No por haber sido reconocido el Partido Comunista ofrece más verosimilitud democrática ni más confianza Ya. 13/04/1977. Pág. 7,8. Párrafos 11. Pag. 7 ya Carta abierta de Augusto Assía No por haber sido reconocido el Partido Comunista ofrece más verosimilitud democrática ni más confianza Habría que esperar a ver lo que hacen • En Inglaterra y Alemania constituyen una farsa democrática y una conspiración secreta • Otra cosa es en Francia y en Italia Querido director: De que reconocer al Partido Comunista (o a cualquier otro) incrementa la verosimilitud democrática de todo sistema político, asi como la confianza que merece, yo no veo cómo pueda dudarlo nadie. Lo que hay que dudar es que el Partido Comunista, sólo porque sea reconocido y legalizado, ofrezca más verosimilitud democrática o merezca más confianza. En mi opinión, la confusión entre esos dos términos que, con su habitual destreza propagandística, sentó el profesor Tamames, y a la que han puesto viento tras las velas algunos de nuestros liberales, es la más inquietante impresión que surge del reconocimiento del Partido Comunista Español, y me parece que cuanto antes sea esclarecida, mejor. Como de cualquier otro acto político, pueden salir del que nos ocupa, consecuencias buenas o malas, pero lo primero que hay que hacer, para evitar las malas y facilitar las buenas, es distinguir unas de otras. NO HAY PEOR PECADO QUE LA OBCECACIÓN Si aquí seguimos con los ojos puestos en la guerra civil, como hacen tantas gentes, nos obcecamos, y nos obcecamos si en lo que ponemos los ojos, como hacen otras, es una teoría abstracta de la libertad. Aunque sea uno de los responsables, el Partido Comunista Español no es el único responsable de la guerra civil española, mientras aqui y ahora no vivimos en un paraíso ideal e intemporal, sino en Europa y en el año 1977, creo yo. Si es verdad que nosotros vencimos al comunismo con ayuda del fascismo infernacional, ¿es, señor director, menos verdad que la democracia europea venció, con ayuda del comunismo, al fascismo sólo unos años después? ¿No nos damos cuenta, de la contradicción en que nos metemos intentando aprovecharnos de una cosa, pero negando la otra? ¿No es ésta una de las contradicciones que le ha impedido al régimen de Franco entenderse con las democracias europeas durante todos estos años y es éste el error que queremos que repita la Monarquía ? Ahora, bien: de aceptar los hechos como son a "suponer "a priori" que porque España ha reconocido al Partido Comunista se ha enriquecido automáticamente el juego democrático con la entrada en el juego del Partido Comunista hay uno gran distancia. Depende, sobre todo, de lo que haga el comunismo, y habrá que esperar a ver lo que, hace antes de entonar el "hosanna", como hacen unos, o, como hacen los otros, rasgarse las vestiduras. El Partido Comunista está reconocido desde siempre en Inglaterra y, desde hace unos veinte años, en la República Federal Alemana. En ninguno de los dos ejemplares y magníficos países europeos ha contribuido en lo más mínimo el Partido Comunista al concierto democrático, sino, por el contrario, en ambos sigue siendo, al mismo tiempo que una farsa democrática pública, una conspiración revolucionaria secreta. En Alemania (para citar sólo algún ejemplo) infiltra de espías la oficina personal de Willy Brandt, jefe del Partido Socialista, o protege sigilosamente, al terrorismo anarquista como, a la vuelta de los años treinta, el partido stalinima protegía secretamente, al terrorismo nazi. En Inglaterra, el Partido Comunista, ya que no puede meter espías en la oficina de Callaghan, los mete en los sindicatos, cuya labor ha estado saboteando durante años con una audacia igual, por lo menos, a la de la escasez de más números. A veces, con sólo 500 o 1.000 afiliadosel Partido Comunista ha maniobrado organizaciones obreras de cientos de miles, llegando a provocar huelgas que pusieron en peligro la economía inglesa. Partidos comunistas como el de Inglaterra o el de Alemania no son ninguna contribución u la democracia, desde luego. No lo han sido durante muchos años tampoco otros como el de Italia y Francia. ¿Quién puede olvidar que, después del pacto entre Hitler y Stalin, el Partido Comunista Francés conspiró contra los aliados en Francia? ¿Quién puede negar, empero, que, volviéndose contra la revolución estudiantil y ácrata en la primavera del 68, el Partido Comunista ayudó decisivamente a la restauración del orden por el general De Gaulie ? ¿No contribuye el Partido Comunista Italiano ahora mismo a que la Democracia Cristiana, sacando fuerzas de flaqueza, pueda manejar lo, situar ción más peligrosa y más confusa por la que ha, pasado democracia europea alguna después de la última guerra? ¿Quién que no padezca de una confusión mental manifiesta puede hacerle reproches a la actual actitud de Berlinguer a cuenta de la conducta de To gliati, que tanto tiempo supeditó los intereses de Italia a los de Rusia, querido director, sin incurrir en el pecado de obcecación? Pensar que en la nueva España de la Monarquía democrática se pueda seguir operando con el maniqueísmo franquista, que dividía al mundo entre buenos y malos, es, desde el punto de vista político pragmático, un absurdo. Es otro absurdo adoptar la tesis contraria y, como hacen tantos liberales deslumhrados, asumir gue los buenos ahora son los comunistas y los malos los fascistas. Si hemos de hacer un país nuevo, a los comunistas .habrá que darles, como a cada quisque, oportunidad para demostrar que lo que, en contradicción con lo que hizo ayer, lo que dice hoy don Santiago Carrillo no es pura palabrería, y es más que puro disimulo la brillantez del profesor Tamames o las menos que estratégicas inconsecuencias del señor Camocho. Si fuera verdadera la nueva estampa que se da a sí mismo y con la que el Partido Comunista ha logrado el reconocimiento, bienvenido sea el Partido Comunista a la legalidad. OTROS MILAGROS PARECIDOS Basta con recordar lo que son hoy y lo que fueron los partidos socialistas sueco, alemán, francés, inglés o italiano, por citar sólo alguno. Hoy no puede haber una Monarquía democrática sin que la apuntale un partido socialista fuerte y estable, cuando hace sesenta años no había un partido socialista que no fuera republicano. fPor qué regla de tres es imposible que con los partidos comunistas ocurra algo de lo mismo? Lo que pasa es que los partidos comunistas han sido demasiado tiempo una conspiración secreta al servicio exclusivo de la Unión Soviética y de Stalin para que puedan ser aceptados por su sola palabra. Pero si renuncian a la Unión Soviética, como dicen; si renuncian a la revolución por la lucha de clases y a la dictadura del proletariado por la revolución, según también afirman, ¿por qué hemos de ser nosotros más papistas que el Papa ? Pero que los electores no se confien hasta que sea evidente que la razón ha sustituido, entre los comunistas, a la violencia, y que los comunistas usan de la palabra para decir la verdad y no, según la frase de Osear Wilde, para ocultarla. ES a la conspiración a lo gue hay que seguir vigilando y contra lo que hay que seguir precaviéndose después del reconocimiento, como antes, con lo que quedo de usted, amigo y servidor. Augusto ASSIA