Democracia General Bàsica____.
AGRESIVIDAD
Parece que entre los españoles está cundiendo la trágica idea de que lo contrario de una dictadura es una
inversión simétrica, como vista en un espejo, dé esa misma dictadura. El simple contravalor. Es decir, si
la dictadura, por un exceso de fuerza, de represión o de amenaza nos hacía mansos, obedientes y
resignados, la desaparición de la dictadura justificaría que fuésemos arrogantes, reñidores, intolerantes.
Como reacción psicológica, y hasta "física, es comprensible. Es una elasticidad. El muelle salta cuando
termina la compresión. Lógicamente, hay que esperar que vuelva a su posición normal para que sus
virtudes de elasticidad y respuesta no se conviertan en vicios.
Se está convirtiendo en vicio una respuesta a la compresión anterior. Es la agresividad. No hay mesura,
no hay proporcionalidad en la respuesta cuando algo nos concierne. Saltamos más allá de los límites.
No es, por ejemplo, lógico que un ministro—Martín Villa—responda a las alegaciones de un senador—
Bandrés—llamándole "mentiroso". No entremos ahora en quién tiene razón en lo que se discute: podía
tenerla uno y otro. De lo que se trata aquí, en esta columna, es de una cuestión de usos y costumbres, y
esos usos y costumbres se rompen cuando un ministro llama, a un senador "mentiroso". O viceversa. Es,
por una parte, un infantilismo, un dicho de colegial—que las mamas y los maestros reprendían, en los
tiempos en los que las mamas y los maestros reprendían, como falta de educación. Pero es, por otra parte,
una agresión. Que pueda fácilmente saltar a la calle en forma de costumbre. Ya las "pintadas" de los
muros son de una agresividad estallante. No lo son en otros países. En París, en plena revolución de mayo
de 1968, las "pintadas" merecieron libros y antologías, porque expresaban unas ideas y lo hacían con una
capacidad de síntesis extraordinaria. Las "pintadas" españolas contienen insultos, palabras soeces. Y
amenazas de muerte. Peticiones de paredón y de horca. Se sabe lo que es una amenaza de muerte, más
aún cuando se realiza con la lentitud y premeditación de un escrito que se va pintando durante la noche
por las calles de la ciudad; es el asesinato que uno no se atreve a realizar por evitar el riesgo, pero que
desea realizar; y que incita a otros a cometer. De la agresividad menor de la mirada hostil qne se cruzan
por la calle los desconocidos que se desagradan a la incitación al crimen, pasando por los insultos
públicos, hay unos cuantos pasos.
Pero esos pasos se recorren con demasiada facilidad cuando las situaciones son favorables.
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