LA DEMOCRACIA PUENTE
SON cada día más los que preventan al llamado eurocomunismo como una revisión radical del
marxismo ortodoxo. La presunta mutuacián consistiría en que este comunismo se ha democratizado. ¿A
qué se reduciría el supuesto cambio ? A la alianza con quienes propugnan la democracia inorgánica, y a la
aceptación de las reglas del juego demoliberal. Esta interpretación, aunque pueda servir para reducir y aún
anular la capacidad de resistencia de algunos inocentes, es teórica y prácticamente •insostenible.
El democratismo táctico y transitorio es una consigna consustancial al marxismoleninismo; no es una
herejía actual, sino un criterio originario. El comunismo accidentalmente democrático no es un hallazgo
de Berlinguer; es de siempre. El movimiento lo funda Marx con el manifiesto en 1848, cuyo concluyente
párrafo penúltimo dice: "En todas partes los comunistas trabajan en untan y concordia con los partidos
democráticos". Engels escribe en 1884: "También a proletariado necesita, para la conquista del poder
político, formas democráticas; pero éstas sólo son medios".
Y da la razón última: "la república democrática resulta siempre la última forma de la soberanía burguesa,
aquella en ¡a que revienta". Y la consigna se cumplió en vida de los fundadores siempre que fue factible y
cuando la vía revolucionaria, como en Rusia, no resultaba más expedita. El inconformista Kautsky,
zanjando la polémica sobre la participación en el sistema demoliberal, afirma en 1893: "Un régimen
realmente parlamentará) puede ser un instrumento para la dictadura del proletariado". Lenin es tajante:
"La democracia tiene un valor formidable en la lucha de la clase obrera contra los capitalistas". Y en otro
lugar añade: "De la misma manera que el socialismo triunfante es imposible sin haber implantado la
democracia completa, no puede prepararse para el triunfo sobre la burguesía el proletariado que no
mantiene una lucha en todos los sentidos, consecuente y revolucionaria, por la democracia". Y Mao
Tsetung proclama en 1937: "Dirigir resueltamente la revolución democrática es la condición para la
victoria del socialismo... Nos pronunciamos por llegar al socialismo pasando por iodos las etapas
necesarias del desarrollo de la república democrática". Pero el texto definitivo procede del informe al VII
Congreso del Partido en 1945: "Si un comunista —menospreciando la revolución democrática
burguesa— no está dispuesto a dar por ella su sangre y su vida, y se contenta con disertar sobre el
socialismo y comunismo, estará traicionando al socialismo y al comunismo... Es una ley marxista que
sólo se puede llegar al socialismo pasando por la etapa de la democracia". Y en ese catecismo que es el
"Manual del marxismoleninismo " (1959) hay un capítulo, decimoctavo, que se titula: "La lucha en
defensa de la democracia en los países burgueses". Esta fue, finalmente, la consigna de "Pravda",
actualizada en ¡965: "El foco del progreso político de los partidos de la Europa occidental y Norteamérica
es la lucha por la democracia que los comunistas consideran como parte integrante de la lucha por el
socialismo". La teoría se resume en la sentencia lapidaria de W. Rochet en su calidad de secretario
general del Partido Comunista Francés: el Estado demoliberal debe utilizarte como el puente de transición
a la revolución socialista.
La actual táctica, es, pues, fiel aplicación de la ventusta dogmática marxistaleninista. No hay ni
heterodoxia, ni invención. Lo único novedoso es que, para tranquilizar a los ingenuos y desavisados, ya
no se habla de la dictadura del proletariado como deseada desembocadura de la provisional democracia
pluralista; pero la meta sigue siendo el totalitario e irreversible control de la política y de la economía por
el partido. Es bueno el método que más rápidamente conduce al comunismo: la revolución armada en
Rusia, China, Cuba, Vietnam o Angola; la ocupación colonizadora en Polonia, Checoslovaquia, Hungría
o Rumania; y allí donde estas vías no sean practicables, se impone la infiltración en el Estado demoliberal
para mirarlo y desmantelarlo.
A los partidos comunistas de las naciones libres les interesa vitalmente la legalización, es decir, que las
democracias lleguen en su insensatez hasta reconocerles el derecho a liquidarlas. Para lograr este objetivo
acusan de fascistas a cuantos les nieguen su asistencia, y prometen solidaridad política con sus cómplices
y futuro acatamiento de las reglas del Juego constitucional. Pero donde han llegado ai Poder, sin
excepción, han dinamitado el sistema demoliberal y suprimido no seto a los discrepantes, sino incluso a
los compañeros de viaje, ya inútiles. Están dos operaciones postreras y definitivas no son menos
ortodoxas y dialécticamente obligadas que la inicial y transitoria inserción en la democracia.
Sólo los ignorantes supinos y los cerebros drásticamente engañados pueden creer que el comunismo ha
cambiado esencialmente porgue utiliza las instituciones demoliberales, y que se convertirá en
socialdemócrata cuando ocupe el Poder. Ni lo uno ni lo otro. La colaboración táctica con la democracia es
tan valentudinaria como el Manifiesto, y el pluralismo liberal en un marxista puro es algo tan impensable
como el círculo cuadrado.
Hay los utópicos platonizantes que contemplan la democracia inorgánica como el Estado ideal, válido
para cualquier tiempo y lugar, y como un imperativo ético que quitaesencia todas las perfecciones
políticas. Hay quienes lo consideramos como un problemático instrumento para conseguir un orden justo
y próspero, y cuyo funcionamiento dependerá de las circunstancias y, sobre todo, de ciertas disposiciones
de la clase dirigente. Para los comunistas esa democracia es simplemente un puente hacia la dictadura del
proletariado, un puente que, luego, hay que volar porque el viaje rnarxista excluye el "retornano."
Gonzalo FERNANDEZ DE LA MORA
(ABC, 11 Marzo, 1977)