MIGUEL BOYER la izquierda del centro
Por lo menos hasta la fecha, no ha sido habitual el baile de personajes de uno a otro partido. Miguel
Boyer podría, en este sentido, haber iniciado una moda a todas luces inevitable, "para que cada cual esté
donde debe estar", por decirlo con frase del anterior entrevistado de esta sección, Felipe González.
Nuestro personaje de hoy es Miguel Boyer, economista de prestigio, por muchos años militante del
PSOE, y baja reciente de este grupo. Boyer «ha fichado» por el Partido Social Demócrata de Francisco
Fernández Ordóñez.
Llega a estas páginas, sobre todo, para hablar de su especialidad: la economía. Y, más concretamente, de
la economía de esas, en alguna forma, empresas «stil generis» que son los partidos políticos. Aunque
habrá, previamente, que enmarcar al personaje.
- ¿Es usted la izquierda del centro?
- El Partido Socialdemócrata, sin duda, lo es.
- Y usted es la izquierda del PSD.
- No conozco todavía bien al PSD para hacer comparaciones. Pero, efectivamente, yo vengo de la
izquierda socialista histórica, si bien como no marxista. Es de suponer que los aficionados a la
catalogación me clasificarían así.
- Su caso, ¿es el caso de un converso?
- No. Quiero decir que no he cambiado apenas en mi vida política de planteamiento ideológico. En
repetidas ocasiones me definí como no marxista. En el pasado siempre esperaré que el Partido Socialista
integrara sin dificultad y diese cabida suficiente a quienes no éramos marxistas. Comprendo que puede
existir una socialdemocracia marxista. Leon Blum y Guy Mollet decían que lo eran.
De cualquier forma, no es mi caso. Pero no es conversión. Yo creo que es, más bien, un cambio
instrumental, tras meditar muy detenidamente sobre cuál es el instrumento con el que se puede desarrollar
una línea como la mía. Ya desde hacia meses venía dudando de lo adecuado de mi inserción en el Partido
Socialista Obrero Español.
- ¿Es un marxismo, en su opinión, dogmático, el predominante en el PSOE?
—Muy poca gente se reconoce dogmática, o puede ser calificada así de modo exacto. Además, es un
calificativo que suele utilizarse con intención insultante. La terminología que ahora se maneja en el PSOE
es la de marxismo metodológico, frente al marxismo como conjunto de proposiciones. Pero si uno
reconoce que las proposiciones del marxismo tradicional son falsas —teoría del valor trabajo y de la
plusvalía, depauperación creciente del proletariado, socialismo primero en los países más avanzados,
tendencia a caer da la tasa de beneficio, etc.—, es que el método marxista tampoco sirve, puesto que sería
un método con el que se obtienen resultadas erróneos.
—Felipe González, sin embargo, viene propugnando un ala socialdemócrata dentro del PSOE.
—Felipe González, efectivamente, afirma con cierta frecuencia que dentro del PSOE caben desde los
socialdemócratas, hasta los marxistas democráticos. Cada, cual tiene derecho a desear lo que le plazca y
la conciliación de los opuestos. Yo, sinceramente, pienso que en el Partido Socialista que se ha definido
como marxista —si ello no es una broma o una insinceridad —, quien no lo sea, difícilmente podrá
encontrarse a gusto. Eso no tiene arreglo. Admito, por otra parte, que haya socialdemócratas que
consideren que pueden estar perfectamente en un partido marxista, y de clase, y que propugna la toma del
poder por la clase obrera. Estos tienen en el PSOE un lugar.
LO ECONÓMICO EN LOS PARTIDOS
—El programa económico, o buena parte de él, del Partido Socialista Obrero Español, se le debe a Miguel
Boyer?
—Yo cooperé, efectivamente, en la elaboración del programa económico, y ese programa refleja muchas
de mis ideas, de las que no reniego.
- El PSD también le ha encargado ahora la elaboración de su programa económico.
