Tertulia electoral en ABC Con el ejército, pero en guerra ABC. 23/02/1979. Pág. 43. Párrafos 5. CON EL EJERCITO, PERO EN GUERRA ENRIQUE Múgica tiene frenillo y por eso, según él misino diría, es abeligegante». Vino basta la Mesa de las Tertulias con la sonrisa del poder y tuvo escasa fortuna en sus intervenciones. Mágica, el ministro de Defensa «In pectore» si «ana el PSOE, se dejó aquí jirones de prestigio, eficazmente ayudado en el empeño por su mujer, la señora de Música, que, cargada de razón y todo planteó una cuestión ajena a la entraña del coloquio. Mú-gica, la «socialdemocracia de los aspirantes», defraudó; debe cuidar más sus intervenciones no vaya a ser que defraude a los Que se propone mandar. Don Enrique tiene frenillo y poco freno. Fue una pena, porque los siete candidatos formaban un equipo de lujo. Larroque, impenitente liberal r menos reiterativo que de costumbre, supo aplacar ánimos encendidos en un tramo final desgraciado. Había tomado la palabra Gías Jové —parece que aún se siente gobernador civil— y, acostumbrado quizá a conmemoraciones imperiales, lanzó un discurso de «Jura de bandera». Sin embargo, Gías, estaba sentado en el centro y fumaba una pipa inmensa qué parecía de la paz; luego el humo le encendió la respiración. Contestó a Sanroma —político asténico, aplomado y serio-— y el debate no pasó a mayores, gracias sean dadas a la intervención, calma y mesura de don Enrique Larroque, el tránsfuga del primer Centro. Al final, ya digo, la discusión terminó en prácticos abrazos. La guerra había finalizado. Además, y según costumbre que estoy observando, entre los candidatos nadie «dice», todos se inclinan por el «yo diría». Supongo que quieren disculparse y se curan en salud de las posibles pifias, abundantes en cantidad y calidad, que derraman para el deleite irrespetuoso de los solazados-electores. Por ejemplo, Simón Sánchez Montero, en vez de anunciarse con el consabido «yo diría», debía expresarse, más o menos así: «Santiago Carrillo diría», porque don Simón, templado comunista y encantadora persona, es una fotocopia algo estropeada de don Santiago. Lo cual, si se mira bien, no es mala cosa, porque el secretario general del PCE —que al parecer 110 tiene el don de la ubicuidad— se ahorra alguna enojosa presencia. Envía a don Simón, hace su papel, y basta. Puedo decir, por otra parte, que el Interés también estuvo en el auditorio. Apcrte, claro está, de alguna, intervención malaventurada. Un contertulio se arrancó con el párrafo inefable que transcribo: «Después de la. era del chopo, pasamos a la era. de la chatarra, por lo cual le pido al señor Larroque que me responda si, a su juicio, España tiene condiciones tecnológicas militares asimilables a los de los países de la OTAN.» {¿arrogue, en vez de contestarle que él también estaba dudoso entre adquirir un coche a colocar un manillar al inodoro de su casa, afirmó que España si, que estaba en condiciones. ¡Gran bondad la del diplomático! Había otros liberales: el más a la derecha. Ramón País. Su porvenir en Coalición Democrática no es feliz. Entre lo que él dice y lo que sostiene el «ciclón» Fraga, no existe parecido alguno. Así que uno d« los dos se ha equivocado de conjunto. Satrústegui, por fin en UCD, tuvo la actuación justa que de él se esperaba: entonado, disciplinado con su partido y firme de convicción. Tampoco es que despierte fervientes entusiasmos, pero convence y no aburre, los tiempos no dan para más. Ya no hay vibrantes alocuciones. Cuan do se pierde en retórica, se cana en democracia,—Carlos DAVILA