*58 DIAS
EL Gobierno despejó una de las grandes incógnitas: la feetíá de las elecciones. Será»; como
hemos informado, el próximo día 15 de junio. Quedan, pues, solamente 58 días para que los
españoles tengamos oportunidad de seleccionar las opciones que, como cuerpo social,
consideremos más convenientes para regir los destinos de la nación. Sin embargo, en esta
auténtica «cuenta atrás» que hemos iniciado, el tono general sigue siendo, desgraciadamente,
de ¡ncertídumbre. Hay una derecha organizada —la representada por Alianza Popular— y una
izquierda que estrena legalidad, pero no oficio: el Partido Comunista. Lo demás es una
nebulosa. El Centro Democrático no consigue encontrar su modelo; el socialismo, pese a sus
buenas intenciones, sigue desunido, y sólo la Democracia Cristiana dio ayer un paso
importante para concretar su oferta. No es un panorama alentador y, por ello, debemos dar por
buena una premonición: los partidos definitivos de la España democrática quizá no consigan
formarse hasta después de constituidas las nuevas Cortes. Esta quiere decir algo: que los
esfuerzos han de orientarse a hacer posible la celebración de las elecciones, que es la tarea
más urgente, tanto en el orden económico como en ei político, cómo en lo que afecta a los
ingredientes para hacer posible el pacto social. En este sentido, es preciso decir que, aunque
persisten algunos de ios problemas que surgieron en los últimos días, no hemos encontrado
nunca un ambiente de clarificación como el actual. Si de oigo sirve la muestra, ahí está la
posición del comunismo español, que acepta y se compromete con lo indiscutible del Estado.
No desterramos la posibiEidad de que se trate de una simple estrategia, pero tampoco
podemos dejar de reconocer que esta postura marca un nuevo hito en el avance hacia la
normalidad: situar la oposición en torno a las opciones de debate, pero respetar con rigor los
fundamentos de la convivencia. Si para esto han servido los últimas tensiones, bienvenidas
sean. La forma del Estado no podía seguir estando en el mismo paquete de críticas que la obra
de gobierno. Si entre todas las fuerzas políticas hubiese capacidad de aceptar un pacto en ese
sentido, podríamos despejar las incógnitas del futuro. Y quienes tienen por misión velar por el
mantenimiento del orden institucional, podrían despreocuparse de forma directa de la tarea de
intervenir en las opciones de partido y de Gobierno. Esa es, creemos, la gran necesidad de
este momento histórico, y en conseguir ese clima han de esforzarse quienes se consideran con
vos y voto, con peso específico, en nuestra sociedad. Ese es el gran tranquilizante que el país
necesita para llegar a unas elecciones generales —las primeras libres en ocho lustros— con
tranquilidad, serenidad y seguridad de que el proceso culmine pacíficamente la transición.
Quedan, pues, 58 días para- la gran consulta. Al mirar hacia atrás nos podemos sentir
satisfechos: aunque con tensiones, se ha superado con éxito lo más difícil de la normalización.
Al mirar hacia, delante sólo nos podemos trazar dos proyectos urgentes: insistir en la creación
de grandes bloques electorales que eliminen el riesgo del minifundio, y respetar los cimientos
de la convivencia. Con esas dos c o n d i c iones habremos dado el gran salto.