Apunte para un análisis
Leopoldo Calvo-Sotelo e Iñigo Cavero declararon ayer que e\ esfuerzo realizado por UCD en
Andalucía no se corresponde con los resultados obtenidos en la consulta electoral. El
planteamiento es erróneo, porque los resultados de unas votaciones o de una carrera de
caballos no tienen por qué corresponderse de manera fatal con el esfuerzo que realizan los
candidatos y los caballos. Puede haber unos candidatos y unos caballos mejor preparados que
otros, y puede haberlos también mejores. A veces éstos alcanzan el triunfo sin esforzarse tanto
como sus contrincantes. Si bien es comprensible que los líderes de UCD traten de encontrar
una explicación al fracaso, el hecho de remitirlo a las estrellas, a una especie dé destino cruel,
prueba que aún no les ha dado tiempo a escarmentar después del castigo que han recibido.
Quizá es porque el desastre no lo ha sido del todo, ya que para serlo en plenitud le falta el
aspecto más aciago de los desastres: el aspecto de lo inesperado. El fracaso de UCD, que en
las proporciones que ha sobrevenido no favorece, en el fondo, a nadie, tiene causas
descriptibles y no tiene nada que ver con su misteriosa inadecuación al esfuerzo electoral. El
trajín con el Poder, que se han llevado los diversos grupos que forman UCD, lo que desarropó
cuanto de negativo había en el partido; la arrogancia e intransigencia de los líderes respecto a
tos asuntos internos y la interminable disputa de parcelas de influencia, al lado del miedo del
Gobierno a la Historia; la creencia de que el mejor modo de racionalizar las situaciones
desequilibradas por la pasión es la de esperar a que se extingan por sí mismas, y el escaso
sentimiento de Estado, como demostró el reciente caso de Lemóniz, son nada más que
algunas de las causas que han llevado a UCD al fracaso de Andalucía. En lo que toca a la
campaña electoral el error de la propaganda ha sido completo. UCD no ha distinguido entre
«populus» y «plebs», como distinguían muy bien los romanos antiguos, y confundió al pueblo
con la plebe, e hizo, desde su prosopopeya, una propaganda que sin remedio era para ple-
beyos, y eso influyó para que el pueblo le diese la espalda. No se equivocó en esto Fraga, al
parecer más de derechas que los creadores de imagen de UCD. Finalmente los empresarios le
hicieron a UCD un mal tercio interviniendo para «corriger la fortune» cuando estaba ya todo
perdido, porqué con su propaganda introdujeron en la lucha electoral la lucha de clases.
Estos son varios de los puntos acerca de los cuales debiera reflexionar el partido del Gobierno.
En general, quienes son conscientes nada más que de las ventajas del Poder se arriesgan a no
tener en cuenta sus peligros, que, según se ha visto, son muy reales y amenazadores. Le
convendría a UCD analizar con puntualidad crítica aquellas condiciones que precedieron a la
organización del partido, donde acaso esté el mal que constantemente le adelgaza y debilita,
porque la impresión es que la «cumbre» del partido está formada por rudos pioneros
individualistas sin sentido de comunidad ideológica.—-CANDIDO.