6/ A B C NACIONAL JUEVES 8-4-82
El contencioso del Peñón
Exteriores prefiere aceptar un aplazamiento antes que una negociación sin garantías
Madrid condiciona la cita del día 20 para discutir sobre Gibraltar
MADRID (Matilde Hermida). Entre hoy y mañana, el ministro español de Asuntos Exteriores,
José Pedro Pérez-Llorca, mantendrá una reunión con el embajador, del Reino Unido, en lo que
será uno de los últimos pasos antes de la adopción de una decisión definitiva sobre las
inminentes negociaciones de la cuestión gibraltareña. De no poder celebrarse adecuadamente,
y con perspectivas iniciales de obtener resultados, España preferiría aceptar un aplazamiento
de semanas o meses. Y esta oferta de aplazamiento o la garantía de un trabajo en condiciones
es lo que viene intentando conseguir Exteriores desde hace unos días.
La verdad es que la situación ha cobrado todos los visos de una «prueba» de pulso y vista para
la diplomacia española, que, si falla, podría verse pagando, a pesar de sus pies de plomo en
esta crisis, algo de los vidrios rotos por el asunto de las Malvinas. En esté momento,
independientemente de lo que pueda salir del comunicado de Asuntos Exteriores en las
próximas horas, la posición de Santa Cruz es la de mantener la cita del 20 de abril en Cintra
(Portugal) y la consiguiente apertura de la verja que aisla al Peñón, cuyo cierre ha constituido
durante muchos años una importante medida de fuerza en manos españolas. La única
condición, en todo momento, para ir a Cintra ha sido que las negociaciones se iniciaran a nivel
de ministros. Condición especialmente destacada a raíz de la dimisión de lord Carrington el
pasado lunes, y de su sustitución por Pym, quien, al acudir a Portugal, tendría que estar en
circunstancias reales de negociar y no de cubrir la papeleta, y «hacerse la foto».
Pero la situación británica plantea muchas dudas, muchos interrogantes y permite muchas
especulaciones en torno a lo que puede suceder el día 20:
Ese día el secretario del Foreign Office, atrapado por la crisis de las Malvinas (hacia esa fecha
habrá llegado la Flota británica a aquellas aguas), podría no acudir al encuentro. Se supone,
que eso impediría las conversaciones. No, obstante, la verja se abriría, puesto que, hasta
ahora, ningúnmedio oficial ha dicho lo contraria y parece existir cierto pudor a romper un
acuerdo que se llegó de Gobierno a Gobierno, durante la visita de Calvo-Sotelo a Londres, y
que suponía un gesto de buena voluntad española al que seguirían contrapartidas británicas.
La verja, pues, se abriría sin contrapartidas y cerrada después a nadie se le escapa que
provocaría muchas complicaciones.
2 El ministro Pym podría acudir a Cintra.
De hecho, el nuevo canciller está en esa idea, ya que sólo ha suprimido de la agenda
heredada de su antecesor unos viajes previstos para la semana próxima a Oriente Medio. Pero
la situación de las Malvinas sigue siendo el problema principal que hoy centra los esfuerzos del
maltrecho Gobierno británico.
El ambiente no está para generosidades a la hora de sentarse en la mesa de negociaciones,
aunque permita muchas reflexiones sobre los riesgos de dejar pudrirse cuestiones coloniales.
Pero aunque estuviera para generosidades, no podemos descartar que el ministro Pym deba
abandonar las conversaciones en cuanto «salude» a Pérez-Llorca. No se le podría reprochar
hacerlo y las conversaciones habrían empezado a nivel de ministros, como quiere España.
Pero inmediatamente se reduciría su tono y sus posibilidades.
« Esto sin contar con el hecho de que esas negociaciones, caso de abrirse, se iniciarían con
un Gobierno al borde mismo del abismo y qué caerá, probablemente, en cuanto pase lo más
fuerte de esta crisis. En otras condiciones, un cambio en el Roder no significaría
necesariamente un daño, pero en este caso se esperan unas elecciones anticipadas. Es
razonable suponer que los temas coloniales no serán muy populares en un futuro inmediato
para el electorado británico. Y si ganan los laboristas (habitualmente «duros»: en el tema
gibraltareño) podríamos tener constancia de ello.
4 En estas condiciones, muy seguros del éxito tendrán que estar los negociadores españoles
para lanzarse a establecer un diálogo que tiene poco a su favor. Claro que declinar
unilateralmente el encuentro también plantea dificultades, ya que el Foreign Office ha tratado
en todo momento de negar que hubiera obstáculos para celebrarlo.
Si es España quien rompe, queda en manos británicas el derecho a lamentar «la ocasión
perdida» y el de olvidar rápidamente la cuestión gibraltareña por largo tiempo. De ahí el interés
suscitado por los contactos hispano-británicos de estos días pasados y la preocupada
curiosidad con la que se espera el comunicado que dé una respuesta definitiva a las dudas
sobre las negociaciones de Cintra.