—No, no exactamente. Yo, ahora, presido la Comisión que va a redactar el programa de PSD en lo
político y en lo económico. Es decir, que, en definitiva, yo organizaré o coordinaré trabajos de las
distintas comisiones que van a trabajar en estos aspectos.
Creo que no me voy a dedicar específicamente al tema económico. A mí se me ha encargado la labor de
coordinar especialistas en derecho constitucional, sociólogos o economistas que ya estaban en el PSD o
que se han incorporado recientemente.
—Lo económico, el programa económico, ¿habrá de ser una de las cuestiones más consideradas, uno de
los platos fuertes de la socialdemocracia?
—Si. Creo que en el terreno constitucional debe haber y deben buscarse unas posiciones que sean
auténticamente democráticas, en las que haya el denominador común más amplio posible. Se trata de
establecer unas reglas de juego. Entonces, a la hora de decidir unas condiciones de consenso político
básico, creo que debería buscarse la mayor coincidencia posible entre los partidos democráticos y no
buscar originalidades especificas. Y, probablemente, en el terreno económico será donde cada uno pueda
afinar más sus diferencias especificas. Por otra parte, el Partido Socialdemócrata está en muy buenas
condiciones para desarrollar un programa económico realista e interesante. Porque se
trata de un partido que desea la reforma de la sociedad en profundidad, pero sin apriorismos, sin
mitologías decimonónicas, ni recetas simplistas. De modo que creo, efectivamente que el
programa económico socialdemócrata será verdaderamente atractivo. Y luego, la calidad y la experiencia
práctica de las personas que van a participar en la elaboración de esos programas, es grande.
- ¿Serán precisamente los aspectos y programas económicos los que más van a distinguir entre sí a los
partidos en las próximas elecciones?
—Piensa que los programas a medio y largo plazo, sí, porque en los referentes al corto plazo va a haber
una coincidencia bastante notable. Yo mismo he mantenido una serie de contactos últimamente con
economistas de diversos partidos y, en general, se puede afirmar que estamos de acuerda en las medidas a
corto plazo para capear la crisis, para enderezarnos hacia el equilibrio interior y exterior y para bastantes
reformas de estructura da la economía española Ahí no va a haber grandes diferencias.
El problema es reunir la voluntad política y el respaldo político para adoptar esas medidas y para
presentarle al país la situación y explicarte su gravedad. En cambio, en los programas a medio y largo
plazo se van a acusarse más las características de cada uno de los partidos. En ellos, es muy verosímil que
puedan advertirse las discrepancias de fondo, más aún que en el terreno constitucional, aunque
ciertamente también en lo constitucional hay temas muy discutibles y discutidos, que van a hacer surgir
importantes diferencias entra los partidos. Por ejemplo, el tratamiento de las regiones y de las
nacionalidades, la relación entra el poder ejecutivo y el parlamento, etc.
NACIONALIZACIONES Y REFORMA FISCAL
—Dos cuestiones parece que serán claves a la hora da elaborar y discutir los programas económicos de
los distintos partidos me refiero a la cuestión de las nacionalizaciones y a la cuestión de la fiscalidad, de
la reforma fiscal ¿Es así y cree usted que son las dos cuestiones clave?
—Son, en efecto, significativas para definir la vocación de los partidos. Los partidos de la izquierda,
tradicionalmente, dan una importancia grande a un refuerzo del sector público por la vía de las
nacionalizaciones. Por ejemplo, el PSOE, que ha sido el partido que ha desarrollado con más extensión en
los últimos meses un programa a medio plazo.
Insiste en un cierto número de nacionalizaciones. Sin embargo, creo que el tema más importante a corto
plazo, por la generalidad y alcance de sus repercusiones, va a ser el de la reforma fiscal, el tratamiento
que se vaya a dar a la fiscalidad: qué transferencias de renta entre sectores se van a verificar, qué seriedad
va a haber en la administración fiscal, qué destino tendrá la mayor recaudación.
