Menor presión impositiva que en la OCDE
España, paraíso fiscal para ricos
MADRID, 17 (D16).—España es el país con menor presión fiscal de los que integran la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La recaudación impositiva absorbe en beneficio
del Estado sólo el 11,8 por 100 del producto interior bruto, mientras la media para el conjunto de la
OCDE se sitúa en el 24 por 100.
La debilidad del sistema impositivo español en relación a! vigente en otros países industriales, debilitó
financieramente al Estado limitando Ja envergadura del gasto público.
Los gastos del Estado en los países de la Comunidad Económica Europea representan el 37 por 100 de la
producción nacional de bienes y servicios. En España, los desembolsos públicos alcanzan al 25,3 por 100,
según estimaciones contenidas en. el Libro Blanco de la Reforma Fiscal.
Bélgica y Dinamarca presentan un peso del gasto público cercano al de España, aunque con porcentajes
del 34,6 y 30,1, respectivamente. Dinamarca muestra una participación récord, para el conjunto de la
CEE, con el 43,5 por 100.
Directos e indirectos
España presenta rasgos impositivos comunes a los sistemas fiscales de países latinos. La imposición que
recae sobre la renta, los beneficios y las transmisiones patrimoniales, son inferiores a la mitad de la
recaudación total. Francia e Italia, con el 32 y 38 por 100, respectivamente, se sitúan incluso por debajo
de las cifras españolas.
Los impuestos indirectos sobre bienes y servicios representan la porción más suculenta de la recaudación.
Agregando los g r a vamenes que pesan sobre el comercio exterior —un 17,8 por 100 en España sobre los
ingresos fiscales totales, casi un récord para los países de la OCDE—, la imposición indirecta se eleva al
58 por 100.
A diferencia de países con estructura impositiva más progresiva, el sistema fiscal español se apoya con
intensidad en los impuestos específicos sobre bienes y servicios. En otros í más; :avanzados- predomina
un gravamen de carácter general sobre las ventas. Por lo demás, los impuestos sobre bienes y servicios
revisten la forma de un gravamen en cascada, que castiga acumulativamente las diversas etapas de
comercialización.
La insuficiencia del sistema de gravamen directo quedó de manifiesto en un reciente estudio de los
hermanos Alcaide Inchausti. En 1975, los gravámenes directos aportaron al fisco 246.000 millones de
pesetas. Según el informe mencionado, la eventual absorción por el fisco de un 25 por 100 de las rentas
de los españoles con ingresos más altos permitiría obtener 600.000 millones de pesetas.