LUIS SOLANA
Diputado del PSOE por Segovia
El futuro de la Guardia Civil
La institución de la Guardia Civil ha sufrido, por diversas circunstancias» elogios interesados y algunas
diatribas absolutamente inmerecidas. Solana dice que «no cabe duda que el tema está de actualidad en
estos largos días. Diversos sucesos dramáticos han puesto encima de muchos tapetes preguntas sobre el
pasado, el presente y —sobre todo— el futuro de la Guardia Civil».
Vaya por delante que estoy enterado de la facilidad con la que se puede usar y abusar de quien se atreva a
exponer a la Guardia Civil como objeto de debate, pero me arriesgo por el bien de la propia Guardia Civil
y de la seguridad ciudadana de los españoles. Digo, además, que sin haber estado en Barcelona en los
actos de homenaje a las Fuerzas Armadas, yo también he tirado flores al paso de la Guardia Civil, porque
al igual que otros ciudadanos sé de los sacrificios, de los dramas y de las vidas perdidas.
Pero también he de con fesar (sinceridad por delante) que muchas historias se me amontonaban en la boca
del estómago. No voy a recordar el pasado a pesar de que ni olvido ni dejo de considerar al duque de
Ahumada, a la Guardia Civil del 14 de abril del 31 o a la de tantas provincias del 36. Tampoco voy a
dejar a un lado a la Guardia Civil del maqui o la de los años que uno quisiera que fueran ya tan sólo
páginas del libro de la historia de España, aun que no pueda.
A mí, personalmente, por dos veces me ha espodado un número de la Guardia Civil. Pues bien, todo esto
en su totalidad lo asumo. Pero no es el tema que quiero tratar: ¿Qué hacemos con la Guardia Civil hoy
para que sea parte del mañana?
Un papel lógico
Los socialistas llevamos tiempo repitiendo que hay que encontrar un papel lógico a la Guardia Civil en el
sistema de defensa de la sociedad española. Y lo curioso es que no se nos quiere escuchar con serenidad y
se introducen debates accesorios como si fueran principales y se plantean de forma directa o indirecta,
buscada o sin querer, esquemas que llevan a colocar los intereses generales de España detrás de los
específicos de cuerpos o institutos.
La defensa de la sociedad democrática tiene una serie de graduaciones y de sistemas para adecuar la
respuesta al reto. Si un vendedor ambulante o un borracho callejeando inoportuno o un motorista
provocativo molestan a los convecinos, habrá un policía municipal que resuelva la situación. Si una
manifestación sale de los márgenes autorizados o un delincuente amenaza a una sucursal bancaria, ahí
estará la Policía Nacional para dar la respuesta con los medios adecuados: escudos, cascos, botes de
humo, armas cortas, etcétera,
Para el caso límite de la defensa total están las Fuerzas Armadas con misiones y medios fáciles de
entender y justificar. Pero, ¿y entre las FAS y la Policía Nacional? ¿Cómo respondemos al reto moderno
del terrorismo o de la difícil vigilancia de fronteras o de los espacios territoriales abiertos? España está
buscando soluciones cuando tiene ante sus ojos a la Guardia Civil a la que no hay que cambiar misiones
sino simplemente actualizarlas.
La Guardia Civil se creó para luchar contra el bandolerismo en zonas agrarias y se unió más tarde con los
Carabineros para completar la vigilancia fiscal de fronteras. Sólo hace falta encontrar unos dirigentes que
sepan hacer con la Guardia Civil lo mismo que se está empezando a hacer con la Policía Nacional: darle
sus misiones específicas claras, los medios adecucados y la formación correspondiente a este
planteamiento. No podemos tener por más tiempo a un colectivo de casi 60.000 hombres armados, con
una dependencia compleja, misiones confusas, medios ambiguos y formación tradicional sin que se sepa
si es adecuada a los retos del momento,
Con claridad
Hablar con claridad es la primera condición para resolver el problema. Y el problema existe. La realidad
es que se ha levantado en algunos sectores del país una desagradable sensación de desconfianza ante la
Guardia Civil. El video del 23 F o los relatos sobre los sucesos de Almería son imá genes que han calado
en muchas mentes.
Conste que lucho y lucha re porque la confusión (interesada o no) no se mezcle en este debate pero lo que
tengo claro es que ios que mantienen la idea de conservar a la Guardia Civil con las mismas misiones que
en el siglo XIX ni son amigos de la Guardia Civil, ni se enteran de la utilidad del Instituto para los retos
violentos de hoy. Lo más probable es que o estén mal informados o intenten colar de matute mercancías
políticas concretas.
Muchos somos los que crecemos que con delicadeza, seriedad, sinceridad y voluntad de trabajar por la
seguridad de los españoles, el debate sobre la Guardia Civil se puede y se debe introducir. Habré que bus
car páginas o foros para ello pero, en todo caso, algún día un Gobierno sabrá aprovechar las conclusiones
de tales debates para hacer más eficaz la seguridad de España gracias y con la Guardia Civil.
Temas tan obvios para muchos como la casacuartel habrá que tener el realismo de analizar si hoy son
sociológicamente y logísticamente válidos en una sociedad moderna, indus trial y bien comunicada.
Habrá que estudiar si determinados sistemas de organización parejos a los militares añaden alguna
eficacia en muchos campos o más bien son origen de con flictos.
Sin demagogias
Tendremos que conocer las razones por las que la Guardia Civil es dirigida por personas ajenas a ella y
per tenecientes a la milicia, incluso con un Estado Mayor que no procede del Cuerpo. Y todo esto y
mucho más sin nervios ni demago gias, aceptando que España está por encima de todos, incluida la propia
Guardia Civil, faltaría más. Con ese ánimo nadie honorable se va a molestar ni doler.
¿Es inoportuno el debate? Pues no lo sabría decir, dado el número de temas que unos u otros califican de
inoportunos. Yo creo que lo inoportuno y lo crispante de muchos debates no es la discusión en sí misma,
sino la torpe y agresiva forma con la que a veces se llevan a cabo.
La Guardia Civil debe encontrar su punto exacto en la seguridad de la España democrática. Vamos juntos
a trabajar por esta importante tarea. Yo, al menos, tiendo desde aquí la mano y la pluma a unos y a otros.
¿Alguien me acepta el diálogo?