Hay aquí un difícil y urgente camino que recorrer, en nuestro país, simplemente para aproximarse a la
media europea, no digamos ya para modificar la sociedad a fondo. Tendremos que pasar de una presión
fiscal de un 20 por 100 del Producto Nacional, a un 30, y luego, a un 35 por 100 en pocos años para poder
atender a las obligaciones sociales del Estado en una sociedad moderna, asi como a las derivadas de la
crisis económica: subsidios de paro, fomento de las exportaciones, creación de empleo con inversiones en
infraestructura.
- ¿Es decir, que el grado de izquierdismo o de progresismo se va a poder advertir en el número de
nacionalizaciones que se propugnen?
—Yo no diría que el criterio fundamental es ya el del número de nacionalizaciones Porque, por ejemplo,
el Partido Comunista Italiano no propugna ahora ninguna nacionalización y varios partidos socialistas
piensan que no conviene avanzar más en esa línea, de una estatalización de la economía, sino que es muy
preferible avanzar hacia una participación o hacia un control creciente de los obreros y de los trabajadores
en general, en la orientación de las empresas.
Puede decirse que ahora, el socialismo, o una parte al menos de los partidos socialistas, ha pasado de la
tesis de la estatalización de la economía a una tesis autogestionaria, si está en la zona más izquierda del
espectro, o de una participación en la gestión si está en una zona menos extrema. En cualquier caso, no
creo que haya ya una relación directa entra las nacionalizaciones que se propugnan y el «progresismo»
social de un partido. Naturalmente, los maoistas o los troskistas siguen preconizando una economía
completamente colectivista. Va a ser más importante, por más práctico, a efectos de calibrar el impacto
social de cada partido, considerar su actitud ante la reforma de la empresa o el tema de la autogestión y,
ciertamente, ante el tema fiscal, más que observar su entusiasmo nacionalizador. El instrumento fiscal,
precisamente, ha sido uno de los que, en varios países europeos —notablemente en los escandinavos—,
ha permitido avanzar hacia las sociedades más igualitarias y más democráticas que conocemos.
La fiscalidad, si se utiliza a fondo, será una de las grandes fuerzas de la socialdemocracia. Permitirá
reorientar la economía descentralizada de mercado, que ya ha demostrado su superioridad teórica y
práctica, sobre las formulas centralizadas. Puede, asimismo, corregir la distribución de la renta que resulta
d
las fuerzas del mercado o de las injusticias históricas y de la desigualdad de oportunidades y conseguir
una seriedad más igualitaria. Hay ahí un campo donde se van a perfilar, con bastante claridad, las distintas
opciones.
- Usted mismo, en el PSOE, ¿qué grado de nacionalizaciones propugnaba? Algunas de ellas, ahora como
socialdemócrata, ¿ya no las propugnará?
Todavía no conozco, por llamarlo así, el pensamiento colectivo del Partido Socialdemócrata. Repito lo
que antes dije los programas de los partidos son siempre un compromiso entre el pensamiento de muchas
personas y la estrategia política y la propaganda.
Hay constricciones y ni en el programa económico del PSOE es a mi gusto enteramente —aunque me
sigue gustando bastante— ni lo será al del Partido Socialdemócrata. Tiene poco interés que yo diga
cuántas nacionalizaciones propugnaba cuando iniciamos el programa del PSOE y cuántas voy a programa
del PSOE y cuántas voy a este tema debemos llegar a un acuerdo los socialdemócratas y adoptarlo todos.
Lo que pienso, a título estrictamente personal, seria lo mismo en uno como en otro partido. En general, y
reitero que hablo por cuenta propia, soy partidario de nacionalizar algunos sectores con escasa
concurrencia y en los que existen situaciones monopolísticas, por razones de dimensión o históricas, que
obligan al Estado a intervenir, así como en los servicios públicos. Por ejemplo, en el sector del acero, o en
la industria eléctrica, que tiene características acusadas de servicio público, yo sigo, efectivamente,
creyendo deseable la nacionalización.
