La naranja Su cultivo cubre en España cerca de noventa mil hectáreas ABC. Párrafos 3. LA NARANJA SU CULTIVO CUBRE EN ESPAÑA CERCA DE NOVENTA MIL HECTÁREAS El valor de las exportaciones en 1959-60 se ha cifrado en unos ciento diez millones de dólares ENCONADA COMPETENCIA COMERCIAL EN EL ÁMBITO EUROPEO EN la Conferencia Nacional Citrícola celebrada en Madrid en junio de 1955, se puso de manifiesto la batalla presentada a nuestros agrios por la producción de otros países de la cuenca mediterránea y de los Estados Unidos, en el ámbito europeo. Días antes de aquélla reunión subrayaba ABC la creciente competencia que, en particular la naranja, encontraba en los mercados que tradicionalmente eran los principales destinatarios de nuestras exportaciones. "A esa competencia—decíamos—, a esa lucha licita comercial que tiene por base la buena organización en todas las fases del comercio —publicidad, transporte, presentación del fruto, precios, subsidios cuando sea menester, sanidad del fruto, honestidad comercial—hay que oponer resoluciones formuladas con ponderación y buen juicio", Y en la sesión inaugural de la Conferencia, don Santiago Pardo Canalís, a la sazón jefe nacional del Sindicato de Frutos y Productos Hortícolas, subrayó que habíamos entrado en un período muy distinto del que siguió a la última guerra mundial. "Los grandes y fáciles beneficios obtenidos en épocas de transición, como la que acabamos de citar, no resultan posibles cuando los afanes de los pueblos pueden feliz: mente aplicarse con exclusividad al desenvolvimiento de su economía. Entonces hay que abrir paso a las realizaciones del ingenio y de la técnica del cultivo, de la industria y del comercio citrícolas." Efectivamente; no podíamos permanecer anclados en sistemas superados ya por otras naciones. "La calidad no basta por sí sola para triunfar en la batalla de la competencia. La inteligencia es fundamental. Calidad primerísima la poseen nuestros frutos, y es proverbial el ingenio comercial español, pero es hora de ponerle en acción en toda su potencia creadora. Vamos a unificar éste y aquélla, y a procurar que no llegue a arriarse en ningún mercado el pabellón frutícola español." Un año después de trazado ese panorama y de quedar formulado el bisn estudiado plan de la Conferencia Nacional Citrícola, se producía el gran colapso a que dieron lugar las devastadoras heladas de febrero de 1956, momento que fue aprovechado por África del Norte, Israel, Italia, y Estados Unidos, para llenar el vacío dejado por España en los mercados europeos. El estrago producido en nuestro arbolado fue realmente enorme, pero de alcance más limitado de lo que la propaganda del otro lado se empeñaba en poner de manifiesto. Esta propaganda llegó a considerar que transcurrirían varias temporadas antes de que nuestra producción citrícola pudiese salir de la postración en que había quedado sumida, más lo cierto fue que una prodigiosa combinación de lluvias frecuentes con vivificantes temperaturas, durante la primavera siguiente, originaron una sorprendente recuperación de los árboles, incluso de muchos que parecían condenados a morir. Y desde una exportación de poco más de 300.000 toneladas en la campaña 1956-57, se pasó, con sorpresa general de los demás países mediterráneos, a cerca de 900.000 en la de 1957-58. No obstante, las dificultades en el mercado internacional no han disminuido. La producción aumenta sin cesar en todo el área de la citricultura. La tendencia general se orienta en el sentido de estimular el consumo, y no se escatiman medios por ningún país para mantener las posiciones conquistadas y al mismo tiempo expandir su comercio lo más posible. España se hace presente en esa palestra internacional; Revisa toda su organización comercial, desplaza delegaciones al centro y al norte de Europa, celebra reuniones nacionales o regionales, y el Sindicato de Frutos, a cuyo frente se encuentra en la actualidad el señor Gutiérrez-Cano, dinámico e incansable en el afán de mantener enhiesto nuestro pabellón citrícola, se ha transformado en un sensibilísimo centro de registro de las diarias palpitaciones de los mercados continentales. Trazamos esta monografía de la naranja española en momentos de pérdida de ritmo de las exportaciones, en relación con el muy esperanzador que había caracterizado a las primeras semanas de la temporada en curso. Expresamos el anhelo de que en las que están por venir puedan normalizarse los envíos y resarcirse, productores y comercio, de los perjuicios económicos que esta situación les produce. Elíseo DE PABLO