CARTA DE AUGUSTO ASSIA
Vivimos del milagro. ¿Dónde está el friunfalismo español?
Querido director:.
¿Qué se ha hecho de nuestro proverbial triunfalismo? Yo no digo que aquí debiéramos celebrar ahora con
el mismo entusiasmo que celebrábamos antado el nacimiento de la "niña tres millones" en Madrid o la
mayor, la mejor y la más brillante acumulación mundial de divisas en las cajas del Banco de España o los
triunfos sobre Europa del equipo de don Santiago Bernabeu; pero ¿por qué ha pasado tan modesta y
calladamente la noticia que publica en una esquina el diario "Informaciones" y según la cual durante el
año pasado hemos atravesado la barrera del sonido en cuanto a importaciones?
Si lo que el periódico de la calle de la Madera dice es exacto, y no veo por qué ha de ser puesto en duda,
en mercancías importadas España, el año 1976, ha gastado más de un millón de millones de pesetas,
NO sé si a la cantidad de un millón de millones se le llama -tanta es mi Ignorancia en la ciencia
pitagórica-billón, trillen o cómo se le llama.
Me parece una cantidad importante, en todo caso, y que por lo menos nos saca de la esfera de los
"millones de millones", que ha sido´ estos últimos años la medida tanto de nuestros muchos éxitos como
de nuestros pocos fracasos. Y de la que ya nos sentíamos fatigados.
Quizá desde ahora, señor director, nos habremos sacudido los "miles de millones" como un signo de
adocenamiento, pobretería y garbancismo al que, antes de que pase mucho, no sabremos sino debelar
como hemos debelado, a ser tiempo, la España de Caldos con sus presupuestos de cincuenta o sesenta
millones, sus sueldos de cincuenta duros y su rústico nivel, en el que era descrito como multimillonario e|
que tenía cinco millones de pesetillas.
¿No estaremos ahora a punto de calificar de "España de vergüenza" a la cifrada en miles de millones,
desde la tribuna de los "millones de millones" como antes, desde la tribuna de los "miles de millones",
calificamos a la España de "los millones"?
Nada es imposible en un país que tanto y tan rápidamente progresa, pero, sin embargo, yo he de reconocer
que e1 hecho de que el paso de la barrera del sonido en las importaciones haya´ transcurrido tan
silenciosamente y con tan poca bambolla me deja un tanto intranquilo, pensando si no es que la raza ha
comenzado a perder, además de la dictadura, e1 orgullo del éxito y la satisfacción del triunfo.
¿ES QUE YA NO HAY ORGULLO?
¿Qué hacen los ministros de Su Majestad, qué hacen los periódicos, qué hace la televisión, que, al
parecer, no se dan cuenta de la exaltación nacional existente en la cifra de un millón de millones de
pesetas invertidas por los españoles sólo en la compra de líquidos extranjeros, como gasolina, güisqui,
vodka, leche o bebidas aromáticas, para no mencionar sólidos, cual las mermeladas inglesas, los
arándanos en escabeche polacos o el caviar danés?
¿Qué hacen?
¿Es que ha sido vendido a los masones nuestro orgullo nacional?
Nadie ha dicho pío y nadie ha publicado siquiera la cifra de contrapartida para que pueda ser fijado en
toda su gloriosa dimensión que, probablemente, no hay ningún otro país en el mundo que importe tanto y
exporte tan poco, o dicho de otro modo, que no hay otras gentes, al menos en Europa, que, como los
españolas, puedan permitirse el lujo de consumir con las manos llenas y producir con el dedo meñique;
pero que para eso somos españoles, "una de las pocas cosas serias que en el mundo se puede ser", como
solía decirse, y ahora no se sabe por qué, excepto la posible venta de marras a la masonería de que
hablaba más arriba, ha dejado de decirse.
¿Adonde vamos a parar así, señor director, si ya no registramos (antes parecemos avergonzarnos de ello)
las picas que ponemos en Flandes?
¿Por qué no so publican al mismo tiempo que las cifras de lo que hemos gastado en importaciones las
cifras de lo que, durante el año 76, hemos cobrado por exportaciones?
¿Por qué perdemos la ocasión de mostrar al mundo y exaltar a los españoles, si es verdad, como alguien
que debiera estar enterado me afirma, que con lo que cobramos de las exportaciones apenas el cubrimos,
por lo que al año 78 se refiere, la mitad de lo que pagamos por las importaciones, lo cual, si en cuanto a
tendencia no es nada nuevo, porque hemos vivido así toda la era del Caudillo, en cuanto a proporciones,
pasa de doblar las de hace cinco años y es infinitamente mayor que las de cualquiera de los otros países
europeos?
VIVIR DEL MILAGRO
¿Por qué nos abstenernos de explicarles a los españoles, para que por lo menos se enteren de cuan única y
cuanta es la gloria con que están arruinándose más alegremente, más efusivamente, más rápidamente y
más prósperamente que ningún otro europeo? Muchos europeos se arruinan aun trabajando; pero nosotros
lo hacemos sin trabajar, al parecer, si comparamos lo que producimos con lo que consumimos. Perder la
ocasión de hacérselo ver a los españoles, poniendo ante sus ojos, 511 frente y sus narices el contraste
entre lo que exportamos y lo que Importamos, a mí, la verdad, me parece un tanto avaricioso, y yo, si
fuera Gobierno, no perdería un momento en explicar, con números al canto, cómo los españoles, después
de haber vivido diez o quince años de las remesas de los obreros fuera y del turismo, ahora de lo que
viven es del milagro.
Ser el país de Europa que más importa y que menos exporta y uno de los que vive mejor (si usted lo duda,
visite una cafetería, vaya al cine, pretenda atravesar Madrid con prisa a cualquier hora en cualquier
vehículo, entre usted en una tienda con rebajas, visite usted mi aldea y concurra a uno de sus bailes,
pregunte usted las cifras de lo que e1 español medio compraba en carne o en leche hace quince años y lo
que compra ahora, pregunte usted no ya por el numero de televisores y automóviles o neveras que antes
había y que hay ahora, sino el de zapatos que gastamos cada uno), y, como digo, al mismo tiempo uno de
los que vive mejor y trabaja menos, aun sin contar las huelgas, si no es un milagro, dígame usted lo que
es, querido director y por qué si los alemanes, que tuvieron que trabajar tanto y ahorrar tanto para
producir el suyo de hace veinte años, están tan orgullosos de su milagro. ¿A santo de qué nosotros no nos
damos ni siquiera cuenta del nuestro?
¿Es que no es más milagro el de San Isidro, el cual es el que se está repitiendo aquí, que el de los
alemanes? Probablemente es que los masones son enemigos de San Isidro, y en vez de animarnos a que
cantemos "hosanna", lo que hacen "es echar un manto de silencio sobre nuestras merecidas alegrías, con
lo que, señor director, después de pedirle perdón, quedo de usted afectísimo, amigo y seguro servidor.
Augusto ASSIA