Hay una justificación perfectamente ortodoxa de la economía neoclásica para la intervención estatal en
estos casos. Pero tanto en el PSOE como ahora, yo me muestro más partidario de tender hacia una
reforma de los órgano de decisión de la empresa y no tanto a una estatalización de la economía, que
presenta graves riesgos de ineficacia, burocratización e incluso oportunidades de reforzar una eventual
dictadura política.
LA DERECHA, TAMBIÉN
- Los partidos, ¿han revelado ya por completo la parte económica de sus programa o siguen teniendo
secretos?
—Ya el año pasado, principalmente pera atender a ia expectación que había por parte de la opinión
pública y de la Prensa, se expusieron repetidamente las orientaciones económicas de los partidos de la
izquierda. Incluso han quedado recogidas en un par de libros colectivos. Ahora bien, en el caso del
Partido Socialdemócrata, es preciso redactar el programa por haberse constituido recientemente este
partido tras la separación de varios sectores de esta tendencia. Luego vendrá una adaptación de los
programas económicos a la campaña electoral.
Los programas económicos suelen ser muy extensos, muy detallados, no pueden presentarse de esta
forma al electorado Los programas deberán ahora concentrarse en las medidas a corto plazo y en unas
opciones generales para el futuro. Pero es evidente que no se pueden dar los programas completos en una
campana electoral. Es necesaria una simplificación y una ebreviación. Los partidos presentarán
programas para las elecciones y para presentarse ellos mismos ante el público.
Nos estamos refiriendo siempre a los programas de la izquierda. Pero también la derecha tiene programa
económico.
La derecha, es decir. Alianza Popular, tiene un programa económico, a mi juicio, muy genérico,
excesivamente inconcreto, y además, continuista. Esto último representa, en mi opinión
que es la de un hombre de izquierda, naturalmente—, un grave error en la medida en que, fueran cuales
fuesen sus ventajas y desventajas, no se puede estar ya con el modelo anterior, porque las bases sobre las
que se sustentaba el desarrollo de los años sesenta se han venido abajo.
Pensar que con un plan de desarrollo al estilo de los que patrocinaba el señor López Rodó y que eran más
descriptivos que operativos— saldríamos de la crisis, es pura propaganda vana. Hay otros partidos de
derecha o de centro-derecha que han expuesto sus programas, pero en general han ido a niveles de
concreción muy pequeños, quizá porque piensan que la campaña electoral va a ser muy simplista o que si
dicen algo preciso, a lo peor los ciudadanos les toman la palabra.
Se han limitado a exponer los objetivos que, más o menos, todo el mundo desearla piadosamente: hacer
compatibles un mayor empleo, con una reducción del déficit exterior, con una menor inflación, etc. No
van a mayores concreciones y precisiones sobre el procedimiento o el calendario, limitándose a expresar
vaguedades y a decir que los hombres nuevos y los partidos nuevos lo van a hacer mejor que los antiguos.
Lo cual no es tan fácil, pese a la favorable renovación de la clase política, porque la etapa tan propicia de
la economía occidental de los sesenta y picó no va a volver, al menos en bastantes años.
- Será que los economistas, predominantemente son de izquierdas.
—Los economistas, es cierto, están predominantemente en la izquierda. En la izquierda en sus distintas
matices. Incluso podría decirse que en esta alianza electoral del Centro Democrático, la mayor densidad
de economistas se encuentra a la izquierda. Es decir, que es cada vez mayor su densidad, si vamos desde
el PP hasta el Partido Socialdemócrata.
