El campo está necesitado de lluvias Sementera con perspectivas favorables ABC. 07/02/1964. Párrafos 3. PAGINAS AGRICOLAS CULTIVOS - GANADERÍA • INDUSTRIAS DERIVADAS EL CAMPO ESTA NECESITADO DE LLUVIAS SEMENTERA CON PERSPECTIVAS FAVORABLES Enero ha evolucionado, meteorológicamente, en la forma más favorable que se podía esperar, y aun desear, después de los grandes temporales de noviembre y diciembre, que representaron muy grave riesgo para la sementera: para lo sembrado y para lo que estaba por sembrar. Si el primer mes de este año no hubiese presentado características tan bonancibles, habríamos sufrido ya perjuicios de extraordinario alcance y probablemente irremediables. Al amparo de los muchos días de sol, con una ininterrumpida sucesión de heladas de intensidad variable, por supuesto según regiones, el terreno se oreó paulatinamente, y semana tras semana tractores y yuntas consiguieron penetrar en las áreas anegadas de Andalucia—de menor extensión que las que estaban inundadas un año antes—, y de otras comarcas en diversas provincias, hasta conseguir una normalización del mapa cerealista nacional. ¡Cuan distinta esta situación de aquella otra que ofrecía el relieve nacional en el mismo período de la campaña anterior! En aquel momento, muchos miles de hectáreas sembradas de trigo estaban destruidas total o parcialmente en el campo andaluz y en el extremeño. En febrero se repitieron con mayor violencia las inundaciones en Andalucía, donde se multiplicaron los desbordamientos de los ríos. En 3.500 millones de pesetas se cifraron los daños causados en aquella región, y en. 100 los producidos en el bajo CSuadiana y en la provincia de Albacete, asimismo por riadas. En gran parte del resto de España se insinuaban encharcamíentos, y en general el suelo estaba supersaturado de humedad. Por fortuna, predominaron las temperaturas suaves. En esa campaña, febrero fue el mes de transición climatológica. En la actual lo ha sido enero, que ha permitido laborear sin trabas y enterrar la semilla que estaba todavía pendiente de utilización. Quedan, sin duda, algunos parajes en los que aún perdura el agua, limpia, transparente, tras el largo periodo de luminosidad atmosférica. Nosotros acabamos de verlos incluso en la cuenca del Jarama, pero pequeños y aislados, bordeados por verdes cultivos que parecen mirarse en el brillante espejo líquido al sol de mediodía. Tenemos ahora .una superficie triguera rondando los cuatro millones de hectáreas, casi en su totalidad nacidas en distinto grado de desarrollo, a las que hay que añadir aproximadamente otras 100.000 pendientes de nascencia o de siembra por corresponder a variedades de ciclo corto. Total, unos 4.100.000 hectáreas. Aunque esto representa menor superficie que la que se sembró de cereal rey en 1962-63 (y ya hemos dicho en otra ocasión que estas contracciones de área obedecen fundamentalmente al elogiable propósito de ir eliminando tierras marginales, más apropiadas para otros cultivos que para el trigo), es indudable que, en punto a sanidad, las siembras están ahora homogéneamente más prometedoras. Con todo lo malo que ocurrió al comenzar la campaña 1962-63, aventuramos en los primeros días de febrero del año anterior que la cosecha triguera podría aproximarse a los 50 millones de quintales métricos. Los datos definitivos de la Sección de Estadística de la Dirección General de Agricultura, divulgados hace unos días, fijan esa producción en 48.595.000. Quiere esto decir que la base con que contamos hoy al respecto es más amplia y firme que hace un año. Por supuesto, todo dependerá, como siempre, de las condiciones climatológicas que reinen a partir de ahora. Y a partir de ahora mismo también, son necesarias lluvias. Uno lo dice con cierto recelo pensando en que a los olivareros no les caerían bien esos riegos atmosféricos, y tampoco a los cultivadores de frutos cítricos. Mas lo cierto es que las precipitaciones líquidas son ya muy necesarias, y quizá sea la ganadería la que las precisa con mayor premura porque serían garantía de una transformación de los pastizales y de apertura de una primavera de producciones normales de vegetación espontánea. Será muy importante que llueva bien en febrero, como promesa de que no resultarán baldíos los esfuerzos de los hombres del agro, esfuerzos que resaltan más por cuanto los realizan llevando sobre sus hombros importantes problemas que todos quisiéramos ver resueltos con equidad. Elíseo DE PABLO