El Correo Catalán
Autogobierno con responsabilidad y colaboración
Viernes, 21 de marzo de 1980
JL a tenemos Parlament. Los catalanes hemos elegido a nuestros representantes, propuestos por los
diferentes partidos, en la Cámara legislativa de Catalunya. Los datos definitivos de los comicios de ayer
nos dirán la composición exacta de la misma.
Con estos resultados en la mano, de los cuales solamente poseemos un avance al escribir estas líneas, se
podrá valorar la correlación de fuerzas políticas, segán el número de escaños obtenidos por cada partido,
y las distintas posibilidades de formar Gobierno en solitario o en coalición, lo cual parece lo más probable
en estos momentos.
De esta correlación de fuerzas políticas, según los resultados electorales, surgirá la personalidad que ha de
desempeñar el más importante y decisivo cargo de nuestro sistema de gobierno: la presidencia de la
Generalitat. A su futuro titular, en efecto, corresponderá la formación del equipo gubernamental o Consell
Executiu y la ejecución del programa presentado por el correspondiente partido. Asi lo han decidido, en
definitiva, los ciudadanos a través de sus votos, primero en el referéndum estatutario y ahora en las
elecciones parlamentarias.
No tendrá el nuevo Parlament, en su tarea legislativa, y el nuevo Gobierno de la Generalitat, en sus
decisiones ejecutivas, más limitaciones legales que las establecidas por el Estatut d´Autonomía y, en
última instancia, por la Constitución refrendada por todos los ciudadanos españoles como norma suprema
de convivencia.
No será fácil el desarrollo pleno, que tendrá forzosamente que ser paulatino, aunque lo más rápido
posible, del Estatut, que es una norma básica compleja y amplia, pero por lo mismo no exenta de
dificultades de interpretación, de encaje práctico en el texto constitucional y de concreción laboriosa, ya
que se parte casi de cero. Todo esto exigirá esfuerzo, colaboración de todos y un alto sentido comunitario,
por encima de partidismos, además de buenas dotes de pacto en las Cortes del Estado y de negociación
con el Gobierno central.
La vía de las tensiones sistemáticas y de las mutuas incomprensiones llevarían directamente el fracaso. Y
el abuso de recursos al Tribunal Constitucional, derecho indiscutible, tampoco ayudaría a allanar
obstáculos, aunque seguramente en más de una ocasión habrá que acudir al mismo. Pero, en todo caso,
convendrá hacerlo con prudencia, cargados de razón y después de agotar todas las vías del entendimiento
y la negociación. Recordemos lo funesto que resultó para todos la polémica suscitada en 1934, a raíz de la
declaración de an-ticonstitucionalidad de la famosa ley de Contractos de Conreu, que había sido aprobada
por nuestro Parlament.
Si la historia debe servirnos de lección y si algo puede deducirse ya con claridad de estas elecciones, es
que junto a la necesaria firmeza será imprescindible una gran capacidad de colaboración entre todos los
partidos y también con el poder central si no se quiere viciar de entrada el funcionamiento correcto de
nuestras instituciones de autogobierno. Y de estas cualidades, los primeros en dar claro ejemplo a todos
corresponderá sin duda a cuantos ahora acabamos de elegir, en votación libre y secreta, todos los
catalanes para formar el primer Parlament de Catalunya después de casi medio siglo.
La trascendencia que tiene para nuestro país la recuperación de la capacidad de autogobierno, con un
Parlament para legislar, un Consell Executiu para gobernar y un Tribunal Superior de Justicia para juzgar,
es tan grande que sin duda el sentido de responsabilidad de todos se impondrá a cualquier justificada
impaciencia.
La reafirmación de nuestra personalidad como pueblo y la recuperación de ¡as instituciones necesarias
para que podamos gobernarnos sobrepasan en importancia a cualquier reticencia. A quienes ahora les ha
cabido el honor y la servidumbre de dirigir la política autonómica catalana, cabrá pedirles muchas cosas,
pero dos son absolutamente esenciales: responsabilidad histórica de su misión y un sincero sentido de
colaboración.
Así, nuestras recuperadas instituciones de autogobierno, podrán echar a andar con paso firme abriendo un
camino ancho y muy prometedor para Catalunya. Es la esperanza, estamos seguros, que ayer movió a
millones de catalanes a depositar su voto.