Una concentración semejante de economistas políticos no se vuelvo a encontrar más que en el Partido
Comunista. No cabe duda de que se trata de una profesión que favorece las posiciones de la izquierda y
no las posiciones del conservadurismo, que tiende a una sociedad igualitaria y no a respetar simplemente
lo dado, a intentar corregir el fruto de la casualidad y de la Injusticia histórica con una acción deliberada,
independientemente de que se estime que la economía descentralizada es preferible.
Porque no se adoran las fuerzas ciegas del mercado cuando se es economista, porque se conocen los
límites que tienen, y se conocen los supuestos de partida que pueden alterar el resultado final y hacerla
indeseable, se conocen efectos externos que eliminan la optimalidad automática. El economista ve estos
problemas con una tendencia profesional a buscar soluciones de reforma y de corrección de los
mecanismos naturales.
LOS SOCIALTECNOCRATAS
- Desde un vespertino, hace pocos días, se bautizaba o tachaba a los socialdemócratas, o a determinadas
personas de esta ideología, de «socialtecnócratas» ¿Es válido el mote?
- No lo creo, aunque el mote es inocente y tiene gracia. El escrito tiene una primera incoherencia, al
describir a quienes ataca como "señoritos de buena familia", «tenidos de azul» y luego calificarles de
"socialtraidores". Ese término se empleaba a principios de siglo, para calificar a los obreros que
abandonaban sus posiciones de clase, identificadas, claro está, con el bolchevismo.
Si no hay obrero, no hay «socialtraición», ni abandono de posiciones marxistes revolucionarias y de clase,
por definición. Pero al mote, desde luego, me hace menos gracia que eI otro, porque me recuerda a Stalin
y a los momentos peores de la literatura socialista. Era un articulo de un miembro del ala mis gauchista y
folklórica del PSOE de Madrid, en perpetua oposición a Felipe González y a la ejecutiva, sea cual sea,
partidaria de la dictadura del proletariado, de la abolición de la familia, etcétera.
Pero, Intentando elevar el debate a un problema de fondo, es evidente que los que tienen una concepción
de la política como pura agitación —y ese articulo sale muchas veces y se contrapone al técnico con el
que pega carteles y con el que tira octavillas en la calle no entiendan la política en un país moderno. Esa
concepción puede ser desastrosa para un cierta izquierda española.
Porque yo creo que la izquierda siempre ha estado asociada con el progreso científico, con las ideas
rigurosas y con el esfuerzo intelectual, frente a la inercia mental de los intereses creados. Entonces, si
resulta que eso se bautiza, superficialmente, como "tecnocratismo", y se cree «pie lo que hay que hacer
para tener una traducción política es sólo dar gritos en la calle, pegar carteles, arrojar octavillas o
mantener chacharas de café en las trastiendas de las librerias, la sorpresa de quienes piensan así va a ser
muy grande, porque las reformas sociales profundas y duraderas se hacen mucho mis efectivamente
reflexionando y sabiendo qué instrumentos técnicos hay que tocar y conociendo la relación de causalidad
de unos fenómenos con otros, que tirando octavillas o pegando carteles.
Sin desdeñar, naturalmente, todas las tareas de propaganda política. Puesto a elegir entre el sarampión y la
viruela, prefiero una izquierda con «socialtecnócratas" que no vayan muy lejos, que nutrida de
«socialineptos" destructivos. Quiero mejorar, no destrozar, es pretexto de utopias románticas reveladas.
- Parece que se ha dado muy por aludido...
— Si, porque uno de los aspectos más penosos que supone dejar un partido es que algunas personas
que han sido amigas de uno, pues dejan de serlo y pasen con facilidad del compañerismo al insulto.
En esos momentos la pasión política —no la razón politice— me resulta aborrecible.
- Usted, según creo, sigue siendo muy amigo de Felipe González ...
— Sigo considerándome muy amigo de Felipe González, de Múgica, de Guerra, de Gómez Llorente y
de tantos otros con quienes he trabajado politicamente muchos años, con alguno de los cuales he pasado
bastantes meses de cárcel.
