ABC/5
Pequeños relatos
La puerta cerrada
El Gobierno ha declarado paladinamente que el Gobierno anterior no sabía nada
del golpe militar, y según ha asegurado el periodista Oneto, el anterior
ministro de Defensa, señor Rodríguez Sahagún, había evitado cuatro. Es decir,
que el golpe militar del que no se enteró, fue precisamente el que se produjo.
Esto es de aurora boreal o de equnocio austral Pero el ministra de Defensa
actual, señor Oliart, se vio en la obligación de informar al Parlamento del
sucedido en aquellos días históricos del 23 y 24 de febrero, que es un hecho
democrático normal; pero por eso que se llama
«la segundad del Estado» y el respeto a las instituciones judiciales, se decide
hacer la información a puerta cerrada. Esto es normal, y, por supuesto,
constitucional.
Los periodistas se enfadan, porque eso es su obligación, y el país acepta
quedarse otra vez en Babia, porque el país, o el pueblo soberano, solamente
interviene en las convocatorias electorales y en sus políticos ha depositado su
confianza, su seguridad y su esperanza.
Pero los políticos —los señores diputados— son incapaces de guardar un secreto
porque la política es un morbo, y una libido, y una desazón, y allí se fueron,
parece que en número de medio centenar, con grabadoras.
Algunas eran europeas, visibles, y otras eran invisibles y hasta japonesas. El
caso es que, perversamente, eróticamente, a escondidas, grabaron la información-
del ministro de Defensa, y en lugar de gozar luego con ella en casa, con unos
amigos o archivarla para los libros de Memorias, algunosseñores diputados se
fueron corriendo a los periódicos y se las ofrecieron
Y los periódicos —naturalmente— publicaron el informe, excepto uno que está
temeroso de que le apliquen la ley de Defensa de la Constitución antes de ser
aprobada.
El espectáculo dice bien claramente con qué gentes nos estamos jugando los
cuartos.
Aquellos que no hubieran estado de acuerdo en la reunión a puerta cerrada lo que
únicamente, y decentemente, tenían que haber hecho es no asistir. Pero hacerlo y
divulgarlo dice la estatura de, los autores
Estos métodos son impropios de un país como el nuestro. Nuestra degradación
contemporánea no tiene otros responsables que nosotros
Luego ha resultado que «el informe Oliart» no es nada del otro jueves Más o
menos estaba distribuido en las informaciones de los periódicos, y sólo
representaba un texto ordenado.
Ni ha esclarecido los orígenes, la naturaleza y la extensión del golpe; ni ha
delatado propósitos de organización en el supuesto de su triunfo, ni ha hecho un
análisis de situación sobre la situación actual de las Fuerzas Armadas, haciendo
exclusión de las personalidades militares implicadas en su fracaso.
Habrá que suponerse el estado de ánimo del poder judicial militar después de
esta ocurrente indiscreción del Parlamento
Nuestro país está alcanzando cotas inverosímiles de burla. En ocasiones pasó por
mi imaginación la idea razonadora —y por ello utópica— de que productos
literarios como Ramón Gómez de la Serna, o Valle Inclán, o Jardiel Poncela, y
los humoristas Mingóte, Máximo o Martínmorales, o ese gran pintor de náff que es
Blasco, eran solamente imaginarios como resultado expresivo de la imaginación.
Pero no era así
Ellos conocían el país mejor que los sociólogos o los filósofos. Ahora hasta
amenaza con irse a los
Estados Unidos ese crítico brillante que es Amando de Miguel, porque lo que ve
es superior a su propio análisis exacerbado.
El resumen es éste. No se entera ni el Parlamento, ni el Gobierno, del golpe
militar (Azaña conoció los dos antes, el de agosto y el de julio).
Los meten los militares debajo de los bancos. V un día se disponen a saberlo en
secreto ¡Y nos enteramos todos!—Emilio ROMERO.