"ESPAÑA Y PORTUGAL DESEAN UNA EVOLUCION DEMOCRATICA"
Principios de la política exterior francesa: Independencia nacional, voluntad de organización de Europa,
«detente» y cooperación.
Por Rafael CONTÉ
PARÍS, 13. El deseo profundo de los españoles, de una parte, y de los portugueses, de otra —pues sa
olvida que son dos países muy diferentes—, es el de una evolución de tipo democrático hacia estructuras
que podrían estar bastante próximas de las nuestras», declara al diario parisiense «Le Fígaro» el
Presidente Giscard, en una larga entrevista dedicada a la política exterior, «Pues en Europa existen
conjuntamente estructuras democráticas de tipo anglosajón y estructuras de tipo latino,» «Nosotros —
prosigue— no tenemos por qué intervenir en «I desarrollo de los acontecimientos..., pero debemos estar
en todo momento disponibles para favorecer —si estos pueblos que estimamos y conocemos lo desean—
transiciones de-mocráticas.»
Francia debe estar, pues, atenta y disponible a esta eventualidad, a que Europa conozca mejor los
problemas de estos vecinos de Francia, de la Europa del Sur, latina, que «forma parte de la Europa de
siempre y hasta ha sido su cuna». Bien es verdad que «ha sido muy pobre durante mucho tiempo, en
retraso desde el punto de vista económico y social. Pero, después, en España e Italia se ha desarrollado un
crecimiento económico muy fuerte en el curso de los últimos diez años. Crecimiento acompañado de
cambios. Cierto número de estructuras se han visto afectadas, se han acentuado cierto número de
dificultades y se han planteado problemas políticos en relación con estas rápidas transformaciones.»
Por otra parte, el Presidente francés ha indicado que la política exterior de su país está basada en cuatro
grandes principios: la independencia nacional, la voluntad de organización de Europa, el apaciguamiento
(«detente») y la cooperación. El primero y el tercer punto se inscriben en la linea de la política, exterior
de sus antecesores dur ante la Quinta República. La «detente» y la «cooperación» son las novedades que
Giscard inscribe en su panoplia por derecho propio.
Para Giscard, el mundo se ha «endurecido» en los últimos meses, aunque en el terreno económico y
monetario a su parecer se ha salvado lo más negro de la crisis, y el mundo sg haya aiejado de «graves
peligros» ea este terreno. Pero el endurecimiento genaral está comenzando a advertirse a nivel de las
poblaciones. «El papel de los hombres de Estado es hacer que este endurecimiento no se acentúe, qus no
corresponda más que a. una crispáción pasajera.»
De todas maneras, Giscard se ha mostrado escéptico en varias ocasiones: en primer lugar, no cree posible
que haya una verdadera «detente» en lo que se refiere a la libre circulación de las ideas y los hombres en
Europa, a pesar de lo concluido en la «cumbre» de Helsinki. «Hay que tener la franqueza de decirlo: el
objeto de la «detente» no es el de intentar modificar los sistemas políticos de la Europa del Este.» Al
mismo tiempo, tampoco se muestra optimista con respecto a las posibilidades de desarma. Como se
recordará, durante su pasado viaje a Moscú —que para muchos observadores constituyó un ira-caso—,
Francia y la unión Soviética declararon hallarse dispuestas a colaborar en el seno de ima conferencia
mundial sobre el desarme nuclear total y colectivo. Pero Giscard «no cree que se trate de una
eventualidad próxima», con lo cual está dicho todo.
Sin embargo, la «detente» es un elemento querido por el Presidente francés, quien al mismo tiempo está
convencido de que Francia juega un importante papel en ella. «Sin Francia no se puede hablar de
"detente" en el mundo», ha declarado paladinamente. Y también, la «detente» sufrirá sí no se pone un
bozal a la excesiva «competencia ideológica». Como se recordará también, este fue un punto de fricción
con los dirigentes moscovitas. Giscard ha aclarado que no se trataba de poner un coto a la concurrencia
ideológica en el interior fie cada país. Allí, el juego de los partidos políticos debe ser respetado. De lo que
se trata es de «descrispar» —con palabra querida de Giscard— la competencia ideológica a nivel exterior:
«No hablo de la competición ideológica interna, sino de la competición por encima de nuestras fronteras.»
Por otra parte, Giscard ha reafirmado el principio intocable de la no injerencia en los asuntos internos de
otros países que funciona como ba/-se de este apaciguamiento en las relaciones con los -países del Este,
pero también en otros casos." Refiriéndose sin duda —aunque sin citarlo— al caso español, entre otros,
cuando las reacciones en torno a las ejecuciones de cinco militantes en España, Giscard ha añadido: «En
los último meses, algunas situaciones han conducido a replantearse este tema. Francia se ha guardado
muy bien de este género de intervención.»
«Y no solo —ha añadido— porque tales problemas tratados en caliente provocan reacciones pasionales,
mié a tr a s que se puede, con paciencia, ayudar a tratarlos «en frío», sino sobre todo porque la no
intervención es un principio fundamental de la política francesa.»
Francia es la tercera potencia nuclear del mundo, y debe actuar como tal, aunque la distancia que la
separa en este terreno de las dos primeras sea inconmensurable. De ahí la «mundialización» de su política
exterior, las frecuentes iniciativas que adopta en el terreno de la política internacional, bien impulsando tí
dialogo «Norte-Sur», bien reuniendo este próximo fin de semana, en Rambouillct a los Jefes de Estado y
de Gobierno de los seis países más ricos del globo: Norteamérica. Gran Bretaña, Alemania, Italia, Japón y
Francia. Se tratará de un «encuentro», no de una «conferencia», no se adopta rán medidas, pero se hará un
examen en profundidad Que no tratará solamente cíe problemas económicos o monetarios, sino de las
responsabilidades políticas que se deducen de la coyuntura económica occidental.
LA DEFENSA
Pero este carácter de potencia nuclear ha provocado que Francia haya, descuidado la defensa clásica,
según piensa Giscard. A este respecto, el Presidente está decidido a reformar completamente a defensa
clásica francesa, a dotarla de mayores medios y reorganizarla. Una muestra que el traslado al
Mediterráneo —a Toulon— de dos porta viones y sus medios de acompañamiento, pero eso no es más
que el principio. Al mismo tiempo, de esta manera se reforzará «el espíritu de defensa», que para Giscard
está ahora bastante bajo. «En el dispositivo clásico se ha producido un debilitamiento general del espíritu
de defensa —ha dicho el. Presidente—, y sin espíritu de defensa nada sirve para nada.» Y al mismo
tiempo, Francia dará prioridad, al programa de construcción de submarinos nucleares, para diversificar su
fuerza «de frappe» o de disuasión.
Por último —y esto ya en una breve entrevista televisada—, Giscard ha afirmado que cree en una defensa
europea. Se aumentan los créditos presupuestarios;- tares, sin aminorar los esta-´ os para lo nuclear. No se
reintegrará en la organización volitar de la O.T.A.N. —«las acusaciones de atlantismo son una tontería»,
ha afirmado Giscard—, ni se limitarán los gastos militares.
El Presidente, en la televisión, ha afirmado que no cree «en la perspectiva poco realista de la evacuación
de las tropas americanas en Europa». «Habrá una defensa de Europa, pero cuando esta Europa cuente con
un poder político reconocido, funcionando y verificado a prueba de las circunstancías.» Por el momento,
el debate no es «útil», pero dada la inseguridad actual y la existencia de conflictos indirectos, Europa de-
berá tener una defensa común.