Y en cualquier caso, sigo considerando que su partido es un gran partido, con dirigentes de categoría
verdaderamente notables. Y lo que siento es que el partido no se haya abierto lo suficiente como para que
los no marxistas estemos en él. En otra ocasión he explicado que, hasta hace pocos meses, a todos los
hombres del PSOE nos unía el antifranquismo, pero que ahora la situación es diferente. Ha llegado el
momento de opciones más concretas. Y yo venia advirtiendo que cada vez se hacía más profundo mi
aislamiento respecto a los militares o con determinados núcleos de militantes del partido. Sin que —
también quiero que conste perfectamente esta actitud— guarde menosprecio alguno hacia las
posiciones que no comparto de mis antiguos compañeros del Partido Socialista. Ellos están en su derecho
y yo en el mio.
COHERENCIA PERSONAL
—No ha faltado quien se pregunte qué coherencia puede haber en una persona —Miguel Boyer que ha
pasado, sucesivamente, por la Agrupación Socialista Universitaria (ASU), por la cárcel, por el Banco de
España, por el INI, por el PSOE y por el Partido Social demócrata, que está en el Centro Democrático.
Si, soy coherente. En la medida, primero, en que la practica demuestra que he sobrevivido bien a esos
avatares: me gano la vida, conservo la familia y los amigos y nadie me considera ininteresante.
Durante diecisiete años he permanecido en el PSOE. Y mientras militaba en este partido he estado en el
INI, y he estado en el Banco de España, y he estado en la cárcel, y he seguido en ese partido haciendo
compatible la militancia con la práctica profesional. No ha sido muy cómodo, pero ha sido coherente. Un
buen número de profesionales, que hemos tenido que vivir ejerciendo la carrera que estudiamos, hemos
llegado a ocupar puestos de cierta responsabilidad técnica, en el INI o en el Banco de España, a pesar de
ser antifranquistas declarados. Este es un fenómeno que en España se ha producido históricamente en
multitud de casos. Azaña fue director general de la Dictadura y Largo Caballero consejero de Estado.
Es un fenómeno normal de los países con una Administración mínimamente desarrollada. Yo creo que
muchos técnicos con posiciones democráticas semejantes a la que hemos mantenido nosotros han sido
piezas importantes en la disgregación del franquismo, hayan militado o no en los partidos.
—¿Los partidos son ya o van a tener que funcionar como empresas?
—Hay en estas organizaciones una lógica interna en parte algo parecida a la de las empresas, parecida
también a la del Ejército o a la de la Iglesia. Son estructuras de decisión y de transmisión de
informaciones que tienden a conformarse a las formas más desarrolladas, más flexibles y más versátiles
que existen hoy, y que resultan ser las empresas. Lo que pasa es que los objetivos de los partidos son,
naturalmente, distintos.
Uno de los objetivos es movilizar, hacer participar en la vida política a grandes masas de población, y este
no se haca mediante los procedimientos por los cuales las empresas obtienen sus objetivos. Las empresas
tienen sus propias estructuras burocráticas y sus instrucciones, y, en cambio, los partidos necesitan mover
gente en la calle, necesiten expresar y difundir una série de ideas. Habrá una parte, la parte de la dirección
de los partidos, que sea muy compleja y que termine por parecerse, efectivamente, a la estructura interna
de la empresa. Pero siguen teniendo sus células de base y sus tentáculos a todos los niveles, que esos no
son asimilables a otros aspectos más visibles y más prácticos de las empresas.
LA RENTABILIDAD
—Tampoco tiene la rentabilidad como objetivo, ¿o sí?
—No, no tienen la rentabilidad como objetivo, sino que, para desgracia suya, se ven obligados a gastarse
el dinero, a perder dinero...
—¿Y de dónde sacarán, de dónde están sacando ya los partidos ese dinero que gastan y pierden?
