CRONOLOGÍA DE LAS RELACIONES ESPAÑA-MERCADO COMÚN
MADRID, 29 (INFORMACIONES). — Desde 1960, fecha en que España nombra su primer
representante ante la Comunidad Económica Europea, creada tres años antes, las negociaciones con el
Mercado Común han sido un continuo tejer y destejer, en el que la democratización de España aparecía
como condición imprescindible para avanzar realmente. Fue en 1962 —hace, pues, quince años— cuando
el entonces ministro de Asuntos Exteriores español, don Fernando María Castiella, realizó una solicitud
formal de apertura de negociación, que se reiteró en 1964; en la práctica, las negociaciones se inician
en 1966. Entre julio y noviembre se negocia, y a finales de este último mes ha-ya un primer balance. La
Comunidad ofrece posibles soluciones, que contemplan ya la competencia de terceros países en el sector
agrícola.
Pero España quiere ir más rápido de lo que la C.E.E. estima conveniente, y ésta frena, en febrero de 1967,
la petición española de unión aduanera y económica. Situados de nuevo casi en el punto de partida, en ese
mismo año se inician nuevas conversaciones. El objetivo ahora es conseguir un acuerdo comercial, que se
produce en 1970. En septiembre de este año entra en vigor el acuerdo "preferencial con los entonces seis
países del Mercado Común. Son años en los que los intercambios económicos entre España y la C.E.E. se
disparan. La ampliación de la Comunidad de los "seis" a los "nueve", con la entrada de Gran Bretaña,
Dinamarca e Irlanda, obligan a retocar el acuerdo preferencial; en tanto se negocia uno nuevo se elabora
un protocolo adicional, que se firma en enero de 1973.
En noviembre de 1974 se inician conversaciones para el nuevo acuerdo. Ahora es España la que frena los
de-seos de la C.E.E. de un rápido desarme industrial hispano. La negociación para e1 nuevo acuerdo es
larga —con crisis como la provocada por las ejecuciones de 1975—, y el sector agrario, se convierte en
núcleo conflictivo. Pero en 1977 —cuando al eterno Ullastres ha sustituido Raimundo Bassols como
embajador español ante la C.E.E.—, a la agricultura se añade la pesca como eje de problemas ante la
ampliación a 200 millas de las aguas comunitarias.
Y la situación, algo atenuada, se repite en todos los demás países grandes de la Comunidad. Sólo en el
caso del Benelux la balanza viene siendo normalmente favorable. En 1976, nuestro déficit global con la
C.E.E. fue de 135.000 millones de pesetas.
Desaparecidos los condicionamientos políticos, sólo permanecen en pie los económicos, principalmente
la competitividad de nuestra agricultura con la de Francia e Italia y el problema pesquero. Nuestras
principales exportaciones agrarias —agrios, vinos, conservas vegetalescompiten con las de estos dos
países latinos. A esto hay que añadir que el pasado año, la balanza comercial entre España y Francia, que
nos era muy desfavorable con anterioridad, fue excepcionalmente positiva para España.
En los primeros meses de este año, el déficit español con la C.E.E. ha manifestado una cierta tendencia a
la disminución. La C.E.E. representa casi la mitad de nuestras exportaciones, que en los últimos años han
experimentado un auge notable. En 1975 supusieron 196.950 millones, aunque en 1976 el crecimiento fue
ligeramente frenado por la recesión económica.
UN DÉFICIT CRÓNICO
En el período 1971-1976, años de vigencia de los acuerdos con la C.E.E., España ha mantenido un déficit
crónico en sus relaciones comerciales. Especialmente agudo en algunos periodos —como el pasado
verano— en el que ese déficit fue de unos 10.000 millones de pesetas mensuales. Alemania es el principal
culpable, pues nuestras exportaciones hacia dicho país han sido normalmente la mitad que nuestras
importaciones.