27-XII-77
Posición del Partido Socialista en este momento
Felipe González escribe en "Cambio 16":
"Por de pronto, ¿cuáles son las perspectivas políticas para 1978? Antes de1
verano, la Constitución
debería estar aprobada y refrendada. Con una Constitución que sirva de terreno
de juego, donde todo el
mundo se sienta cómodo, en el país se producirá una remodelación de las
instituciones políticas de tal
naturaleza que el juego político exigirá la clarificación del panorama sobre la
base de unas nuevas
elecciones generales. En cualquier caso, la vida de las actuales Cortes no se
podrá prolongar hasta la
fecha prevista.
El tema de la Constitución no es, sin embargo, el primero en un orden de
prioridades.
Entroncado en él se encuentra el problema de la crisis económica. Los acuerdos
de la Moncloa son desde
luego criticables desde cualquier óptica, pero los empresarios están haciendo en
contra de ellos una
crítica, si no irracional, al menos poco razonable, porque su crítica no ofrece
una alternativa global. Estoy
dispuesto a comprender que en un momento de presión económica no parece adecuado
incrementar la
presión fiscal sobre empresas que ya tienen su propias dificultades económicas;
pero creo igualmente que
los acuerdos se han elaborado cuidadosamente y que la presión fiscal va mucho
más dirigida a la renta de
los individuos que a las mismas empresas. Se ha intentado incluso reducir los
costes de la Seguridad
Social, que son una carga considerable, y eso deberían tenerlo en cuenta los
empresarios.
Los acuerdos de la Moncloa tienen, en definitiva, que llevarse a efecto. Con
rigor y hasta sus últimas
consecuencias; así, el Partido Socialista jugará un papel de oposición eficaz,
insólito desde una
perspectiva europea.
Suárez ha hecho una política hábil, la operación ha sido responsable, pero los
acuerdos le van a obligar de
una manera estricta y rigurosa. La UCD no podrá hacer correcciones sobre una
política económica propia,
sino en función de las demás fuerzas políticas implicadas en el compromiso
económico. Suárez nos llamó
para que compartiéramos con él las cargas, no para repartirnos beneficios, pero
ahora mismo tal vez sea la
imagen del cazador cazado la más reveladora de la situación.
Nosotros vamos a insistir en ese programa económico, porque nos parece
aceptable. Sabemos que es una
buena ocasión para producir la reforma aun entendiendo que lo ideal sería
introducir la progresividad
fiscal en una época de auge. La consolidación de la democracia en 1978 exige,
además de una nueva
Constitución, un nuevo sistema de relaciones económicas.
La estrategia del Gobierno ante el problema de las elecciones municipales y el
desconcierto que también
el Gobierno muestra ante el problema de las relaciones industriales nos parecen,
sin embargo, dos
amenazas para esa consolidación. El Gobierno desconoce en su totalidad el
problema sindical, y si no se
decide a fortalecer con una política clara a las centrales sindicales, puede
introducir un factor de
inestabilidad. El Gobierno no sabe qué hacer con un aparato burocrático heredado
del franquismo y no
comprende que entre las grandes centrales sindícales y las grandes centrales
patronales debería crearse e1
marco macroeconómico que limitara la evolución de los salarios y los precios.
El Gobierno pretende también retrasar las elecciones municipales hasta después
del verano,
argumentando que el censo no estará terminado hasta el 28 de junio y con la
esperanza de que para
entonces su imagen política sea más favorable. Pero las elecciones no pueden
demorarse, y nosotros las
queremos ya. El poder municipal responde en la actualidad a criterios desfasados
y no estamos dispuestos
a que sean alcaldes de grandes ciudades políticos que representan al 7, al 5 o
al 2 por 100 de la población.
Los municipios viven lánguidamente y ello incide en la situación económica, la
paraliza, impide que los
municipios desarrollen su capacidad de generar empleos o contratar obras.
Por debajo de la preocupación del Gobierno ante las municipales subyace otra
preocupación: el temor de
que un triunfo socialista resucite los fantasmas de 1931. Pero esos fantasmas no
tienen nada que ver con
la situación actual. El nuestro es un partido republicano, pero nosotros
separamos el resultado de las
municipales de cualquier actitud con respeto a una institución que la futura
Constitución garantizará.
Tampoco la Iglesia es la de 1931, como la sociedad civil tampoco es la de
entonces. La dialéctica
clericalismo - anticlericalismo se ha superado, y yo sé que al final se llegará
a un acuerdo fácil, aunque
sectores de la Iglesia puedan provocar incidentes con su excesivo realce de una
"mística" de la libertad de
enseñanza.
Creo que hay también en sectores del Ejército cierta inquietud, porque su
situación es mala desde el punto
de vista económico, de la dotación y de la preparación y porque incidentes como
el de Pamplona son
claramente provocadores. Pero no creo que pueda afirmarse que haya en marcha un
proceso de
desestabilización. El comportamiento general del país sigue siendo pacífico
dentro de una exigencia de
cambio No sería justo hablar de un desencanto posterior a las elecciones del 16
de junio: el país sigue un
proceso democrático normal, con los lógicos rozamientos producidos por la
liquidación de unas
instituciones no democráticas para ser sustituidas por otras que sí lo son.
Yo personalmente no soy en absoluto pesimista."