—Ese es uno de los problemas más serios, que lo único que tiene de bueno es que está simplificando el
panorama electoral, por la penuria con que van los partidos a la campaña electoral. Los partidos, que
están empezando ahora a ser legalizados, a poner en marcha su aparato de recaudación de cuotas y
ayudas, se van a encontrar ya encima la campana electoral. Bien entendido que el Gobierno está
estudiando la posibilidad de devolver, o de subvencionar a posterior, según el numero de votos a los
distintos partidos, con lo cual, entre tanto, los distintos partidos van a ir a buscar el dinero donde está , es
decir, en los Bancos. Y van a pedir créditos a los banqueros, a cuenta del dinero que esperan recibir del
Gobierno. Y según la prudencia y la megalomanía de cada cual, asi será la cantidad de dinero que pedirán
a los Bancos. Según mis noticias, prácticamente todos los partidos, o casi todos los que yo conozco, se
están dirigiendo a los Bancos para pedirles créditos con vistas a la campaña electoral.
—¿Y los Bancos se fian de los partidos y de sus promotores?
—Yo creo que sí . Que los Bancos se fian. Aunque quizá no lleguen hasta prestar dinero a la CNT o el
GRAPO. Tienen esa agradable costumbre de prestar dinero. Y creo incluso que si los partidos no se lo
devolvieran, verosímilmente harían un buen negocio.
—¿Cómo dice...?
—Porque tendrían entonces a los partidos, o a determinados partidos, mucho más cogidos, si encima les
deben dinero...
—¿Pero es que los partidos, o algunos de ellos, dependen ya de los Bancos?
No, no. Es broma. A pesar de todo, a pesar de esa falta de dinero, los partidos siguen sin depender de
nadie, en su mayor parte por lo menos. Los créditos que concedan serán, supongo, casi todos créditos
personales, por lo que los préstamos sólo correrían el riesgo de insolvencia personales, a las que, por otra
parte, ya están acostumbrados... De acuerdo con el futuro que los Bancos atribuyan a cada cual, se verán
más o menos dispuestos concederles créditos.
El PRECIO DE LA DEMOCRACIA
—¿Algún partido nada en la abundancia económica en esta hora?
—No lo sé. No me atrevería a aventurarme. Creo que algunos disponen de bastante dinero. Tanto en la
derecha como en el centro o en la izquierda. Lo que pasa, como le decía, es que algunos ni siquiera
podrán llegarse a dar a conocer, por falta de medios económicos. Creo que quienes más se han movido
por obtener dinero de los Bancos son los de la Alianza Popular.
—La cuota de los militantes, ¿es fuente de ingresos importantes?
—La cuota de los militantes es algo casi simbólico, que apenas permite a los partidos mantener un
aparato administrativo mínimo de secretarias, o de pisos, o para algún viaje. Pero en absoluto serán
suficientes para hacer frente a una campana en la que hay que alquilar espacios publicitarios, realizar
muchos viajes, disponer mítines, editar folletos, semanarios o periódicos durante la campaña... Todo eso
significa gastos muy importantes.
—¿Los partidos hacen o se verán obligados a hacer «fichajes» de figuras, a adquirir, por asi decirlo,
figuras para su propio lanzamiento, de que paguen a técnicos?
