •Muestra moneda está sobrevaluada y
debe ser llevada a su nivel de equilibrio para cortar el incesante déficit do la balanza de pagos • Primero,
atajar la inflación; después, el desempleo • El sector público debe participar en la austeridad en tanto se
frena la inflación
Las recetas para la crisis económica continúan llegando a nuestra redacción. Soy es el profesor Prados
Arrarte, el catedrático más antiguo de las disciplinas económicas de las universidades españolas, quien
aporta en el articulo que sigue las soluciones a los problemas de la economía española.
Para los análisis iniciados por YA sobre las recetas urgentes en la crisis económica me es muy grato
aportar un resumen de mís puntos de vista, haciendo constar el agradecimiento que debe sentir todo
economista por el. planteamiento tan destacado de la cuestión ante la opinión pública y las autoridades.
Existe un consenso general sobre las características de la crisis; todos opinan que ésta se exterioriza por
un desempleo próximo al millón de trabajadores, que crece sostenidamente desde la primavera de 1974;
un déficit sustancial del balance comercial que ha estado próximo a 8.500 millones de dólares en cada
uno de los años de 1974 y de 1975 y que quizás alcance a 9.000 millones de dolares en 1976, originando
un descubierto en el balance de pagos en cuenta corriente—que ha dé resolverse endeudándose con el
exterior o perdiendo oro y divisas extranjeras—-próximo a los 3.500 millones de dólares en cada uno de
los ejercicios de 1974 y 1975 y que ascenderá, probablemente, a 4.000 millones de dólares en 1976, y un
alza de los precios que se refleja en incrementos del coste de la vida en el 18, el 14 y—quizás—el 20 por
100 en los años 1974 a 1976. El déficit del balance de pagos en cuenta corriente ha originado, además, un
endeudamiento de España con el exterior que se supone alcanza a 12.000 millones de dólares.
No existe, en cambio, un consenso «a incluir en la definición de los principales males que sufrimos el
déficit financiero del sector publico que fue importante en 1975 y que quizás alcance a 100.000 millones
de pesetas en 1976, ni en resaltar que el coste de la hora trabajada muy bien puede haber crecido en 1976
el 30 por 100, es decir, muy por encima, del aumento del coste de la vida.
Interrumpir el endeudamiento externo
¿Cuáles son los remedios?
EL más urgente es interrumpir e] endeudamiento externo, que ocasiona ya pagos anuales del orden de
1.000 millones de dólares y llevará pronto a España al límite de su "credit worthlness", es decir, de lo que
.podríamos denominar su "clasificación bancaria", como riesgo aceptable para los acreedores. Algún
economista nace una campaña incansable sobre la escasa Importancia de este factor, lo que permitiría´
deducir que teóricamente la "clasificación" de los Estados Unidos seria la misma que la de la Guinea. ¡El
país no puede vivir apoyándose en tales disparates!
¿Cómo se cortaría el endeudamiento externo?
Restableciendo el equilibrio en el balance de pagos en cuenta corriente. Para ello podrían, utilizarse
distintos .procedimientos simultáneamente: reducción de las importaciones de mercancías medíante
medidas que no sean contrarias a nuestros compromisos internacionales, entre las cuales ejercerían
efectos sustanciales a corto plazo la imposición de un depósito previo sin interés a los importadores por
una elevada proporción de sus compras en el extranjero y las "chicanas" administrativas y, sobre todo, la
devaluación de la peseta en las proporciones necesarias. Los economistas que se oponen a. esta solución
lo hacen por suponer—a veces—que nuestras exportaciones e importaciones de bienes y servicios son
inelásticas, lo cual ea inaceptable. El turismo ha crecido en 1975 en los países de la OCDE, excepto en
España y en algún otro caso, lo que muestra bien a las claras que se ha cambiado el lugar de destino de los
turistas a causa de la mayor elevación de precios en Hispana. En los últimos meses se ha. alterado la
situación a causa de que los turistas extranjeros adquieren ahora sus pesetas más baratas comprándolas en
el extranjero: a bajo precio a los exportadores de capital desde España.
