LA MARCHA AGUARDA FRENTE A LAS ALAMBRADAS LA LLEGADA DEL RESTO DE LOS
300.000 "VERDES"
Por Ángel Luis DE LA CALLE (Enviado especial de INFORMACIONES.)
EL AAIUN, 8.
NO ha pasado nada hasta ahora; los presagios de ayer no se han cumplido. La «marcha verde» marroquí
(la «marabunta», para los oficiales españoles) no se ha movido un solo metro de la línea donde anteayer, a
las 14 horas, se instaló. Cuando ayer tarde abandonamos el puesto de observación, a unos siete
kilómetros, en línea recta del grueso de la marcha, los cálculos estimaban en unas 70.000 las personas
estacionadas y cerca de un millar los vehículos alineados.
A juzgar por lo que los expertos afirman, parece que la marcha, instalada ya dentro de territorio saharaui,
va a esperar la llegada de todos los participantes para iniciar el camino hacia las primeras líneas de
disuasión instaladas por nuestro Ejército. De esta manera, piensan algunos, Hassan II conseguirá dos
cosas: primero, ganar el tiempo preciso para una negociación, si es que confía todavía en que se pueda
llegar a ella. Segundo, disponer de una masa lo suficientemente poderosa que no permita a la vanguardia
retroceder si, como está previsto, las minas estallan bajo las primeras líneas de los marchistas.
CERRADA LA ÚNICA ENTRADA
Los miembros del Ejército español, que durante toda la noche del día 6 al 7 permanecieron atentos y
vigilando los movimientos de los acampados, nos relataron ayer por la mañana las escasas incidencias
habidas en horas anteriores. Hasta los puestos de observación llegaron los ecos de las canciones de los
componentes de la marcha, que sólo cesaron cuando se oyeron los primeros estallidos provocados para
levantar un pequeño tramo de carretera que constituía el único estrecho punto en que no se habían
instalado minas. A la luz de las bengadas de magnesio, que iluminaron el amplio frente de la marcha, los
ingenieros cerraron la única puerta abierta en la barrera disuasoria.
Ya por la mañana, los observadores verificaron la continua llegada de vehículos procedentes
probablemente de Tarfaya, que traían nuevos componentes de la marcha. Helicópteros y aviones
sobrevuelan casi constantemente la zona de concentración y envían sus correspondientes mensajes a los
puestos de mando. Nuestro compañero Rafael Blanco, junto al resto de los reporteros gráficos, pudo
también comprobar desde el aire la disposición del campamento, que no es —hablando con propiedad—
uno sólo, sino tres. El primero y el segundo, que casi se han unido, están situados en línea frente a las
posiciones españolas, paralelamente a la frontera política; tienen unos 1.500 metros cuadrados de
superficie; el tercero está situado más atrás. Se observa un perfecto orden en la concentración: las jaimas
(tiendas de campaña) aparecen perfectamente distribuidas, dejando entre las hileras amplias calles; los
vehículos de transporte y avituallamiento aparcan alineados en absoluto orden; muchas banderas, gente
recogiendo leña y colas ante los camiones-cisterna, son los detalles que más resaltan desde el aire.
SE ABRIRÁ FUEGO
El gobernador general del Sahara estuvo nuevamente ayer en el puesto de mando avanzado, como lo
había hecho el día del inicio de la marcha. Respondió con su afabilidad de siempre a las preguntas de
todos los periodistas. Incluso se expresó en francés e inglés a los colegas de dichas nacionalidades. Sus
palabras no cambian: la posición del Ejército español en el Sahara tampoco. Las órdenes son —según el
propio general— disparar cuando la marcha marroquí llegue a un determinado punto calificado «alto
secreto» por el general Gómez Salazar. Se abrirá fuego «contra quien venga».
En el despliegue español no se han producido variaciones notables; las posiciones siguen siendo las
mismas, y la moral de los soldados, alta. Hay que reconocer, sin embargo, que es difícil mantener este
espíritu en una situación que no se sabe realmente lo que es: no hay guerra, pero puede haberla. Nadie
hostiga ni causa problemas, tampoco puede cesar la vigilancia un instante: se duerme bajo los vehículos y
se come de lata. En campaña no cabe el confort ni el refinamiento gastronómico: sólo estar atentos
durante todo el día.
INCÓGNITA
Nadie se atreve ya a pronosticar nada. Anteayer, todos estábamos convencidos de que ayer sería el día
decisivo y que por fin sabríamos si la «marcha verde» tenía o no intenciones de exponerse al fuego de los
militares españoles.
El día pasó y nada de esto ha sucedido. ¿Será hoy? ¿Avanzarán? ¿Esperarán los que ya están acampados a
nuestra vista hasta reunir el número suficiente? ¿Se establecerán allí de manera definitiva? ¿Volverán a
sus lugares de origen después de permanecer en tierra saharaui unos días? No parece que esto último lo
vayan a hacer, al menos las unidades de las F.A.R. que ocupan, según fuentes oficiales, el puesto
fronterizo de Tah. Nadie tiene respuesta para esta» preguntas, y si alguien las tiene, se las calla.
PENDIENTES DEL EXTERIOR
Todos, militares incluidos, estamos pendientes de las noticias que llegan del exterior y que recogen el
lado político de la cuestión. Las reacciones van emparejadas con el cariz de las novedades.«Intolerable»,
fue la claificación general a las amenazas marroquíes recogidas por nuestro representante en las Naciones
Unidas en la carta enviada al secretario general y de las que se hizo eco toda la Prensa de ayer. «Eso
antes», se respondió unánimemente a la propuesta del enviado de Waldheim acerca del posible
establecimiento de un Gobierno provisional en el Sahara durante seis meses,compuesto por saharauis,ma-
rroquíes, españoles y mauritanos. «A ver qué pasa», fue por fin la frase con la que se recibieron las
noticias de la entrevista de ayer entre el presidente Arias y el embajador de Rabat en Madrid, señor Filali
y del anuncio de la llegada a la capital de España este mismo mediodía del hermano del Rey, Muleh
Abdellah.
EVACUACIÓN
La evacuación del personal civil no funcionario continúa a buen ritmo; probablemente el miércoles se
haya completado. Agentes de la Policía Territorial recorren estos últimos días los distintos barrios de El
Aaiún para comprobar que nadie desobedece las órdenes por el gobierno dadas sobre la evacuación.
Otro tipo de evacuación, en este caso no fiscalizada por las autoridades españolas, del territorio ha
disminuido notablemente: nos estamos refiriendo al éxodo de saharauis desde El Aaiún al interior del
Sahara, que se habían observado en las últimas horas( ).
Siguiendo consignas y consejos de representantes políticos saharauis esta especie de huida ha terminado.
Hoy será otro día de espera probablemente. Volveremos ha recorrer los mas de 50 kilómetros que separan
El Aaiún del último puesto de observación establecido por las tropas españolas; especularemos otra vez
con el número, los movimientos, las intenciones de los marchistas; veremos evolucionar a los aviones y
helicópteros en vuelos rasantes sobre nuestras posiciones; comeremos otra vez los bocadillos de cada día,
y por supuesto seremos un poco más amigos de los soldados, que desde el primer jefe hasta el último
hombre de tropa, sufren con la sonrisa en los labios la incomodidad de esta, y no nos cansaremos nunca
de usar el mismo calificativo, estúpida situación.
LA POSICIÓN DEL EJERCITO NO HA CAMBIADO: SE DEFENDERÁ EL TERRITORIO
INFORMACIONES 8 de noviembre de 1975