—Yo creo que la mayor parte de los técnicos españoles ya tienen determinadas simpatías o inclinaciones
por unas u otras ideologías o partidos. Aunque la política española me parece que peca todavía de
imprecisión y de confusión. Muchos españoles, que podrían ser figuras de cualquier partido, no se han
inclinado todavía hacia ninguno, aunque puede que lo hagan próximamente, porque el panorama español
era hasta hace poco demasiado confuso, existían demasiadas siglas. Igualmente verosímiles —o
inverosímiles—, había demasiadas personalidades dispersas... Yo creo que las elecciones van a imponer
una simplificación tal que ese elemento de confusión va a desaparecer. De modo que habrá, en la medida
en que todavía no se ha producido, una agrupación de los partidos, y en torno a ellos, de las
personalidades más notables en los diversos campos de la actividad: científicos, profesores, escritores,
artistas... Lo duradero que eso sea ya lo veremos. En los países que tienen una larga tradición democrática
tampoco la mayoría de los intelectuales está afiliada a un partido. No es que no sigan de cerca la vida
política y se interesen por ella, pero no como hombres del aparato de un partido. Más bien son raros los
intelectuales que hacen vida de partido, incluso política, por la cantidad de inconvenientes que presenta:
es aburrida, tiene un elevado coste en tiempo, distancia...
—Suele decirse que la democracia es cara...
—Lo es. El bienestar social —y la democracia es uno de sus aspectos esenciales— solamente se alcanza
en sociedades evolucionadas cultural y económicamente.
—¿Los mil dólares per cápita?
—No, no. Yo no me refería sólo a nivel económico, sino a nivel de organiza. clon, educación y cultura.
Un nivel que España alcanzó hace ya mucho tiempo, y no precisamente cuando lo situaba López Rodó, en
razón a la renta per cápita, sino bastante antes. La podríamos haber puesto en marcha en los años treinta, a
no ser por las perturbaciones Internacionales y por la crisis mundial que nos afectó. Y qué duda cabe de
que se trata de una forma superior de vida. Lo que se olvida es que las dictaduras tienen otros costes que
se podrían medir, y que resulten desastrosamente caras. Por ejemplo, ¿cuál es el precio que ha pagado
España por no estar a tiempo en el Mercado Común, por haber sido un mendigo en todos los organismos
internacionales durante estos cuarenta últimos años? Eso supone un coste gravísimo... ¿Y cuál es el coste
social de haber forzado emigraciones en masa sin haber preparado la Infraestructura urbana, tal y como ha
ocurrido en España? Son costes también enormes que tienen las dictaduras, y que no suelen contabilizar.
O, por no haber contado con el divorcio, ¿cómo se medirán los sufrimientos familiares que han debido
pagar los emigrantes? Son costes grandísimos.
—Se ha calculado que un diputado costará entre medio millón y millón y medio de pesetas. ¿Es
demasiado?
—No, no me parece inexacto. Tenga en cuenta la promoción, los viajes, la organización de todo tipo que
se requiere. Y me temo que en esa cifra no se contabilice el esfuerzo personal, el tiempo que se exije del
candidato durante el periodo de la campaña. Y es evidente que no todos los partidos están en disposición
de pagar estos gastos. Por eso serán muy pocos partidos, o muy pocas coaliciones, los que sostendrán la
serie de gastos que supondrá una campana. Como pasa en cualquier país.
—Lo que quiere decir que podrá salir elegido sólo quien cuente con esos apoyos de partido.
—Aunque no es sólo una cuestión da apoyo económico. Existen partidos muy minoritarios que, aunque
contaran con financiación, no sacarían diputados. Pero es evidente que está enormemente vinculada el
coste de una campaña electoral con el éxito electoral...
—¿Usted, personalmente, impuso condiciones para su "traspaso" al PSD desde el PSOE?
—No. Yo no soy partidario de poner condiciones desde fuera de una organización a esa organización,
sino de trabajar en ella. No, no he tenido que Imponer ningún tipo de condición. He hallado un ambiente
y una acogida muy favorables. Es un bálsamo que viene bien el salir de la agrupación del PSOE de
Madrid.
(El periodista no ha podido menor de solicitarle, al final, el premio de una sonrisa. Porque la seriedad, el
mismo gesto, se han mantenido en los tres cuartos de hora de esta conversación Boyer, según él mismo se
explica, siempre ha sido escasamente extravertido. Pero sonríe, por esta vez.)
José CAVERO
(fotos ROMERO.) (Caricatura C. VIGUERAS.)