Los economistas que objeten la necesidad de una devaluación no creen la ley de la oferta y la demanda,
ya que si la oferta de pesetas supera continuamente a la demanda de pesetas algo debe tener que ver en el
asunto el alto precio de la peseta. Uso es elemental; lo que ocurre es que ni en las enseñanzas de Marx se
aceptan las hipótesis sobre, la cantidad de dinero y los precios ni figuran en los análisis norteamericanos
da tipo macroeconómico referencias a! tipo de cambio, por lo cual muchos de nuestros presuntos expertos
niegan lo que es absolutamente obvio: ¡a peseta está sobrevaluada y debe ser llevada a su nivel de
equilibrio para cortar, el incesante déficit de] balance de pagos. En un artículo del diario "Informaciones"
del 14 de diciembre he probado hasta la saciedad este punto de vista
Primero, la inflación; después, el desempleo
Resuelto e! déficit del balance de pagos, como problema, la alternativa es si atacar la Inflación o la
desocupación, Para muchos economistas—diría que para la mayoría—la acción debe encaminarse contrá
la desocupación. - Difiero de ese propósito, que hace venir a la memoria el conocido aforismo de que "el
camino del Infierno está empedrado de buenas Intenciones", puesto que si se pretende acrecentar la
demanda global, mediante nuevos gastos públicos o por otros sistemas, para mejorar el índice de empleo,
subirán paralelamente tos precios, y se afectarán las Inversiones privadas adversamente; en resumen,
crecerán algunas inversiones y disminuirán otras, quizá, en mayor proporción.
Esta conclusión se deduce muy claramente d« mí libro "Inflación y desarrollo económico. Deducciones
de un estudio sobre los balances de las sociedades anónimas de Chile", publicado por Aguilar en 1956 y
hoy, por desgracia, agotado. En efecto, la observación de los balances referidos durante quince años
permitió llegar al convencimiento dé .que cuando las empresas pierden liquidez, reaccionan reduciendo
sus inversiones con prioridad sobre cualquier otra partida de sus gastos. Esta, conclusión —que es en
cierto modo perogrullesca—se olvida por los economistas, que pretenden aumentar la ocupación antes de
terminar con la Inflación, ya que el director de la empresa que prevé nuevos aumentos de costes, que
tendrá que financiar con sus propios fondos o endeudándose, renuncia a las nuevas inversiones,
Se dirá—con toda razón—que al frenar la inflación crecerá la desocupación, proposición que es
efectivamente cierta; pero desafío a muchos de los economistas que eso afirmen a. que presenten escritos
de los primeros meses de 1974 propugnando ya una política de freno a la inflación—como lo hizo
reiteradamente el autor de estas lineas—cuando esa política podía tener rápido éxito. De modo que si no
queda otra solución que aceptar los males de una desocupación acrecentada durante algunos meses, no es
posible rechazar esa política, "que será cada vez de peor arreglo, en virtud de que no es agradable. ¡Llevo
tres años pidiendo que se tomen decisiones adecuadas, con el perfecto conocimiento de que el transcurso
del tiempo hace cada vez más difícil la solución, sin recibir mucho .apoyo en esas propuestas!
La "operación quirúrgica" que ha de realizarse ahora será mucho más Importante, pero ello no puede ser
un argumento para no efectuarla y dejar morir al- paciente. ¡Tenemos que pagar ahora las culpas de los
ministros triunfalistas de años pretéritos!
Austeridad en el sector público
i Cuánto tiempo puede necesitar un pujante freno a la inflación? No mucho tiempo si se actúa con
decisión, y una vez frenada la inflación, tendrían rápido efecto las medidas de reactivación, montadas
sobre sólidas bases. Será necesario un pacto social concertado entre los trabajadores, los empresarios y la
Administración. Parece Innecesario advertir que este pacto es más bien un problema político que
económico, puesto que los trabajadores preferirán sufrir el reajuste bajo un Gobierno de su elección.
¿Será Inútil referir a todas las partes la indudable ventaja de una política económica como la seguida por
Alemania o Estados Unidos, en lugar de la preferida por Inglaterra o Italia?
El sector público debe participar en la austeridad en tanto se frena la inflación. Desearía recordar un
comentario mío publicado en el número de enero de 1976 en la revista "Discusión y Convivencia" en el
que mostraba el increíble planteamiento del presupuesto para 1976, que no destinaba gastos especiales
para neutralizar la crisis, encauzando los considerables incrementos dé las erogaciones a disponer de "más
estudiantes y más guardias". Me temo que tampoco destine subsidios adecuados para neutralizar o pallar
el paro el presupuesto para 1917.
No podría terminar este artículo sin señalar la responsabilidad que corresponde en la actual situación a
ciertos economistas. Las doctrinas de la "inflación estructural" han hundido a los países hermanos de
América y llevan camino de "iberoamericanízar" a la economía española, alcanzándose aumentos de
precios del 200 y el 300 por 100 en un año. Es dislate suponer que un problema del día a día, como es el
de la inflación, pueda resolverse mediante medidas de cambios de estructura, que, por definición, sólo
actúan en el largo plazo. No han hecho menor daño algunos economistas que han asesorado a la
Administración en los últimos años. Se escuchan de tiempo en tiempo sus protestas por la situación, de la
cual son, en buena parte, responsables; pero es evidente que son muy necesarios relevos que permitan a la
economía española retomar el buen camino
Jesús PRADOS ARRARTE